A la mañana siguiente, Aden se llevó una gran sorpresa al llegar al instituto. Victoria estaba junto a las puertas. ¿Qué hacía allí, en público? Todo el mundo podía verla, y todos los chicos que pasaban a su lado se la quedaban mirando de hito en hito.

Aden aceleró el paso y Mary Ann tuvo que correr para poder mantener su ritmo. Se habían reunido en el bosque, a mitad de camino entre sus casas, y habían hecho juntos el resto del trayecto en un raro momento de privacidad. Shannon se había quedado en casa, porque estaba enfermo. El lobo también estaba ausente. Ella había estado refunfuñando por ese motivo durante todo el camino, preguntándose dónde estaba, qué estaba haciendo y por qué no estaba con ella. Aden no había tenido oportunidad de darle las gracias por haber decidido ayudarlo.

¿Qué te pasa…? ¡Oh!, le preguntó Mary Ann, que se había quedado sin aliento.

Aden siguió su mirada, y vio al chico que estaba con Victoria aquel día, en el bosque. Era Riley, el guardaespaldas, que estaba junto a la vampira, y con una expresión de enfado por estar allí.

Sin embargo, Aden estaba más interesado en Victoria. Aquel día llevaba un vestido de color negro con brillos, que le llegaba hasta la altura del muslo, unas mallas negras y unas bailarinas con lacitos. Llevaba el pelo recogido en una coleta. Lo único que permanecía igual en ella era su anillo de ópalo.

Ella se percató del escrutinio de Aden.

Esta ropa nueva no es muy cómoda, pero por una vez, sí queríamos encajar con los demás. ¿Te gusta?

Estás muy guapa dijo él.

Ella sonrió lentamente.

Gracias.

Hola, Riley le dijo Mary Ann al guardaespaldas.

Riley asintió.

Mary Ann dijo con la voz ronca.

Aden frunció el ceño y miró a Mary Ann.

¿Os conocéis?

Ella movió la cabeza afirmativamente, pero no apartó la mirada del chico. Del hombre. De lo que fuera. Parecía mayor y más curtido que todos los chicos que entraban al instituto.

Tú también lo conoces. Me advertiste que me mantuviera alejada de él. Pero no te preocupes le aseguró apresuradamente a Aden. No va a hacernos daño.

La única persona, o criatura, contra la que Aden hubiera advertido a Mary Ann era el lobo. Aden respiró profundamente. El hombre lobo. ¿Riley, el guardaespaldas, era el hombre lobo?

Él se puso delante de ambas chicas, extendió los brazos y observó al chico, a la versión humana de aquel animal grande y negro.

Como te ha dicho Mary Ann, no voy a hacerles daño dijo Riley con resignación.

Aden permaneció inmóvil y le miró las piernas a Riley. No tenía ningún bulto bajo el pantalón que indicara un vendaje.

Me curo muy rápidamente explicó Riley con algo de enfado. Sólo cojeé durante un día, o dos.

Aquello era inesperado. Irreal, increíble.

¿Eve?, dijo Aden en voz alta, y Riley frunció el ceño.

«¿Sí?».

La única vez que Mary Ann no había expulsado a las almas al negro vacío fue cuando estaba con el hombre lobo. Eso significaba que el lobo anulaba su habilidad del mismo modo que Mary Ann anulaba, normalmente, las de Aden.

«¿Aden?», preguntó Eve. «¿Necesitabas algo?».

No, disculpa. Sólo estaba comprobando si te habías ido al agujero negro murmuró él.

¿Con quién estás hablando?, le preguntó Riley.

«Quiero hablar con Mary Ann. Tengo muchas cosas que…», dijo Eve al mismo tiempo.

¿A quién contestaba primero?

Con una amiga le dijo a Riley. Y, Eve, sabes que no puedo hablar contigo en público. Por favor, entiéndelo.

Ella le soltó un gruñido, pero se quedó callada.

En realidad, no debería estar hablando con ninguno de vosotros aquí dijo Aden. Miró a su alrededor y añadió: Por aquí.

Tomó a Victoria y a Mary Ann de la mano y las llevó hacia el enorme roble que había a un lado del edificio.

Riley los siguió, mirando con los ojos entornados las manos entrelazadas de Aden y Mary Ann, hasta que Aden la soltó.

¿Qué está pasando aquí?, preguntó Mary Ann, y le dio una patadita a una piedra con la punta del zapato. Estaba nerviosa y se sentía insegura. Si Aden no se equivocaba, estaba mirando a Riley a través de las pestañas.

