2. PAISAJE INVERNAL, CON GRAJOS[15]

El agua del molino, conducida por un caz de piedra,

se abisma de cabeza en ese estanque negro

donde un único cisne, absurdo e impropio de esta época,

flota casto como la nieve, burlándose de la mente nublada

que ansia arrastrar al fondo su blanco reflejo.

El sol austero, un ojo de cíclope anaranjado,

desciende sobre el pantano, sin dignarse a seguir

mirando este paisaje penoso; imaginándome cubierta

de plumas negras, avanzo al acecho, como una graja

siniestra, meditabunda, mientras cae la noche invernal.

Los juncos del verano pasado están grabados en hielo,

como tu imagen en mi mirada; la escarcha seca vidria

la ventana de mi herida. ¿Qué alivio puede extraerse de una roca

para conseguir que un corazón asolado reverdezca?

¿Quién más se adentraría en este lugar sombrío y estéril[16]?