De puro y loco milagro avanzo
Indemne entre el gentío habitual
Que se agolpa en la acera, la calle
Y las tiendas atestadas de riñas;
Nadie parpadea, bosteza
O grita que esta carne cruda
Apesta a cuchillo de carnicero,
El corazón y los intestinos cuelgan de un gancho,
Ensangrentados como la carcasa de una vaca tronzada,
Empaquetada por asesinos con chaquetas blancas.
Ah no, pues yo me desenvuelvo[43]
Con la astucia de un idiota recién huido,
Comprando vino, pan,
Crisantemos de casco amarillo,
Haciéndome con los productos más razonables
Para evitar, a toda costa, las sospechas
Que despiertan mis manos, mis pies, mi cabeza
Acribillados de espinas, y la enorme herida
De mi costado flagelado
Por la que se desparrama la sangre.
Incluso aunque mis laceradas
Terminaciones nerviosas gorjean su dolor
A un nivel insoportable para los oídos vulgares,
Tal vez yo, así, doblando mudamente las campanas
Por tu ausencia, pueda oír a solas
El grito abrasado del sol,
Cómo las estrellas destripadas
Se desploman hasta despedazarse,
Y, más guillado que un ganso,
La incesante y siseante palabrería de este mundo desquiciado.