G…, 5 de julio de 2004
Mi querida Julia:
Aquí me tienes muerta de envidia. Lo que daría yo por estar contigo en São Paulo, tú trabajando en lo tuyo y yo disfrutando de la vida. ¿Cómo va el proyecto? ¿Habéis empezado ya a levantar alguna planta? Ahí debe de ser invierno, si no me equivoco. Supongo que la zona en la que te han instalado, la avenida Paulista, es sitio seguro, como la Zona Rosa de México D.F., imagino. Te acabas de ir, como quien dice, y ya te echo de menos. Aquí sigo saliendo con la misma panda, pero se nota que faltas. Estoy con mi rutina de siempre y aprovecho ahora, de vuelta a casa, con las ventanas abiertas porque hace una temperatura deliciosa, para mandarte este correo electrónico. Por cierto, no conseguirás que diga o escriba e-mail porque yo escribo correos electrónicos. Me da pena que se acaben las cartas, que contenían la letra de la persona, su trazo individual, pero esto es más rápido. Claro que la instantaneidad mata la espera: era tan bonito estar aguardando una carta un día y otro hasta que llegaba… Es lo mismo que con la pintura: la reproducción fotográfica o impresa te pone el cuadro en casa, pero falta la mano, la pincelada.
Bueno: adiós a la lírica. Te cuento algo. Anoche estaba de guardia y me entró una de esas historias de la cruda realidad: una mujer como de mediana edad, de buena familia, que se tira por la ventana. Parece, pero hay que tener la certeza, que la violaron antes. ¿Cómo lo ves? Primero te violan y luego te tiras por la ventana. Hay veces en que esto de ser juez te pone el estómago del revés. Ya te contaré despacio, y lo que pueda contar, porque tiene un aire siniestro que no me gusta nada. Fue una noche movida porque también me entraron dos tipos que se acusaban mutuamente de agresión; bueno, no: uno al otro de agresión y el otro al uno de violación. Estaba la noche de violaciones, por lo que se ve. Uno es un Llorente, de los de las sidrerías, tú lo tienes que conocer seguro, un gallo de corral. El otro es un periodista de mediana edad, un tipo que no termino de clasificar, pero que tuvo el valor de caer sobre el violador para ayudar a la víctima… Si es que es verdad lo que cuenta. Lo malo para él es que la víctima desapareció en la noche mientras él perseguía al gallo. Total, que se han metido en un lío los dos. ¿Qué te parece la animada vida de esta juez de provincias?
Espero tus correos y que me cuentes cómo te va con los guapos brasileños y las traicioneras y deliciosas caipiriñas.
Mil besos,
MARIANA