Pobre Mary Ann. Era evidente que aquel chico le gustaba, pero Aden sabía que aquello no iba a terminar bien para ella. Algún día, pronto, Mary Ann estaría corriendo por el bosque, con las mejillas llenas de lágrimas, y perseguida por Riley el lobo. ¿Y él querría hacerle daño? O tal vez consolarla, pensó Aden de repente. Cosas más raras habían pasado, obviamente.

Os lo explicaré dentro de un momento. Creo que primero hay que hacer las presentaciones dijo Victoria.

¿Cómo podía habérsele olvidado?

Victoria, te presento a Mary Ann dijo Aden. Mary Ann, ella es Victoria. Y parece que todo el mundo conoce a Riley.

Me alegro de conocerte dijo Mary Ann.

Victoria asintió, mirando a Aden y a Mary Ann.

Yo a ti también. Había oído hablar mucho de ti dijo; su tono de voz no fue precisamente agradable.

¿Acaso estaba… celosa?

No veo que tengas… Quiero decir… Mary Ann se ruborizó. No importa.

Son retráctiles explicó Victoria. Emergen sólo cuando tengo hambre.

Mary Ann se tapó el cuello con una mano.

Oh.

No te va a morder le dijo Aden.

Sin embargo, Victoria no intentó tranquilizar a Mary Ann. Tal vez estuviera celosa. Aden tuvo ganas de sonreír.

Observó a los tres chicos que estaban con él, y se admiró. Qué distintos eran. Una bella vampira, un cambiador de forma misterioso y una chica adolescente aparentemente normal. No se conocían desde hacía mucho tiempo, pero él había llegado a sentirse muy cercano a ellos en muy poco tiempo. Bueno, al menos a dos de ellas.

Me dijiste que los hombres lobo son despiadados le dijo a Victoria. Entonces, ¿por qué tu guardaespaldas es uno de ellos?

Victoria sonrió.

Él es despiadado con todo el mundo menos conmigo. Y por eso es mi guardaespaldas.

Buena explicación. Aunque eso no significaba que a Aden tuviera que gustarle.

¿Y Mary Ann?

Ya te he dicho que yo nunca voy a hacerle daño dijo Riley.

Me alegro de saberlo. Pero si alguna vez cambias de opinión, lo lamentarás dijo Aden. Porque las cosas eran así. Él no tenía muchos amigos, pero los que tuviera los protegería con la vida.

Riley se pasó la lengua por los dientes afilados y blanquísimos.

¿Me estás amenazando, chaval?

Eh, vamos. De eso nada dijo Mary Ann. Tenéis que ser más amables el uno con el otro. Riley, Aden sólo se está preocupando por mí. Aden, ¿no te acuerdas de que Riley nos ayudó anoche?

Sí dijo Aden de mala gana.

De todos modos intervino Riley, ya que estamos hablando del tema de hacerle daño a una chica y sufrir las consecuencias, deberías saber que me tomo muy en serio mi trabajo explicó. Si le haces daño a Victoria, lo lamentarás. Te colgaré de los intestinos cuando todavía estés con vida.

Mary Ann abrió unos ojos como platos.

Riley se dio cuenta, y sonrió a medias.

Disculpa. Lo haré rápidamente y sin dolor, ¿de acuerdo?

No deberías amenazar dijo ella entonces, y su tono de voz no era de temor, sino de ira. Mucha ira. Entonces, ¿por qué estaba mirando a Victoria, y no a Riley?

Aden repasó aquella conversación mentalmente y se dio cuenta de que a Mary Ann no debía de haberle gustado cómo Riley se había apresurado a defender a la vampira. Los celos debían de ser contagiosos, porque parecía que a todos les habían afectado.

Está bien dijo Victoria para zanjar aquella cuestión. Vamos a hablar de otras cosas.

De acuerdo respondió Mary Ann, cuya ira desapareció. ¿Qué estáis haciendo aquí? No me malinterpretéis, me encanta que hayáis venido dijo, mirando de reojo a Riley. Pero no entiendo por qué.

Victoria se echó a temblar ligeramente y miró a Aden.

¿Recuerdas que te dije que mi gente había sentido tu energía?

Él asintió.

Bien… No fueron los únicos. Han llegado otros dijo con preocupación, y comenzó a enumerar: Duendes, hadas, brujos susurró. Están buscando la fuente de la atracción.

Dios santo, ¿más criaturas? ¿Y lo estaban buscando a él? Aden cabeceó. Ojalá pudiera borrar lo que acababa de decir Victoria, ojalá pudiera olvidar todos los problemas que iban a llegar. ¿Cuántas cosas más podría soportar?

