¡He conseguido el trabajo! Tras aprobar los exámenes finales en la escuela técnica de Sydney el año pasado, me presente en el Departamento de Radiología del Hospital Royal Queens solicitando un puesto como técnica superior, ¡y hoy el correo me ha traído una carta de aceptación! Este lunes empiezo a trabajar como técnica superior en radiología en el hospital más grande del hemisferio sur, ¡más de mil camas! En comparación el Hospital Ryde, mi antigua alma mater, parece una barca al lado del Queen Elizabeth. Ahora sé que nunca debería haber hecho las prácticas en el Hospital Ryde, pero entonces, cuando David me lo sugirió, pensé que era una idea brillante. Su hermano mayor, Ned, era jefe de admisiones, un buen enchufe. ¡Ja! Se comportó como un verdadero perro guardián. Cada vez que un hombre me dirigía una mirada insinuante, el Maldito Ned Murchison lo espantaba: yo era la chica de su hermano, ¡así que nada de invadir la propiedad privada! Los primeros días no le di importancia, pero a medida que dejaba atrás mi humildad y mi inseguridad de adolescente, aquello se convertía en una ciénaga colosal, y empecé a pensar que podría ser divertido salir con fulano o mengano.
En cualquier caso, hacer prácticas en Ryde tenía una ventaja. Se tardan unas dos horas en llegar allí en transporte público, y estudiar en un transporte público es mucho mejor que tratar de estudiar en la residencia de los Purcell, entre la abuela y mamá que miran la televisión y los chicos que dejan un montón de platos sucios mientras aúllan «criquet, criquet, criquet». Se oían las voces de Clint Walker y Efrem Zimbalist Junior en la sala de estar, y las de Keith Miller y Don Bradman en la cocina, sin que hubiera una miserable puerta que las separara; y yo sólo disponía de la mesa del comedor para estudiar. Prefiero un autobús o un tren. ¿Sabes qué? ¡Así saqué las mejores notas de mi vida! Gracias a eso conseguí el trabajo en el Royal Queens. Cuando me dieron las notas, mamá y papá se enfadaron, porque cuando terminé la secundaria en Randwick me negué a hacer la prueba de acceso a la universidad para estudiar ciencias o medicina. Mi éxito en los estudios como técnica en radiología demostraba mi falta de ambición, por así decirlo. Pero ¿a quién le apetece ir a la Uni y tener que soportar a todos esos hombres contrarios a que las mujeres desempeñen profesiones masculinas? ¡A mí, no!