Pao-Yu soñó que estaba en un jardín idéntico al de su casa. «¿Será posible» —dijo— «que haya un jardín idéntico al mío?» Se le acercaron unas doncellas. Pao-Yu se dijo atónito: ¿Alguien tendrá doncellas iguales a Hsi-Yen, a Pin-Erh y a todas las de casa? Una de las doncellas exclamó: “Ahí está Pao-Yu. ¿Cómo habrá llegado hasta aquí?”. Pao-Yu pensó que lo habían reconocido. Se adelantó y les dijo: “Estaba caminando; por casualidad llegué hasta aquí. Caminemos un poco.” Las doncellas se rieron. “¡Qué desatino! Te confundimos con Pao-Yu, nuestro amo, pero no eres tan gallardo como él.” Eran doncellas de otro Pao-Yu. “Queridas hermanas —les dijo— yo soy Pao-Yu. ¿Quién es vuestro amo?” “Es Pao-Yu”, contestaron. “Sus padres le dieron ese nombre, que está compuesto de los caracteres Pao (precioso) y Yu (jade), para que su vida fuera larga y feliz. ¿Quién eres tú para usurpar ese nombre?” Se fueron riéndose. Pao-Yu quedó abatido. “Nunca me han tratado tan mal. ¿Por qué me aborrecerán estas doncellas? ¿Habrá, de veras, otro Pao-Yu? Tengo que averiguarlo.” Trabajado por estos pensamientos, llegó a un patio que le pareció extrañamente familiar. Subió la escalera y entró en su cuarto. Vio a un joven acostado; al lado de la cama reían y hacían labores unas muchachas. El joven suspiraba. Una de las doncellas le dijo: “¿Qué sueñas, Pao-Yu? ¿Estás afligido?” “Tuve un sueño muy raro. Soñé que estaba en un jardín y que ustedes no me reconocieron y me dejaron solo. Las seguí hasta la casa y me encontré con otro Pao-Yu durmiendo en mi cama.” Al oír este diálogo Pao-Yu no pudo contenerse y exclamó: “Vine en busca de un Pao-Yu; eres tú.” El joven se levantó y lo abrazó, gritando: “No era un sueño, tú eres Pao-Yu.” Una voz llamó desde el jardín: “¡Pao-Yu!” Los dos Pao-Yu temblaron. El soñado se fue; el otro le decía: “¡Vuelve pronto, Pao-Yu!” Pao-Yu se despertó. Su doncella Hsi-Yen le preguntó: “¿Qué sueñas Pao-Yu, estás afligido?” “Tuve un sueño muy raro. Soñé que estaba en un jardín y que ustedes no me reconocieron…”