Nosotros nos criamos entre ellos, y sabemos cómo actúan continuó ella. Querrán capturarte y estudiarte.

Por eso estamos aquí dijo Riley. Hemos venido a protegeros para que esas criaturas no os rapten ni os hieran.

Aden se echó a reír, hasta que se dio cuenta de que el hombre lobo hablaba en serio.

Yo sé cuidarme solito sentenció. Llevaba haciéndolo toda la vida.

De todos modos, las órdenes son las órdenes dijo Riley. Vlad no quiere que sufras ningún daño hasta que él pueda conocerte.

¿Y por qué no puede conocerme ahora?

Riley lo ignoró.

Y tú le dijo a Mary Ann eres la mejor amiga de Aden, lo cual significa que también necesitas protección.

Ella asintió. Parecía como si estuviera conteniendo una sonrisa.

También Riley.

Las buenas noticias son que Victoria y yo vamos a ser alumnos del instituto. Nos veremos mucho más.

¿Victoria, con él todo el día? De acuerdo. Tal vez el hecho de que a uno lo persiguieran duendes, hadas y brujos no fuera tan malo. Sin embargo…

No he visto nada sospechoso dijo Aden.

Ni diferente tampoco. O sí… A la señora mayor del centro comercial, y al chico que fingía ser John O’Conner. Brillaban e irradiaban energía.

¿Y si ellos eran duendes, hadas o brujos? Aunque ninguno había intentado hacerles daño, ni a Mary Ann ni a él.

Riley volvió a encogerse de hombros.

Tal vez tú no te hayas percatado de su presencia, pero eso no significa que ellos no te hayan visto a ti.

Él se pasó una mano por la cara.

¿Y qué quieren de mí esas criaturas?

Lo mismo que queríamos nosotros, seguro dijo Victoria. Averiguar cómo irradias toda esa energía, cómo la hiciste explotar, cómo les hiciste daño con ella. Y todavía sigues vibrando a causa de un poder extraño. Salvo cuando estás con Mary Ann. Entonces, las vibraciones cesan. Bueno, salvo cuando Riley está presente. ¿Por qué?

No lo sé dijo Aden, aunque quería averiguarlo. ¿Podéis contarme algo de lo que va a enfrentarse a mí?

Con las brujas y los brujos debes tener mucho cuidado le dijo Victoria. Pueden sonreír mientras te maldicen. A los duendes les gusta comer carne humana. Al contrario que los vampiros, ellos no toman un poco de sangre y se marchan. Comen el cuerpo entero. Las hadas son igualmente poderosas; su belleza esconde un corazón traicionero.

Victoria había pronunciado con desprecio la palabra «hadas».

No os gustan mucho las hadas, por lo que veo dijo Mary Ann con las cejas arqueadas.

Riley asintió.

Son nuestros peores enemigos.

Aunque Aden había estado en contacto con lo extraño durante toda su vida, se dio cuenta de que había un mundo nuevo del que no sabía nada. Tal vez no quisiera aprender nada de él, pero tenía que hacerlo.

Ayer hablé con mi padre dijo Victoria.

Victoria le advirtió Riley.

¿Qué ocurre? Tiene que saberlo.

A tu padre no le va a gustar que un extraño conozca su fragilidad.

Aden no va a usar la información contra él dijo ella. De todos modos, durante Samhain, o Halloween, como lo llamáis los humanos, mi padre se levantará oficialmente. En honor a esa ocasión, va a celebrar un baile, y allí es donde desea conocerte.

¿Tu padre, Vlad el Empalador, quiere conocerme durante la noche de Halloween? ¿Y qué quieres decir con que va a levantarse oficialmente? Creía que estaba bien de salud.

Sí, quiere conocerte. Y cuando digo «levantarse», me refiero a eso. Durante la pasada década ha estado en hibernación para calmar la mente, para impedir que los recuerdos de su vida, que ya es demasiado larga, lo enloquezcan. Tu energía lo despertó antes de tiempo, aunque su cuerpo está y continuará estando débil hasta la ceremonia.

Dios santo. Había despertado a una bestia, literalmente. No era de extrañar que Vlad quisiera matarlo al principio.

Te pido que vengas, por favor le dijo Victoria. No lo enfades. No te gustarían las consecuencias.

Iré dijo él. Al fin y al cabo, tenía un mes para prepararse en cuerpo y alma.

Ella sonrió.

Gracias.

Dentro del instituto sonó un timbre que indicaba que sólo les quedaban cinco minutos para entrar en su primera clase.

