Apéndice 4
El swing

Según graves autores, el swing se ha venido practicando discretamente desde que el mundo es mundo, pero como moda social se divulgó en la California de los años sesenta (paralelamente a las comunas hippies). Hoy se ha institucionalizado en los llamados clubes «swingers» de nuestras ciudades más populosas, a los que acuden las parejas liberales a intercambiar experiencias con desconocidos, a veces en presencia del cónyuge o de la pareja habitual[606]. Estos locales, que abren por la noche y los fines de semana, suelen estar equipados con bar, pista de baile, proyector de cine porno, cabinas con cama, mazmorra sadomaso, pasillo francés[607] y todos los demás elementos que contribuyen al bienestar de la parroquia. En lo único que ahorran es en electricidad, porque las luces son de escasos vatios, a fin de que la penumbra propicie la socialización.

El swing tiene sus trucos, tomen nota los pardillos. Muchos habituales acuden acompañados de una prostituta a la que hacen pasar por su santa con el designio de acostarse, a cambio, con una esposa legítima, quizá una pazguatilla que acude medio a la fuerza porque todavía está poco enviciada en la galantería. Como estamos en un país de picaros, puede darse el caso de que el que llegó acompañado por una puta acabe acostándose con otra del oficio y sea, él mismo, víctima del engaño.

Los principiantes suelen practicar el intercambio suave (soft swing), limitado a mirar o que te miren, antes de decidirse al intercambio completo (full swing), o sea, cópula con otro individuo o con varios. Los asiduos se citan allí en quedadas y hasta entablan amistad, a veces grupal, para orgías o variantes múltiples.

A los clubes de intercambio acuden hombres solos (una tarifa, alta), parejas (otra tarifa) o mujeres solas (generalmente, gratis)[608].

Una variante es el dogging (en español, «cancaneo»), que consiste en practicar sexo dentro de coches aparcados en zonas apartadas. Los participantes suelen citarse por Internet y tienen sus reglas: la ventanilla bajada significa que los voyeurs son bienvenidos e incluso que puedes tocar; la puerta entreabierta te invita a entrar y participar.