Hay dos jóvenes: una sentada
Dentro de la casa; la otra, fuera.
Un dueto de luz y de sombra
Interpretado todo el día entre ellas.
En su lóbrega habitación revestida de madera,
La primera resuelve problemas
Matemáticos con una máquina.
Los secos tictacs marcan el tiempo
Mientras ella calcula cada suma.
A esa estéril empresa se consagran
Sus entornados, sagaces ojos de rata,
Su enjuto, pálido rostro de raíz.
Bronceada como la tierra, la segunda está
Tumbada, oyendo los tictacs dorados
Como el polen en el aire resplandeciente.
Adormilada junto a un lecho de amapolas[36],
Observa cómo sus rojas llamas sedosas,
De sangre en forma de pétalos,
Arden abiertas a la espada del sol.
Sobre ese verde altar, transformada
Libremente en la novia del sol, ésta última
Crece aprisa junto con las semillas.
Arrellanada en la hierba, se siente orgullosa
De estar engendrando a un rey[37]. Ácida
Y amarillenta como un limón,
La otra, virgen retorcida hasta el final,
Va abocada a la tumba con su carne fea y estragada,
Desposada[38] ya con los gusanos, aunque no es una mujer.