Lugares donde no puede trabajar

Quizá usted creció viendo a Eliot Ness en la televisión y soñaba con ser agente de la Dirección Federal de Investigaciones (FBI). Si necesita insulina, olvídese de ese sueño. El FBI tiene una norma llamada prohibición general, referente a la contratación de ciertos grupos de personas, entre ellas las personas diabéticas que necesitan insulina. Las prohibiciones generales no tienen en cuenta la condición de la persona, su historial de empleo, la forma en que la persona maneja su diabetes, ni las responsabilidades del puesto. Lo que dice sencillamente es: «Usted tiene la enfermedad, por lo tanto, no puede trabajar aquí». Esta norma es un rezago de la etapa anterior a 1980, cuando los diabéticos no podían saber con certeza cuál era su nivel de glucosa en la sangre.

Otra importante institución que tiene una prohibición general es el ejército de los Estados Unidos. Si usted padece de cualquier tipo de diabetes, no puede entrar en las fuerzas armadas. Si es militar y le diagnostican diabetes, probablemente le den la baja. Esta prohibición no tiene mucho sentido, ya que en muchos países hay diabéticos en las fuerzas armadas y no crean ninguna dificultad.

Pero afortunadamente las prohibiciones generales están desapareciendo rápidamente. Por ejemplo, el Departamento del Tesoro eliminó una prohibición general de trabajar en la Dirección de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego si el aspirante tiene diabetes y necesita insulina. Recientemente, varios estados eliminaron una prohibición a la contratación de diabéticos como chóferes de autobuses escolares. Esta decisión se debió a las demandas contra varios distritos escolares que despidieron a conductores con historiales impecables sólo porque tenían diabetes. (Esto no significa que no existan medidas de protección contra los chóferes peligrosos. Los conductores son evaluados caso por caso antes de que los acepten para transportar niños, lo cual es perfectamente justo).

Sin embargo, la situación para los conductores no es color de rosa. Los diabéticos que toman insulina no pueden recibir una licencia de conducción comercial interestatal (conducción de camiones). No tiene mucho sentido que un conductor pueda llegar hasta el límite del estado y no pueda cruzarlo, pero así es la ley.

Manejar un avión no es fácil, pero vale la pena

Obtener la licencia de piloto no es fácil, pero el esfuerzo vale la pena si a la persona le gusta volar. Para lograrlo, no puede tener otras condiciones que lo descalifiquen, como enfermedad arteriosclerótica del corazón o del cerebro, enfermedad diabética de la vista o enfermedad renal grave (vea el Capítulo 5). No debe haber presentado más de un episodio hipoglucémico con pérdida de conocimiento en los últimos cinco años, y posteriormente debe haberse mantenido estable durante un año como mínimo. Después de recibir la licencia, un especialista debe evaluarlo cada tres meses y debe medirse el nivel de glucosa en la sangre varias veces al día. Cada vez que vaya a volar, debe llevar un medidor de glucosa y todo lo que necesita para realizarse las pruebas y tratar rápidamente la hipoglucemia. El nivel de glucosa en la sangre debe estar entre 100 y 300 mg/dl (5,5 a 16,6 mmol/l) media hora antes de despegar, durante todo el vuelo y media hora antes de aterrizar. Sin embargo, si medirse la glucosa en la sangre va a distraerlo de pilotar correctamente el avión, entonces no lo haga. Si Lindbergh hubiera sido diabético, nunca habría llegado a París.

Otra prohibición general que está desapareciendo es la de manejar aviones. Durante 37 años, a una persona que tomaba insulina no se le permitía pilotar un avión. En 1996, la Federal Aviation Administration (FAA) reconsideró su prohibición basándose en los grandes adelantos en el control de la diabetes. La FAA decidió permitir que las personas diabéticas piloteen aviones privados, pero no los de aerolíneas comerciales. Las solicitudes de licencias de piloto se evalúan caso por caso.

¿Hay alguna justificación para una prohibición general? La respuesta es no, y varios estudios lo han demostrado. En un estudio sobre accidentes de todo tipo, los diabéticos en realidad tuvieron menos accidentes, incluidos accidentes de automóvil, que grupos de personas sin diabetes. En otro estudio de personas de más de 65 años con diabetes, el índice de accidentes automovilísticos no fue mayor que el de los grupos de personas no diabéticas.