G…, 21 de julio
Mi querida Julia:
Aquí me tienes dándole vueltas al caso del suicidio, sin pizca de sueño y sin ganas de leer porque no me concentro. Todo se está complicando porque no hay una línea medio clara a seguir, pero es cada vez más evidente que hay muchas cosas ocultas. Quintero hace lo que puede y el detective aficionado que se me pega como una lapa también está en ello. Por cierto, no preguntes demasiado que ya te veo venir. También está metido en el ajo un tipo al que adoro, el inspector Alameda, el que trabajó conmigo en el caso de Cova Fernández[4], no sé si te acuerdas. Se fue de G…, porque no aguantaba a los jefes y ahora está en S… ciudad que, por cierto, se está convirtiendo en escenario de la investigación de la mano de él y del periodista en paro (y detective aficionado). Goitia será buen periodista, pero en esto de la investigación policial todavía tiene mucho que aprender. Está medio colado, que sepas, porque no soy tonta y me doy cuenta de las cosas, pero nada de nada.
Lo que sigo teniendo son presiones encima para que cierre el asunto cuanto antes y, ya me conoces, esto me escama y me anima a la vez. No sé si me estoy metiendo en uno de esos líos que son mi especialidad. Hay tres familias al retortero que tú debes de conocer: Ares, Llorente y Sánchez-Hevia. ¿Qué te parece? Eso, aparte de quienes estén realmente involucrados en la muerte de Concepción Ares. En suma: como las zonas oscuras del caso afecten a alguna de estas familias, aunque sea de rebote, a la que van a rebotar es a mí. Ya me la tienen jurada desde hace un tiempo.
Escucho sobre todo un disco obsesivo que me envió, así de repente, López Mansur: una antología de Johnny Hodges que te derrites. Eso y el Concierto de Colonia de Keith Jarrett. Nunca pensé que pudiera gustarme algo así, pero me pasa lo mismo que con el Bolero de Ravel cuando pasas de la sensación de monotonía a la de intensidad. También acabo de empezar Hijas y esposas. Elizabeth Gaskell después de Hardy. La verdad es que, en lo tocante a lo decimonónico me gustan más los ingleses que los rusos, por ejemplo; bueno, si exceptuamos Ana Karénina, por supuesto. Y Chéjov, y Turgueniev, y el loco de Gogol, que es genial. O sea: que me gustan los rusos a rabiar y estaba diciendo una tontería.
¿Y tú? ¿O es que ya sólo existe la samba en tu vida? Ah, por cierto, búscame discos de Elis Regina. Y de Tom Jobim. Y de Caetano Veloso. Y de Gal Costa. Y de Dorival Caymmi. Y de Vinicius. Te has quedado de piedra, ¿eh? Para que veas con quién te tratas. Yo también he tenido amores brasileros; sólo musicales, pero amores al fin y al cabo.
Mil besos y mucha añoranza,
MARIANA