Sois estudiantes, ¿no?

Victoria y Riley asintieron.

Entonces, vamos. No podemos llegar tarde.

Los cuatro echaron a andar, de mala gana, hacia su escuela.

¿Tenéis los horarios, o queréis que os enseñemos el edificio?, preguntó Mary Ann, mirando con timidez a Riley.

Sí y no dijo el hombre lobo. Sí, tenemos el horario y no, no necesitamos que nos lo enseñéis. Ya lo hemos visto.

¿Cuándo?

Anoche dijo Victoria con otra sonrisa. Aquélla, de azoramiento.

Dios, a Aden le encantaba aquella sonrisa.

Debió de acelerársele el pulso, porque ella posó la mirada en su cuello y se humedeció los labios. ¿Estaría pensando en morderlo?

Aden se dio cuenta de que eso ya no le asustaba. Ni un poco. Y mejor, porque ella iba a morderle pronto. No iba a ser capaz de contenerse, tal y como le había mostrado Elijah. Pero Aden sabía que sus acciones no lo iban a aterrorizar, y que no iba a convertirse en un esclavo de sangre.

¿Lo has visto?, le preguntó una chica a su amiga mientras pasaban a su lado por la acera.

Sí, sí. ¿Quién es? ¡Es guapísimo!

¡Ya lo sé!

Cuando sus voces se estaban alejando, pasaron unos cuantos chicos.

Debe de haberse adelantado la Navidad. ¿Habías visto a una chica tan guapa alguna vez?

¿Crees que el nuevo ya se la ha ligado?

¿Y qué importa? Hay suficiente para todos.

Se echaron a reír, pero las puertas se cerraron tras ellos y no pudieron oír más comentarios.

Aden apretó los puños a los lados.

Humanos dijo Victoria, con un suspiro de resignación.

¿Quieres que los castigue?, le preguntó Riley.

«Eso es cosa mía», pensó Aden.

Victoria se echó a reír, aunque Mary Ann se puso rígida.

No. Pero gracias, de todos modos.

Cuando llegaron a las puertas del instituto, algo empujó con fuerza a Aden por la espalda y lo lanzó hacia delante. Riley lo sujetó e impidió que se cayera y se chocara contra la puerta. Se dio la vuelta con los ojos entrecerrados y se encontró con Tucker.

Estás en medio dijo Tucker.

Aden alzó la barbilla. La furia que había sentido momentos antes no era nada comparada con la que sentía en aquel momento. Como Mary Ann ya no estaba saliendo con él, Aden no tenía por qué ser agradable.

Pues rodéame.

«No puedes pelearte con él», le dijo Eve.

«Sí, pero tampoco puede rehuirlo», dijo Caleb. «Quedaría como un blandengue».

«Pero, ¿y si lo expulsan del colegio?», preguntó Julian.

Elijah se mantuvo en silencio, extrañamente.

Apártate de mi camino le ordenó Tucker, y lo empujó de nuevo.

Los demás chicos se acercaron para ver una pelea, y comenzaron a animar:

¡Pelea, pelea, pelea!

Tucker le dijo Mary Ann, alargando la mano para agarrarlo por la muñeca. No hagas esto. Riley apartó la mano de Mary Ann antes de que pudiera tocar a Tucker, y la puso tras él.

Oh, no.

Victoria se acercó a Aden. Cuando abrió la boca para hablar, él alzó la mano para que no lo hiciera. Ella podía salvarlo de aquella pelea, sí, pero Tucker regresaría. Los matones siempre volvían hasta que alguien les daba un motivo para no hacerlo, cosa que Aden había hecho con Ozzie.

Si no te apartas de mi camino, te voy a aplastar los dientes contra el suelo, y te vas a enterar de que no eres tan duro como piensas. Sólo eres un bebé que corre a llorarle a la mejor amiga de su novia.

Tucker palideció.

Vas a morir por eso.

Oh. Qué listo dijo Aden, y aplaudió. Una amenaza de muerte. ¿Y sabes lo más gracioso? Que ni siquiera es la primera que recibo hoy.

Tucker siguió mirándolo durante un instante. Entonces, la mirada fulminante se convirtió en un gesto de desconcierto, y después, de irritación. Al final rodeó a Aden y entró en el instituto.

Bien, ¿qué acababa de ocurrir? ¿Por qué se había alejado Tucker sin que Aden hubiera tenido que darle ni siquiera un puñetazo?

Los chicos que rodeaban a Aden se quejaron de la decepción, pero siguieron a Tucker.

