A medida que se incrementa la prevalencia de diabetes relacionada con la obesidad, también aumenta la cantidad de personas con obesidad mórbida: individuos cuyo índice de masa corporal es igual o superior a 40 (vea el Capítulo 3). Los medicamentos no pueden controlar el nivel de glucosa en la sangre de estos pacientes. Ellos presentan gran tendencia a padecer de otras enfermedades como presión arterial alta, alto nivel de grasas nocivas y apnea del sueño, todo lo cual puede provocar ataque cardiaco y muerte. En los Estados Unidos más de 10 millones de personas padecen de obesidad mórbida, y esa cifra continúa creciendo.
La única salvación para ellos es la cirugía gástrica, si partimos del presupuesto de que no pueden bajar de peso con dieta y ejercicios. Las dos formas principales de cirugía gástrica que se practican hoy en día son el desvío gástrico y la banda gástrica. En el Capítulo 8 me refiero a ambas.
Después del procedimiento quirúrgico, los pacientes que se someten a estas cirugías pierden el interés en ingerir grandes cantidades de alimentos, y bajan de peso rápidamente. Sin embargo, la persona puede volver a comer en demasía, por lo que la dieta y los ejercicios continúan siendo esenciales. Los resultados son gratificantes. La mayoría de los pacientes pierden entre el 60 y el 80 por ciento del exceso de peso y se mantienen así durante los cinco años posteriores a la cirugía. Logran controlar la diabetes, el colesterol y otras grasas nocivas.
Teniendo en cuenta que la obesidad es un factor tan importante en la incidencia de diabetes tipo 2, ¿se debería recomendar la cirugía gástrica a todos los diabéticos obesos que no pueden adelgazar por sí solos, como una forma de controlar la enfermedad, independientemente de que tengan obesidad mórbida o no? Esta pregunta es difícil de responder, pero lo cierto es que en estos momentos la mayoría de los seguros médicos no cubren la cirugía gástrica para pacientes diabéticos. Cualquier cirugía tiene complicaciones potenciales, incluyendo la muerte, aunque sólo en casos raros. Pero si los médicos seguimos sin poder controlar la diabetes de nuestros pacientes mejor de lo que lo estamos haciendo ahora, quizá tengamos que remitirlos a los cirujanos.