El amor es una droga.

Enamorarse es transformacional, aunque no siempre del modo que se espera. Uno pasa de ser una persona entera a convertirse en media relación, a veces perdiendo buena parte de sí mismo en el proceso. Por desgracia, casi siempre es la parte que más seguro de ti mismo y a salvo te hace sentir la que desaparece. Pero lo más problemático de todo empieza cuando necesitas recurrir a otra persona para que te ayude a encontrarla.