Qué raro dijo Riley. He visto arañas saliendo de la negrura de su aura. Era como si te las estuviera proyectando, como si quisiera que las vieras y las sintieras por tu cuerpo.

¿De qué estás hablando?, preguntó Mary Ann. ¿Qué es eso de proyectar arañas?

Es un demonio dijo Victoria.

Riley asintió.

Tienes razón, por supuesto. Debería haberlo sabido. Claramente, Tucker es, en parte, un demonio. Una parte muy pequeña, pero lo suficiente para que tenga el poder de crear ilusiones.

¿Cómo?, preguntaron Aden y Mary Ann al unísono.

¿Y has dicho demonio?, añadió Mary Ann. Eso no puede ser cierto. Ha sido mi novio durante meses. Tal vez haya estado distraída durante la mayor parte de ese tiempo, pero… Me habría dado cuenta si no fuera humano, ¿verdad? Quiero decir que estoy estudiando para ser psiquiatra. Y es cierto que ayer me pregunté si tal vez hubiera demonios entre nosotros, y eso era lo que Aden tenía atrapado en su cabeza, pero no me lo creí de verdad.

Aden tampoco quería creerlo.

¿Es como si estuviera poseído por un demonio?

Riley se encogió de hombros.

O eso, o hay un demonio en su árbol genealógico.

El bebé de Penny dijo Mary Ann con espanto. ¿Acaso va a ser un demonio?

Riley se encogió de hombros nuevamente, aunque su expresión era comprensiva. Y de alivio, si Aden no se equivocaba.

Sólo el tiempo lo dirá.

Shane Weston sabe lo de Tucker, creo, y no le importa. Me pregunto si él también es un demonio dijo Mary Ann mientras se masajeaba la nuca. Vais a tener que explicarme cómo es posible todo esto. Aunque todavía no puedo creer del todo lo de los demonios, eso explicaría la vena cruel de Tucker, y el hecho de que una vez pudiera materializar una serpiente del aire, y que estuviera tan empeñado en salir conmigo y más tarde, cuando rompimos, en que siguiéramos siendo amigos.

Quería quedarse contigo porque eres muy guapa dijo Riley.

¿Tú crees que yo soy guapa? Aunque no importa añadió rápidamente, mientras cabeceaba como para aclararse las ideas. Lo que estaba diciendo es que una vez Aden me dijo que yo lo calmaba, y después, Tucker me dijo lo mismo. Tal vez yo sea… una especie de tranquilizante para las criaturas que no son humanas.

No un tranquilizante dijo Aden, sino un neutralizador.

Bueno, si anulo los poderes, ¿cómo es posible que Tucker produjera aquella serpiente? Yo estaba al otro lado de la puerta, pero de todos modos estábamos muy cerca.

Tal vez para anular los poderes necesites que el que tiene esos poderes esté ante ti en un espacio abierto sugirió Aden.

Mejor será que no hablemos de eso aquí dijo Riley, observando los coches que había en el aparcamiento, y los estudiantes que todavía estaban en el vestíbulo. Cualquiera podía acercarse a ellos.

Entraron al edificio y comenzaron a caminar por los pasillos, entre los estudiantes. Aden se inclinó hacia Victoria:

¿Estarás bien?, le susurró, llevándose la mano al cuello para indicarle lo que quería decir.

Sí respondió ella.

Si tienes hambre…

No voy a tener hambre dijo Victoria, aunque no parecía muy convencida.

Bueno, de todos modos, estoy disponible para ti.

El timbre volvió a sonar, y Aden suspiró.

Bueno, vamos a clase. Ya llegamos tarde.

¿Y cómo iba a explicárselo a Dan? «Eh, Dan, échame del rancho porque estaba hablando de cosas importantes con una vampira y un hombre lobo».

Yo me ocuparé de eso dijo Victoria con una sonrisa. Nadie lo va a saber.

¿Y cómo…? Ah lo haría con su voz de vudú. Aden también sonrió. Salir con una princesa vampira tenía sus ventajas. Gracias.

Es todo un placer.

Aden pensaba que todos iban a tener que separarse, pero resultó que Victoria y Riley habían hecho algo más que colarse en el instituto de noche para recorrerlo. Se habían asegurado de que Victoria tuviera el mismo horario que Aden, y Riley, el mismo que Mary Ann.

Victoria… en el instituto con él durante todo el día. Podría pasar más tiempo con ella, verla abiertamente, hablar con ella, saber más cosas de ella y de su gente. ¿Podía ser mejor?

