Fui a Bronte, a casa de mis padres, aunque no quise saber nada de quedarme a dormir en el sofá de la sala de estar. Mañana es día festivo en Inglaterra y Australia; pero yo trabajo, porque habrá actividades deportivas de todo tipo en los estadios situados al este de Queens y tendremos muchos accidentes de tráfico y víctimas de grescas entre borrachos. También me toca trabajar el día de Año Nuevo, pero por suerte Ann Smith pidió trabajar la noche de Fin de Año porque su novio estará de guardia esa noche. La noche de Fin de Año es caótica en las guardias de todos los hospitales; pero mucho peor es en Vinnie, porque medio Sydney hace su visita anual al Cross para embriagarse, llenar las calles de vómito y basura y mantener a Norm, Merv, Bumper Farrell y el resto de los policías del Cross más atareados que nunca.
A Willie le regalé una botella de brandy del bueno, a la abuela un precioso mantón español, a Gavin y Peter una lente macro para su cámara Zeiss, a papá una caja de habanos cubanos y a mamá unas prendas íntimas realmente bonitas (sexys, pero respetables). Entre todos los miembros de la familia me regalaron un cupón para Nicholson’s con el que me podré comprar montañas de elepés. Lo agradecí enormemente.