Cuidar de un bebé diabético

Aunque la diabetes tipo 1 no se presenta comúnmente en los bebés, puede ocurrir, y usted debe saber qué hacer en ese caso. Obviamente su bebé no puede expresarle lo que siente. Por esta razón tal vez usted no se dé cuenta de que el bebé está orinando excesivamente. El bebé bajará de peso y presentará vómitos y diarreas, pero esto se podría atribuir a un problema estomacal y no a la diabetes. Cuando finalmente le diagnostiquen la diabetes, es probable que esté tan enfermo que necesite permanecer en la sala de cuidados intensivos. No se sienta culpable por no haberse dado cuenta de que su bebé tiene diabetes.

Después que se establece el diagnóstico, comienza el trabajo arduo. Usted tiene que aprender a inyectar y medirle la glucosa en la sangre a un niño que batalla para que no se lo hagan. Necesita saber cuándo y qué tipo de alimentos darle al bebé para que crezca y se desarrolle, y para evitar episodios de hipoglucemia.

En esta etapa no es preciso que se preocupe por lograr un control tan estricto de la glucosa; más adelante sí. Hay varias razones para esto. Primero, el sistema neurológico del bebé todavía se está desarrollando. Los episodios frecuentes e intensos de hipoglucemia pueden afectar este desarrollo, por lo que se permite que la glucosa esté más elevada que en etapas posteriores. Segundo, algunos estudios muestran que los cambios relacionados con las complicaciones que genera el nivel alto de glucosa en la sangre no comienzan a acumularse hasta la etapa de la pubertad, por lo que usted tiene un período de gracia durante el cual puede permitirse un control menos estricto.

Por otra parte, un bebé pequeño es muy frágil. Como en el organismo de él o ella hay menos cantidad de todo, cualquier pérdida pequeña de agua, sodio, potasio y otras sustancias, puede dar lugar más rápidamente a que el bebé se ponga muy enfermo. Si usted mantiene la glucosa del bebé entre 150 y 200 mg/dl (entre 8,3 y 11,1 mmol/l), está haciendo una excelente labor.