En realidad, sí. Mary Ann lo estaba ayudando, y Riley ya no le amenazaba con matarlo.

Sin embargo, su optimismo no duró mucho tiempo. Algo iba a salir mal, y no iba a tardar mucho. Siempre ocurría. No era paranoia. Simplemente, era la cruz de la vida de Aden.

Elijah murmuró, mientras entraba a la primera clase con Victoria.

El adivino sabía lo que quería.

«Sí, va a ocurrir algo malo, amigo mío. Te lo dije antes de que comenzaras este viaje».

Pero Aden se había embarcado en él de todos modos, así que ocurriera lo que ocurriera, sería culpa suya.

En la tercera hora, el supuesto John O’Conner estaba esperando a Aden, casi dando saltos en la puerta de la clase. Aden todavía estaba furioso con él, y además, había comenzado a desconfiar de su naturaleza, así que fingió que no oía sus preguntas ansiosas.

¿Has hablado con Chloe? ¿Eh? ¿Eh? No pude entrar en la cafetería por algún motivo, pero lo intenté.

Victoria ocupó el asiento de John, y el chico tuvo que quedarse de pie junto a Aden. Los demás estaban entrando, y se quedaban mirándola con asombro. Aden tuvo ganas de pegarles.

Aléjate le gruñó Aden a John.

¿Quién? ¿Yo?, preguntó Victoria.

Él señaló a John con la cabeza.

No. Este pesado.

¿Qué pesado? Victoria no podía verlo.

¿Es…? ¿Crees que puede ser un…?

Vamos, tío dijo John antes de que Victoria respondiera. No te estoy pidiendo que resuelvas el problema del hambre en el mundo, ni nada por el estilo. Sólo quiero que hables con Chloe y te enteres de cómo está.

Aden puso la mano en el pecho de John para empujarlo, o al menos lo intentó. La mano lo atravesó como si estuviera tocando el aire, y Aden sintió una descarga eléctrica, como si hubiera metido los dedos en un enchufe.

Se quedó mirándose la mano con desconcierto. La profesora comenzó a hablar, y después le pidió a Victoria que se pusiera ante toda la clase y les contara un poco de sí misma.

Hola, me llamo Victoria y soy de Nueva York. Me gusta estar sola y mi helado favorito es el de nata con nueces. Gracias.

Él miró a John con ojos nuevos. Su piel era brillante, y en aquel momento su cuerpo sólo era una silueta de lo que debía de ser. No era un duende, un hada ni un brujo, después de todo. ¿Cómo no se había dado cuenta? ¿Cómo no lo había razonado?

¿Qué pasa? ¿No lo sabías?, le preguntó John. El John de verdad, después de todo. El que había muerto de una sobredosis, y que se había convertido en un fantasma.

Era de esperar, pensó Aden. ¿Acaso los espíritus también lo perseguían? Y si lo perseguían, ¿cómo iba a protegerse de ellos?

Durante aquel día se intensificaron los chismorreos acerca de Riley y de Victoria. Un grupo de estudiantes decía que eran modelos que intentaban esconderse de los medios de comunicación. Otro decía que eran los hijos de una pareja de modelos, que estaban intentando esconderse de los medios de comunicación. Todo el mundo pensaba que eran ricos, y unos cuantos creían que estaban filmando un reality show para la televisión.

Mary Ann lo escuchaba con resignación, sin saber cómo habían entrado en la historia el dinero y la fama. Ella casi no podía creer que Riley estuviera allí. ¡Y en forma humana!

Él permaneció a su lado, observando a todo el mundo y asegurándose de que se comportaban bien. Mary Ann temía, en parte, que él estuviera con ella sólo porque le resultaba calmante, como les sucedía a Aden y a Tucker. Que era un demonio. Un maldito demonio. Y ella lo había besado. ¿Le habría pegado él gérmenes de demonio?

Aunque Mary Ann no podía quejarse de las atenciones de Riley, pero esperaba y rezaba para que la tranquilidad no fuera el único atractivo que tenía para él. Riley había dicho que era guapa, pero ¿y si lo había dicho sólo para ser agradable?

Podría conseguir a la chica que quisiera, Mary Ann estaba segura. Como a Penny, si hubiera estado allí. Mary Ann no la había visto en todo el día. Podría conseguir incluso a Christy Hayes, la jefa de animadoras, que en aquel momento estaba lanzándole besos mientras pasaba pavoneándose a su lado.

Puedes ir a hablar con ella si te apetece le dijo Mary Ann. Faltan cinco minutos para la tercera clase.

