Hace más de 2000 años, algunas personas que dejaron escritos en China e India, describieron una enfermedad que muy probablemente era la diabetes mellitus. La descripción es igual a la que hicieron los griegos y los romanos: orina con sabor dulce. Intelectuales de la India y de China fueron los primeros en describir la necesidad de orinar frecuentemente. Pero no fue hasta 1776 que los investigadores descubrieron la causa del sabor dulce: la glucosa. Y no fue hasta el siglo XIX que los médicos crearon un análisis químico para medir la glucosa en la orina.
Descubrimientos posteriores demostraron que el páncreas produce una sustancia crucial que controla la glucosa en la sangre: la insulina. A partir de ese descubrimiento, los científicos han encontrado formas de extraer la insulina y purificarla, de manera que se pueda administrar a personas cuyos niveles de insulina son muy bajos.
Después del descubrimiento de la insulina, especialistas en diabetes, encabezados por Elliot Joslin y otros, recomendaron tres tratamientos básicos para la diabetes que siguen siendo tan valiosos como lo fueron en 1921:
✔ Dieta (vea el Capítulo 8)
✔ Ejercicios (vea el Capítulo 9)
✔ Medicamentos (vea el Capítulo 10)
El descubrimiento de la insulina no resolvió el problema de la diabetes, pero inmediatamente salvó la vida de miles de personas muy enfermas, para quienes el único tratamiento había sido la inanición. A medida que envejecían, esas personas comenzaban a padecer de complicaciones inesperadas de la vista, los riñones y del sistema nervioso (vea el Capítulo 5). Y la insulina no resolvía el problema del grupo más grande, conformado por personas con diabetes tipo 2. (Vea el Capítulo 3). El problema de ese grupo no era la falta de insulina, sino la resistencia a las funciones de la insulina. (Afortunadamente, los médicos cuentan ahora con las herramientas para controlar la enfermedad).
La diabetes en el mundo
La diabetes es un problema de salud que afecta al mundo entero. Un estudio realizado en 1994 calculó que aproximadamente 100 millones de personas padecen de diabetes en el mundo, y que en el año 2010 esa cifra llegaría a más de 215 millones. Estos cálculos se hicieron antes de que la definición actual de la diabetes (más abarcadora) fuera aprobada en 1997. De acuerdo con la nueva definición, la prevalencia de la diabetes en el mundo en 1994 era de 140 millones, y en el 2010 alcanzará los 300 millones.
La diabetes se concentra en lugares donde la disponibilidad de alimentos permite que las personas consuman más calorías que las necesarias, por lo que desarrollan obesidad, un padecimiento caracterizado por el exceso de grasa. Hay varios tipos de diabetes, pero el que usualmente se asocia con la obesidad, la llamada diabetes tipo 2 (vea el Capítulo 3), es mucho más prevalente que los otros.
Otro motivo por el que la incidencia de diabetes aumenta en el mundo entero es que la edad de la población también se está incrementando. Junto con la obesidad, la edad es un importante factor de riesgo para la diabetes. (Vea el Capítulo 3 para obtener más información sobre otros factores de riesgo). A medida que otras enfermedades son controladas y la población envejece, se están diagnosticando más casos de diabetes.
Un estudio sumamente interesante siguió los pasos a personas de ascendencia japonesa desde que vivían en Japón, cuando más tarde se mudaron a Hawái y finalmente cuando llegaron a territorio continental de los Estados Unidos. En Japón, donde la gente por lo general mantiene un peso normal, la incidencia de diabetes en el grupo fue muy baja. Después de mudarse a Hawái, la incidencia de diabetes aumentó y también el peso promedio. En territorio continental de los Estados Unidos, donde el acceso a los alimentos es más fácil, este grupo de japoneses presentó el índice más alto de diabetes.
Por lo general, cuando alguien emigra no sólo cambia la cantidad de calorías que consume, sino también la composición de la dieta. Antes de salir de su país, estas personas consumían una dieta baja en grasas y rica en fibras. Al llegar a su destino, adoptan la dieta local, más alta en grasas y más baja en fibras. Los carbohidratos que consumen en la nueva dieta provienen de alimentos de alto contenido calórico —que no tienden a crear sensación de saciedad—, por lo que estas personas ingieren más calorías.
Los japoneses brindan otra interesante lección sobre el papel de la obesidad como un factor en el desencadenamiento de la diabetes. Los luchadores japoneses de sumo tienen que engordar enormemente para poder pelear en una determinada categoría de peso. Aun cuando todavía están practicando el deporte, muestran alta incidencia de diabetes. Cuando se vuelven más sedentarios, la frecuencia de diabetes alcanza el 40 por ciento, una enorme prevalencia.
Otro grupo que ejemplifica las consecuencias de pasar de una dieta moderada en calorías y relativamente nutritiva a una dieta más alta en calorías es el de los indios estadounidenses. Algunas tribus, como la de los indios Pima, tienen una prevalencia de diabetes de una cada dos personas. En comparación, la incidencia de diabetes en las tribus indias de Sudamérica, como en Chile, donde han mantenido una dieta más tradicional, es muy poco frecuente.
En China, a medida que mejoran las condiciones económicas del país, los médicos han visto un aumento significativo de la incidencia de la diabetes. Las personas que emigran de China muestran índices aún más elevados, especialmente en lugares donde el medio ambiente les permite engordar más y ser más sedentarios.
En los Estados Unidos, en el año 2000, había 20 millones de personas diabéticas. Esto representa entre el 7 y el 8 por ciento de la población. En la actualidad sólo la mitad de las personas con diabetes saben que tienen la enfermedad. La gran meta es que las personas sepan cuál es su nivel de glucosa en la sangre de la misma forma que conocen cuál es su colesterol, y que busquen tratamiento médico.
El próximo gran salto en el esfuerzo por tratar la diabetes, que tuvo lugar en 1955, fue el descubrimiento del grupo de fármacos conocidos como sulfonilureas (vea el Capítulo 10), los primeros medicamentos orales para reducir el nivel de la glucosa en la sangre. Pero aunque esos medicamentos mejoraban el cuidado del paciente, la única forma de saber si alguien tenía la glucosa alta era examinar la orina, algo totalmente insuficiente para el buen control de la diabetes (vea el Capítulo 7).
Aproximadamente en 1980, salió al mercado el primer equipo portátil para analizar el nivel de glucosa en la sangre. Por primera vez fue posible vincular el tratamiento con un resultado cuantificable. Esto, a su vez, ha permitido descubrir otros medicamentos excelentes para la diabetes, como la metformina, la rosiglitazona, y otros que surgirán en el futuro.
Si usted no utiliza estas magníficas herramientas para el cuidado de la diabetes, se lo está perdiendo. En la Parte III encontrará información detallada sobre cómo usar los equipos portátiles para medir el nivel de glucosa en la sangre.