Probando, probando: Análisis que necesita para estar saludable

Su médico (y también usted, si es posible) debe llevar a cabo determinados procedimientos, según el siguiente programa:

Evaluar el nivel de glucosa en la sangre en cada visita. (Vea la sección «Control de la Glucosa en la Sangre: Imprescindible», en este capítulo).

Revisar el nivel de hemoglobina A1c cuatro veces al año si usa insulina, y dos veces al año si no la usa. (Vea la sección «Vigilancia de la Glucosa a Largo Plazo: Hemoglobina A1c», en este capítulo).

Determinar una vez al año si hay microalbuminuria. (Vea la sección «Prueba de Daño Renal: Microalbuminuria», en este capítulo).

Una vez al año, el oftalmólogo debe hacerle un examen de los ojos con la pupila dilatada. (Vea la sección «Revisión de Problemas en los Ojos», en este capítulo).

Solicite que le revisen los pies en cada visita. (Vea la sección «Examen de los Pies», en este capítulo).

Deben realizarle un examen índice tobillo-brazo por lo menos cada cinco años. (Vea la sección «Examen de los Pies», en este capítulo).

Deben hacerle un perfil de lípidos una vez al año. (Vea la sección «Vigilancia del Colesterol y Otras Grasas», en este capítulo).

Deben medirle la presión arterial en cada visita. (Vea la sección «Medir la Presión Arterial», en este capítulo).

Deben verificar su peso en cada visita. (Vea la sección «Verificar Su Peso y Su IMC», en este capítulo).

Estas pruebas son las normas mínimas para el cuidado adecuado de la diabetes. Si se halla una anomalía, se incrementa la frecuencia de los análisis para verificar la respuesta al tratamiento.

En realidad, ¿cómo les va a los médicos en la atención de los diabéticos? Un estudio reciente fue revelador. El estudio contempló cinco normas de cuidado: autoanálisis del nivel de glucosa en la sangre; análisis de hemoglobina A1c; un mínimo de cuatro visitas al médico al año si el paciente recibe insulina, y dos si no la recibe; un examen anual de los ojos, con la pupila dilatada, y un examen de los pies en cada visita.

Los resultados fueron (tristemente) los siguientes:

Sólo el 3 por ciento de los pacientes que usan insulina, y el 1 por ciento de los que no la usan, cumplieron con las cinco normas.

Uno de cada cinco diabéticos no se mide la glucosa en la sangre.

Tres de cada cuatro diabéticos nunca ha oído hablar de la hemoglobina A1c.

Uno de cada cuatro diabéticos ni siquiera va al médico una vez al año.

Dos de cada cinco diabéticos nunca se han hecho un examen de los pies ni un examen de los ojos con la pupila dilatada.

Otro estudio publicado en marzo del 2001 en la revista Ophthalmalogy se centró específicamente en el examen anual de los ojos con la pupila dilatada. De las 2308 personas entrevistadas, 813 (el 35 por ciento) no habían seguido en el último año las instrucciones sobre el cuidado de la vista, que requieren un examen con la pupila dilatada.

En la revista Stroke de febrero del 2000, un artículo indicó que aunque comúnmente la presión arterial de los pacientes excedía las cifras recomendadas después de un ataque cerebral, la presión arterial era particularmente muy alta entre los pacientes con diabetes.

Queda mucho por hacer. Y de eso es de lo que se trata este capítulo.