Él frunció el ceño mientras caminaban, y se pasó los libros de un brazo a otro.

¿A hablar con quién?

Vaya. Riley ni siquiera había visto a la guapísima Christy. Mary Ann sintió una punzada de placer.

No importa. ¿Y qué tal va tu día, hasta el momento?

Bien. Victoria y yo hemos ido más veces a la escuela. Claro que los otros alumnos y los profesores eran como nosotros, pero el colegio es el colegio. Vas, aprendes, y matas a quien se interponga en tu camino.

Ella palideció.

No puedes ir por ahí matando gente. Hay reglas y leyes que debes obedecer o…

Él se echó a reír.

Sólo estaba bromeando, Mary Ann. Yo no les haría daño a tus amigos.

Ah dijo ella. Después refunfuñó: ¡No me asustes así!

Sin embargo, a tus enemigos… murmuró él.

Mary Ann agitó la cabeza, sin saber si debía creerlo en aquella ocasión. Con ella nunca había sido rudo ni agresivo. Sólo era amable y protector.

Entraron en clase y se sentaron juntos. Riley la observó mientras ponía los libros en el pupitre.

De nuevo, tu aura es una mezcla de colores. ¿En qué estás pensando?

«En ti».

Se inclinó hacia él y le susurró:

¿Tienes novia esperándote en casa? Sólo es por curiosidad, ya sabes.

«No, es que soy tonta». Sin embargo, tenía que saberlo.

Él sonrió.

No. No hay nadie. En realidad, Victoria es mi única amiga.

La maravillosa Victoria. Estupendo.

¿Y yo soy tu amiga?, le preguntó. Él se lo había dicho antes, pero tal vez hubiera cambiado de opinión.

Pasó un momento, y él la miró a los ojos y asintió.

Sí. Eres mi amiga, y yo soy tu amigo. Te protegeré, Mary Ann. Tienes mi palabra.

Sonó la campana, y el profesor comenzó la clase. Ella no oyó ni una sola palabra. Miraba hacia delante y fingía que prestaba toda la atención del mundo y tomaba apuntes, pero sólo podía pensar en Riley.

Por desgracia, así continuó todo el día. Se preguntaba qué le parecería a él el instituto y los demás chicos. Si se aburría y quería estar en otro lugar. Si le gustaba estar con ella tanto como a ella con él.

A la hora de comer se sentaron con Aden y Victoria en la cafetería. Todos los demás los miraban. Incluso se inclinaban hacia ellos para escuchar lo que decían. Victoria ni siquiera fingió que comiera.

Bueno, aquí no podemos hablar de nada dijo Aden, y miró a Mary Ann. Aunque te diré que John, el verdadero John, ha hablado conmigo.

¿Cómo?

¿Te refieres a un fantasma?, le preguntó Mary Ann en un susurro.

Aden asintió.

Primero un demonio y después un fantasma. ¿Qué sería lo siguiente? A ella le temblaba la mano mientras tomaba un poco de helado.

¿Y qué quería?

Que hablara de su parte con Chloe Howard.

Mary Ann recordó a la chica. Era tímida y apenas hablaba, y casi siempre llevaba una capucha puesta.

¿Y vas a hacerlo?

No lo sé. ¿Y si estropeo las cosas y John se enfada? ¿Y si lo hago bien y me manda a otros como él? Porque sé que hay otros. Los he visto. Cuando los vi no sabía lo que eran, pero al mirar atrás, sé que eran eso. De todos modos, vamos a cambiar de tema.

Podemos ir a mi casa después de clase dijo Mary Ann. Así podrían hablar.

Victoria y Riley asintieron, aunque estaban un poco desconcertados. No habían entendido la parte anterior de la conversación.

Te lo explicaré después le dijo Mary Ann a Riley. Él asintió otra vez.

No puedo dijo Aden, mientras sacaba el sándwich de su envoltorio de papel. Tengo que estar a las cuatro, como muy tarde, en el rancho.

¿Y si le dices a Dan que vas a venir a mi casa con un grupo de estudio?

Se lo preguntaré, pero dirá que no.

Sólo hay un modo de averiguarlo dijo Mary Ann.

Sacó el teléfono móvil del bolsillo y llamó a su padre.

Papá dijo cuando él respondió. ¿Te importaría que invitara a unos amigos a estudiar a casa después de clase?

Espera, espera. ¿Es mi hija la que habla?, preguntó él. No puede ser. Nunca invita a nadie a casa, ni siquiera cuando su anciano padre se lo pide por favor.

Papá, lo digo en serio.

