16. JACK EL HOJALATERO Y LAS ESPOSAS PULCRAS

“Venga señora, traiga esa olla

Negra de tan deslucida que está,

Y cualquier otra cazuela a la que este maestro remendador

Pueda devolver su forma y su aspecto relucientes.

Arreglaré cualquier desperfecto

Que tenga su vajilla de plata,

Y dejaré esa marmita de cobre

Que arde en su fogón

Brillante como la sangre.

Venga señora, traiga ese rostro

Que ha perdido su lustre.

Los ojos que el tiempo ha ofuscado con su hollín

Volverán a centellear

Por unas pocas monedas.

No hay forma tan combada,

Espalda tan torcida ni pierna tan zamba

Que Jack el Hojalatero no pueda

Transformar de bruja en princesa.

Sea cual sea el daño

Que el fiero fuego le ocasionase,

Jack retocará la pieza

Hasta dejarla como nueva.

¿Una cicatriz profunda

En un corazón destrozado?

Jack la apañará.

Y si hay por aquí algunas

Jóvenes esposas todavía joviales,

Todavía lozanas, hermosas,

Cuyas labores aún no hayan ahumado

Del todo esa fina piel que comienza

A marchitarse a causa de su intenso ardor,

Permitan que antes de marchar

Sea yo, el humilde Jack, quien las inflame”.