El laboratorio de las almas empezó siendo un homenaje a J.-K. Huysmans, cuya obra titulada Allá abajo es una de mis grandes favoritas; sin embargo, a medida que fue desarrollándose el argumento, empezaron a ejercer influencia otras novelas francesas, sobre todo Justine, del Marqués de Sade, y Bel Ami de Guy de Maupassant. Saint-Sébastien es una ficción, pero tiene una deuda inestimable con otra isla literaria —Saint-Jacques— que describe Patrick Leigh Fermor en Los violines de Saint-Jacques. De adolescente, yo consumía las novelas de magia negra de Dermis Wheatley; a los lectores que conozcan su obra —que en la actualidad constituye un placer de los que remuerden la conciencia para señoras y caballeros de cierta edad— tal vez les llegue su eco de vez en cuando (aunque me he detenido antes de llegar a mencionar el vino Imperial Tokay y los puros Hoyo de Monterrey). También Wheatley fue un rendido admirador de J.-K. Huysmans; de hecho, Allá abajo fue uno de los libros que se incluyeron en una serie publicada con el título de Biblioteca de lo Oculto de Dermis Wheatley, desde 1974 hasta 1977.
Figuras históricas
Muchos de los personajes que aparecen (o se mencionan) en El laboratorio de las almas son reales:
CÉCILE CHAMINADE (1857-1944) fue una compositora y pianista que en su época alcanzó una fama considerable. El recital que se describe en la novela tuvo lugar en la residencia de Le Coupey el 25 de abril de 1878. Sentía un gran interés por el espiritismo.
JEAN-MARTIN CHARCOT (1825-1893) fue alumno de Duchenne y actualmente se le considera el padre de la neurología moderna. Era jefe de servicio de La Salpêtrière y se le llegó a conocer como el «Napoleón de las neurosis». Su reputación se extendió por todo el mundo, y sus veladas atraían a buena parte de la élite científica, política y artística de finales del siglo XIX. Muchas de las descripciones de Charcot y de La Salpêtrière que figuran en El laboratorio de las almas están basadas en material que puede encontrarse en Charcot: Conducting Neurology, de Goetz, Bonduelle y Gelfand.
GUILLAUME DUCHENNE DE BOULOGNE (1806-1875) fue un pionero de las técnicas de reanimación mediante el uso de la electricidad, y también un fisiólogo experimental. Los casos de reanimación que aparecen descritos en El laboratorio de las almas son auténticos y están tomados de De l'électrisation localisée et de son application à la physiologie, à la pathologie et à la thérapeutique [Sobre la electrización localizada y su aplicación a la fisiología, a la patología y a la terapéutica]. La obra más famosa de Duchenne, Mécanisme de la physionomie humaine [El mecanismo de la fisonomía humana], que a todas luces constituye un estudio experimental de la musculatura de la cara, es reflejo de la preocupación que sentía por el alma como origen de las emociones humanas.
JUSTINE ETCHEVERY fue un famoso «caso de estudio clínico». Ingresó en La Salpêtrière en junio de 1869.
CHARLES MÉRYON (1821-1868) fue un artista que realizó un evocador grabado (que él tituló Le Stryge/La estrige) de la gárgola dotada de alas que hay en la catedral de Notre-Dame. Murió joven en el manicomio de Charenton. Baudelaire escribió de él lo siguiente: «Un cruel demonio ha tocado el cerebro de M. Méryon».
Otras influencias y fuentes
La neurotoxina TTX (tetradotoxina) se encuentra en el pez globo, en determinados hongos y en otras criaturas oriundas de las Antillas francesas. Es capaz de inducir un estado parecido a la muerte y se cree que es el medio del que se sirven los bokores para crear zombis.
Las experiencias cercanas a la muerte constituyen un fenómeno relativamente común. Hoy en día, uno de cada diez pacientes reanimados, si le les pregunta, refieren haber experimentado elementos repetitivos, como el túnel y la luz.
Chambault está basado a grandes rasgos en el pequeño pero mágico château de Chatonnière y en sus exquisitos jardines formales (37190 Azay le Rideau). Es uno de los secretos mejor guardados del Loira.
La relación existente entre la catedral de Notre-Dame y todo lo diabólico es larga y curiosa. La tribu celta que adoraba el emplazamiento actual creó un número poco común de figuras demoníacas, y en 1711 unos obreros que estaban excavando debajo del coro descubrieron cuatro altares, en uno de los cuales hay una imagen de un dios dotado de cuernos. El pórtico norte de la catedral muestra la leyenda de Teófilo, y es tal vez la representación más temprana de un relato de Fausto. Parte de la piedra que se empleó para construir la catedral procedía del subsuelo de la Rué d'Enfer, o calle del Infierno (que una antigua profecía identificaba con la ubicación de una sima que descendía hasta el infierno). De todas formas, lo que más fama da a la catedral son sus gárgolas, y en particular el demonio alado actualmente conocido como le stryge. La figura resulta notable por sus largas uñas, señal de que dicha criatura bebe sangre. Antes del siglo XIX, un vampiro era un «demonio» provisto con las herramientas necesarias para desgarrar la carne con el fin de calmar la sed. Los colmillos fueron una aportación de finales del siglo XIX a la mitología vampírica, y no eran muy prácticos, ya que de las heridas causadas por perforaciones tan solo puede escapar una cantidad pequeña de sangre.
En el Renacimiento, capturar demonios en un cristal era una práctica relativamente común entre magos de renombre. Se cuenta que Rodolfo II (1552-1612), emperador del Sacro Imperio Romano, se hizo con un «demonio en cristal» para añadirlo a su extensa colección de rarezas. En el exorcismo del padre Ranvier se usan dos formas del Ritual romano, la primera para exorcizar a los que están poseídos por espíritus malvados, y la segunda para exorcizar a Satanás y a otros ángeles apóstatas. El exorcismo del padre Lestoumel hace uso del texto de un manuscrito gallego del siglo VIII. El Sello de Shabako es un amuleto protector de variados usos que llegó a ser muy popular entre los habitantes de Abydos, lugar en el que hay numerosos templos antiguos. Los amuletos y los hechizos resultaban esenciales para que los muertos pudieran realizar su viaje por el peligroso inframundo del antiguo Egipto.
F. R. Tallis
Londres, 2011