Claro, invítalos a estudiar. Estoy muy contento. ¿Quieres que me quede a trabajar hasta tarde? Así no os molestaría.

Realmente, su padre quería que se relacionara más, aunque fuera estudiando. Tal vez fuera cierto que había estado trabajando demasiado.

Eso sería estupendo.

Entonces, ¿nos vemos más o menos a las nueve?

Perfecto. ¡Gracias!

Te quiero, nena.

Te quiero, papá dijo Mary Ann. Después colgó y le tendió el teléfono a Aden con una sonrisa. Te toca.

No puedo creer que esté aquí dijo Aden, mirando a su alrededor por la casa de Mary Ann.

Dan le había dado permiso. Claro que, Victoria se había puesto al teléfono y le había dicho que lo hiciera, pero de todos modos era sorprendente. Aden estaba allí.

Victoria y él se pasearon por el salón. Riley, que ya había estado allí, permaneció junto a Mary Ann en la entrada. Era espacioso, con sofás de color rojo y una alfombra verde y azul, y varias mesas de mármol naranja. Para conjuntarlo todo, las pantallas de las lámparas tenían flecos multicolores.

Mi madre decoró la casa, y mi padre nunca ha tenido valor para cambiar nada después de que muriera explicó Mary Ann, y todos percibieron el tono de cariño con el que hablaba de la mujer.

Me encanta dijo Aden. Tenía carácter y calidez, y resultaba acogedor.

Riley intentó describírmelo añadió Victoria, pero yo no podía creerlo. ¿Quién lo habría imaginado?, suspiró de melancolía y se acercó a Aden, que estaba junto a la chimenea. Pasó la mirada por su cuello, y después volvió y se quedó allí. A medida que pasaba el día, ella se concentraba más y más en su pulso. Nuestra casa es muy oscura. No tiene color dijo, arrastrando las palabras.

¿Tenía hambre? Estaba más pálida de lo normal, y no tenía nada de rubor en las mejillas.

¿Y dónde está tu casa, a propósito?, dijo él. Si era necesario, iba a llevarla fuera y a obligarla a que bebiera de su sangre. Sé que eres de Rumanía, pero ¿dónde os alojáis aquí?

Hemos venido con un grupo muy grande, así que tuvimos que comprar la casa más grande que encontramos.

Está lo bastante lejos como para darnos la impresión de que tenemos privacidad, pero lo suficientemente cerca como para poder ir a la ciudad en poco tiempo explicó ella sin apartar la vista de su cuello.

Él inclinó la cabeza a un lado para ampliar lo que ella podía ver. A Victoria se le cortó la respiración. Oh, sí. Tenía hambre.

Puedes beber de mí, ¿sabes?, le dijo Aden. Por el rabillo del ojo vio una fotografía enmarcada y la tomó.

No susurró ella.

¿Estás segura?

Era la fotografía de un hombre, de una mujer y de una niña. Era evidente que Mary Ann era la niñita, y que los adultos eran sus padres. Ella se parecía mucho a su madre. Tenía el mismo pelo oscuro, y los mismos ojos. La misma cara delgada.

Bueno, Aden, y… ¿ves algún fantasma aquí?, le preguntó Mary Ann con la voz titubeante.

Antes de que pudiera responder, sus compañeros comenzaron a hablar frenéticamente.

«Ese hombre», dijo Eve entrecortadamente. «Lo conozco».

«Es familiar, ¿verdad?», preguntó Julian.

Aden se acercó la fotografía. El hombre tenía el rostro bien afeitado, los ojos azules y una expresión joven, como cientos de hombres a los que había visto a lo largo de los años.

Es el padre de Mary Ann dijo con el ceño fruncido. No podemos conocerlo.

«Sí, sí», replicó Eve con emoción. «Lo hemos visto antes. En persona. ¿No os acordáis? Con gafas y barba, y… no importa. Te llevaré con él».

«¡No!», gritaron todos en su cabeza.

¿Aden?, preguntó Victoria, y le puso la mano sobre el hombro. ¿Qué te ocurre?

¡No, Eve, no!, rugió Aden, que se concentró sólo en una cosa: en sobrevivir. Por favor, no me hagas esto.

Era demasiado tarde. Todo su mundo se volvió negro. Estaba cayendo, girando y gritando, moviendo los brazos para encontrar un ancla que se escapaba constantemente de su alcance. Le ardía el estómago y sentía agudos calambres.

Su cuerpo se derritió, la piel y los músculos se desintegraron y los huesos se deshicieron hasta que perdió el contacto con la realidad y se perdió por completo.