Una variante de la tecnosexual pudiente es la denominada «mujer pantera». Comencemos por las quejas:
—La vieja penca se me ha ido con un pollo de veintipocos años que seguro que va a por la pasta, porque ella está forrada —se me queja amargamente un paciente setentón—. ¡Después de una vida juntos!
—Pero ¿usted la tenía atendida? —inquiero desde mi posición de terapeuta aficionado.
—Hombre, atenderla, lo que se dice atenderla… no, pero por lo menos la molestaba.
—¿Y a ella le iba el sexo?
—¡Como a los chivos la leche, mire usted! Yo en mi vida he visto afición tan grande.
—La típica mujer pantera —suspiré—. No se desanime. En un cero coma cinco por ciento de los casos retornan al nido conyugal.
La modernidad ha producido esta curiosa ramificación en el tronco del homo salidus variedad hembra, la mujer pantera.
¿Recuerdan el idilio entre Mrs. Robinson y el estudiantillo Dustin Hoffman en la película El graduado? Aquello que en la película parecía un escándalo es hoy un tipo de emparejamiento de lo más normal, un chico joven y lo que en términos mundanos conocemos por mujer pantera (cougar, «puma» en inglés). Incluso son objeto de estudios sociológicos y hasta de libros de autoayuda[489].
El acoplamiento de mujer mayor y hombre joven admite todas las variantes conocidas del tradicional emparejamiento de hombre con mujer: por amor, por sexo o por dinero[490].
«¿Qué engancha a un hombre joven de una mujer mayor? —se pregunta la sexóloga Pilar Cristóbal—. Fundamentalmente, la comprensión. Si a eso le unimos que están mucho más dispuestas sexualmente, la complicidad está servida. La mujer madura es más activa en la cama y manifiesta claramente sus deseos, mientras que la jovencita teme hacer demandas por miedo a lo que pueda pensar su pareja […]. A una mujer de cuarenta años, que la consideren virgen o puta le da igual»[491].
La mujer profesional que ha triunfado en la vida no necesita que la mantengan ni que la protejan, y, ahondando en esas actitudes y aptitudes masculinas que ha desarrollado desde que se liberó del yugo patriarcal, se pone el mundo por montera y se empareja con la juventud (y la potencia) de un hombre más joven.
En muchos casos, las mujeres pantera representan la inversión de los roles tradicionales: la mujer aporta caza (dinero) y el hombre aporta juventud.
La directora de cine Isabel Coixet, emparejada con el compositor César Sala (Chop Suey), diez años más joven que ella, expone con meridiana claridad, y quizá un punto de crudeza, el punto de vista femenino contemplado desde las gafitas de pasta rosa que le dan ese look intelectual:
—La vida con un hombre joven es guay. Muchas mujeres piensan que el hombre maduro es interesante, como de película, pero tiene la mochila llena de mierda y, al repartir, te toca mucha cantidad, mientras que un joven tiene menos mochila y por tanto está más limpio. La diferencia es la carga de su mochila[492].
La combinación de mujer pantera y doncel es doblemente eficaz porque ella no sólo estimula su autoestima amenazada por la decadencia física (no hace falta que repita que las mujeres soportan mal los estragos de la edad), sino que, al mismo tiempo, se agencian un copulador eficaz en el momento en que han alcanzado el culmen de la sexualidad[493], desinhibidas y propicias a experimentar lo que se tercie, sin dengues, como quien sabe que la temida decadencia física está a la vuelta de la esquina. Ahora o nunca.
El acoplamiento de mujeres pantera y hombres mucho más jóvenes es una consecuencia de la liberación de la mujer y de la inversión de roles que esta acarrea. La mujer profesional gana sobradamente y no tiene que depender económicamente de un hombre. Liberada también de la esclavitud de los hijos (que no tuvo o ya se han emancipado), puede interesarse por el sexo recreativo y buscar en un joven la juventud y potencia que no le puede ofrecer un hombre de su edad[494]. De esa manera, y gracias a su dinero, consigue los servicios, como chevalier servant y amante, de un joven al que mantiene. El propio Mohamed, el barman del María’s, fue protegido de una mujer pantera, cuando era un «yogurín» recién desembarcado de la patera.
—Me hubiera casado con ella, porque sólo tengo tres mujeres y mi religión me permite una cuarta, pero cuando los Emiratos Árabes me becaron para el curso de corte de jamón en Jabugo ella no soportó mi ausencia y ocupó mi vacante con un nigeriano más joven que yo y rodillero. Decía que no podía perder su juventud esperando el regreso de Ulises. Eso dijo. No le guardo rencor, lo nuestro fue bello mientras duró.
La mujer pantera.