Las jóvenes con trastornos de la conducta alimentaria (y también los jóvenes, aunque diez veces menos que las muchachas) se someten a inanición y hacen ejercicios constantemente, o comen demasiado y luego se provocan el vómito y/o toman laxantes y diuréticos. Las personas que se privan de comer padecen de anorexia nerviosa, mientras aquellas que comen excesivamente y después se purgan, tienen bulimia nerviosa. Por sí solas estas condiciones pueden dar lugar a una enfermedad aguda o incluso provocar la muerte, cuando se llega a límites extremos. Pero si estos trastornos se combinan con la diabetes, el peligro aumenta significativamente.
La anorexia se presenta usualmente en jóvenes de clase media y alta, que tienen una imagen distorsionada de sí mismas y temen engordar. La prevalencia de este trastorno de la conducta alimentaria es de 1 de cada 200 de estas jóvenes. Por lo regular sus padres son personas que se preocupan mucho por estar delgados. Estas muchachas tienen una delgadez extrema y no presentan menstruación. Su desnutrición puede llegar ser tan severa que les cause la muerte.
Las personas anoréxicas se encuentran en un constante estado de inanición. Y cuando a esto se le añade la diabetes, la situación es muy parecida a la que experimentaban los pacientes con diabetes tipo 1 antes de que la insulina estuviera disponible. Sus niveles de glucosa son muy bajos, por lo que necesitan poca o ninguna insulina (vea el Capítulo 10). Desarrollan problemas cardiacos, su presión arterial es baja, al igual que su temperatura corporal. Cuando pierden toda la grasa, comienzan a perder también buena parte de la musculatura.
Si cree que conoce a alguien que padece de este trastorno, fíjese en los siguientes indicios:
✔ Come más rápidamente que otras personas.
✔ Come hasta llenarse tanto que resulta incómodo.
✔ Come grandes cantidades de alimentos aun cuando no tiene hambre.
✔ Come sin que la vean, porque se siente apenada.
✔ Después de comer excesivamente, se siente culpable o disgustada.
La bulimia se caracteriza por la ingesta de grandes cantidades de alimentos fáciles de digerir, para posteriormente eliminarlos ya sea vomitando o tomando laxantes o diuréticos. Por lo general estas personas no son tan delgadas como las anoréxicas. Sin embargo, las pacientes bulímicas tienen antecedentes similares a los de las pacientes anoréxicas: posiblemente representan el 40 por ciento de las estudiantes de enseñanza superior. Como su peso se acerca más a lo normal, usualmente tienen menstruaciones normales.
El control de la diabetes implica determinada rutina diaria. Pero cuando la cantidad de alimentos que se ingiere es poco predecible, no se puede lograr esa sistematización.
Una joven con anorexia severa podría necesitar que le suministren los alimentos por vía intravenosa hasta que se encuentre en una condición algo estable. En ocasiones esto provoca niveles muy elevados de glucosa en la sangre, por lo que es preciso administrarle insulina. Cuando se logra controlar esta inanición que pone en peligro la vida de la paciente, se puede conseguir un buen control de la glucosa con la colaboración de la paciente y de un psicoterapeuta. Este último puede ayudarla a entender que la percepción que tiene de su cuerpo es distorsionada. Si la joven sufre de depresión clínica, podría necesitar antidepresivos.
En las pacientes bulímicas, el consumo de alimentos es muy variable pero no resulta tan preocupante como en el caso de las personas anoréxicas. Por lo tanto, la diabetes es un poco más fácil de atender. Sin embargo, las jóvenes que padecen de bulimia tienen más probabilidades de ser obesas en la adultez y, por otra parte, el tratamiento psicológico es más difícil en ellas. De hecho, no responden tan bien a la terapia psicológica como las pacientes con anorexia, y presentan más problemas psiquiátricos posteriormente, en el transcurso de sus vidas.