18. CANCIÓN DE LA CALLE[42]

De puro y loco milagro avanzo

Indemne entre el gentío habitual

Que se agolpa en la acera, la calle

Y las tiendas atestadas de riñas;

Nadie parpadea, bosteza

O grita que esta carne cruda

Apesta a cuchillo de carnicero,

El corazón y los intestinos cuelgan de un gancho,

Ensangrentados como la carcasa de una vaca tronzada,

Empaquetada por asesinos con chaquetas blancas.

Ah no, pues yo me desenvuelvo[43]

Con la astucia de un idiota recién huido,

Comprando vino, pan,

Crisantemos de casco amarillo,

Haciéndome con los productos más razonables

Para evitar, a toda costa, las sospechas

Que despiertan mis manos, mis pies, mi cabeza

Acribillados de espinas, y la enorme herida

De mi costado flagelado

Por la que se desparrama la sangre.

Incluso aunque mis laceradas

Terminaciones nerviosas gorjean su dolor

A un nivel insoportable para los oídos vulgares,

Tal vez yo, así, doblando mudamente las campanas

Por tu ausencia, pueda oír a solas

El grito abrasado del sol,

Cómo las estrellas destripadas

Se desploman hasta despedazarse,

Y, más guillado que un ganso,

La incesante y siseante palabrería de este mundo desquiciado.