Martes, 12 de abril de 1960

Chris está planeando una venganza contra el doctor Michael Dobkins con la ayuda y la complicidad de la Hermana de Urgencias. Resulta que es el nuevo responsable de Urgencias, porque ¿acaso la plana mayor lo sacó del cargo después de que se despachara contra nosotras? ¡No! Cada dos por tres surge algún incidente, así que presumo que muy pronto el doctor Dobkins decidirá que se siente mucho mejor trabajando en el Hospital Hornsby, mucho más cerca de su casa en Pymble que Queens. Hubiera dicho el Royal North Shore, que es elegante y convenientemente enorme, pero allí sólo aceptan a los de su clase. Felaciones aparte, los hombres que fastidian a las mujeres con puestos de poder son unos cretinos. Dobkins no se había equivocado al decir que éramos unas desgraciadas, pero ¿estúpidas? El estúpido es él.

Chris me regañó duramente delante de la principiante por haber sido amable con Demetrios. Yo me enfurecí y le planté cara con uñas y dientes.

—¡Escucha, maldita desgraciada intolerante, él es un hombre decente, inteligente y con un futuro brillante! Sólo Dios sabe por qué le gustas, pero tú ni siquiera te dignas a mirarlo porque es inmigrante y transporta a los pacientes. ¡Si me da la gana de tratar a Demetrios como un ser humano, eso es lo que voy a hacer y nada de lo que digáis tú o la Hermana Agatha me hará cambiar de opinión! ¡Lo que tú necesitas, Christine Leigh Hamilton, es un buen polvo!

¡Lo dije, lo dije! La principiante estuvo a punto de desmayarse, y luego voló a refugiarse en el cuarto oscuro por decisión propia. Chris se quedó mirándome boquiabierta como si acabara de atacarla un conejillo de Indias.

Yo esperaba que me mandara directamente a hablar con la Hermana Agatha, pero esta vez decidió que la discreción era la mejor alternativa y no dijo una palabra, ni siquiera a mí. En cambio, la próxima vez que Demetrios trajo un paciente, lo miró como si se le hubiera caído la venda de los ojos. Incluso le sonrió. Apuesto a que mañana hasta le ofrece una taza de té y un bizcocho.

Pueden llamarme Cupido.