CAPÍTULO 38
Fin de semana en las montañas del Sulitjelma

Antiguamente, se toleraba socialmente la infidelidad del hombre, y solamente ponían los cuernos las mujeres, pero hoy, debido a la equiparación de los dos sexos, también se habla de mujeres traicionadas[355].

—Eso será en las sociedades menos desarrolladas —replicó Ingrid desde el cartel de Casablanca—, en las que las mujeres se han limitado a imitar las sinrazones de los hombres. En las desarrolladas (países nórdicos principalmente) se va imponiendo la pareja abierta en la que ningún miembro es poseído ni poseedor, en la que cada cual cuenta con el permiso o la benevolencia del otro para encamarse con quien le apetezca, el divertido multiloving. Según los practicantes de esta modalidad, la diversidad de amantes por ambas partes aporta emoción de aventura y calidad erótica.

En efecto, en esas sociedades, la libertad amorosa y sexual no pone en peligro las relaciones sólidas y sin embargo descubre los fallos de las débiles.

—Mi amigo Sven me ha invitado este fin de semana a su cabaña de las montañas del Sulitjelma —comenta Karin durante el desayuno.

—¡Humm! ¡Ali! Estupendo —responde Bjorn mientras unta su tostada—. Aprovecharé que estás fuera para invitar a casa a Brigitta, la archivera de la Kungliga biblioteket, ¿la recuerdas?

—¡Ah! ¡Claro, mona, con un par de tetas estupendas! Salúdala de mi parte, cariñito. Os dejaré sábanas limpias en el cabecero.

Una cosa civilizada a tope. Al regreso de la nieve, comenta Karin.

—¿Sabes? Sven me ha enseñado una técnica sexual bastante placentera y nada complicada. Sólo se necesita el tubo de la aspiradora y una berenjena de Almagro. ¡Me moría de gusto!

—¡Hummm! —dice Bjorn—. Interesante. Tendremos que probarla.

—Sí, cariñito, esta noche, después de la sauna. ¿Y a vosotros qué tal os fue?

—No estuvo mal. Brigitta tenía irritadas las glándulas de Bartolino porque esa misma mañana se había montado un trío con su marido y el coadjutor de la parroquia.

—¡Ay, pobrecillo!

—No, después de todo no estuvo mal. Recurrimos al sexo anal. No obstante, estuvo bien en su conjunto. Es muy buena en el sesenta y nueve.

En bastantes casos, la pareja abierta evoluciona a partir de una pareja tradicional que ya ha tenido los hijos que transmitirán los genes del marido (esa vieja obsesión de la especie), pero en muchos otros el origen de los hijos es lo de menos: pueden ser sólo de ella, sólo de él, procedentes de anteriores relaciones, o pueden ser adoptados y, por tanto, genéticamente ajenos. En las sociedades avanzadas, la cultura predomina sobre el instinto hasta tal punto que borra esa pulsión imperativa de transmitir los genes.

Las parejas abiertas escasean todavía en España (aunque van surgiendo en los niveles superiores de la sociedad y medio urbano). Lo que más abunda en nuestra apolillada piel de toro es el marido calderoniano, el que mata por celos, y últimamente, debido a la asunción de los roles del hombre por la mujer, la esposa calderoniana, la que también mata por celos.