Convertirse en un cuidador bien informado

Durante un período de duración variable —conocido como período de luna de miel— parecerá que su hijo ha recuperado la capacidad de controlar la glucosa en la sangre con muy poca insulina o incluso sin esta. (Vea el recuadro titulado «El período de luna de miel»). Este período siempre se acaba, y usted no tiene la culpa de que así sea. Cuando llegue a su fin, usted, junto con el médico de su hijo, el dietista y el educador de la diabetes, tendrán que determinar cómo controlar la diabetes con insulina.

Para ofrecerle a su hijo el cuidado que necesita, usted debe aprender a:

Identificar los signos y los síntomas de la hiperglucemia, hipoglucemia y cetoacidosis diabética (vea los Capítulos 4 y 5). Cada niño se comporta de forma diferente cuando su glucosa está alta o baja; por ejemplo, algunos se vuelven más silenciosos que de costumbre, mientras otros hacen más ruido que nunca. Aprenda a interpretar las reacciones de su hijo y explíqueselas a cualquier otra persona que lo cuide.

Administrar la insulina (vea el Capítulo 10). Gracias a la insulina de acción rápida, usted puede esperar a ver cuánto come el bebé, antes de decidir qué cantidad de insulina debe inyectarle.

Medir la glucosa en la sangre y las cetonas en la orina (vea el Capítulo 7). Es esencial que mida la glucosa en la sangre varias veces al día. Cuanta más información tenga, mejor será el control de la diabetes y, por consiguiente, los episodios de hipoglucemia se presentarán menos frecuentemente. La mayoría de los niños necesita entre cuatro y siete mediciones de insulina cada día, si se quiere lograr un control excelente.

Los niños pequeños que ya no usan pañales, a veces no llegan al baño a tiempo porque la glucosa alta produce gran cantidad de orina.

Tratar la hipoglucemia con alimentos o glucagón (vea el Capítulo 4). A esta edad, los niños solamente necesitan la mitad de la dosis de glucagón que usaría un adulto. El glucagón puede hacer que un niño pequeño vomite, pero de todos modos eleva el nivel de glucosa en la sangre.

Alimentar a su hijo diabético (vea el Capítulo 8).

Hacer ejercicios con su hijo, para demostrar con el ejemplo cuán importante es la práctica de ejercicios durante toda la vida.

Saber qué hacer cuando su hijo contrae cualquier enfermedad común en los niños. Si su hijo tiene que ir al hospital, trate de que lo vea de la manera más positiva posible.

El período de luna de miel

Bautizado así porque constituye una etapa de mejoría en la diabetes tipo 1, que no dura mucho tiempo, el período de luna de miel se presenta en casi todos los pacientes. Después de que el padecimiento ha sido diagnosticado y atendido, de manera que los niveles de glucosa se acercan a lo normal, es posible que el niño necesite poca o ninguna insulina durante cierta cantidad de tiempo. Este es un período de remisión de los signos y síntomas de la enfermedad, que indica que todavía hay cierto funcionamiento de las células beta del páncreas (vea el Capítulo 2). Los períodos de remisión se prolongan más cuando:

La diabetes se presenta en niños de mayor edad.

El inicio del padecimiento no es tan intenso.

La cantidad de anticuerpos contra las células de los islotes es menor (vea el Capítulo 2).

Esta remisión de la enfermedad es temporal y termina con un incremento súbito o paulatino de la necesidad de insulina. En un plazo de tres años después del diagnóstico, los niños pequeños dejan de producir insulina de forma radical. Es posible que los niños de mayor edad preserven la capacidad de producir alguna cantidad de insulina.

Sus responsabilidades como padre de un bebé o de un niño pequeño que padece de diabetes son numerosas y demandan mucho tiempo. Entrenar a las personas que usualmente lo ayudan para que puedan hacerse cargo de la situación, incluso por un período breve, es muy difícil. A menos que usted contrate a un profesional, probablemente tenga que dedicarle casi todo su tiempo a su infante.

Enviar a su hijo a un centro de educación preescolar es una decisión difícil. Debe hacerlo solamente si está seguro de que los supervisores conocen perfectamente las necesidades del niño y están dispuestos a atenderlas.

Sus otros hijos pueden resentirse porque usted le dedica más atención a su hermano. Si sus otros hijos empiezan a comportarse mal, este podría ser el motivo.