Persona a persona

El quinto hábito es poderoso porque está exactamente en el centro del círculo de influencia. Muchos factores de las situaciones interdependientes están en el círculo de preocupación: problemas, desacuerdos, circunstancias, la conducta de otras personas. Y si concentramos nuestra energía allí afuera, la agotaremos, obteniendo pocos resultados positivos.

Pero siempre se puede procurar primero comprender. Esto está dentro de nuestro control. Al hacerlo, centrándose en el círculo de influencia, uno comprende profunda y verdaderamente a las otras personas. Se tiene información precisa, se llega rápidamente al núcleo de las cuestiones, se constituyen cuentas bancarias emocionales y se le brinda a la gente el aire psicológico que necesita, de modo que después todos pueden trabajar juntos con efectividad.

Éste es el enfoque de adentro hacia afuera. Al aplicarlo, observemos lo que sucede con el círculo de influencia. Como uno realmente escucha, acaba dejándose influir. Y dejarse influir es la clave para influir en los otros. El círculo de influencia empieza a expandirse. Uno acrecienta su capacidad para influir en muchas de las cosas del círculo de preocupación.

Detengámonos también en lo que nos sucede a nosotros mismos. Cuanto más profundamente comprendemos a las otras personas, más las apreciamos, más respeto tenemos por ellas. Tocar el alma de otro ser humano es caminar por tierra sagrada.

El quinto hábito puede ponerse en práctica ahora mismo. La próxima vez que se comunique con alguien, deje a un lado su propia autobiografía y procure auténticamente comprender. Aunque esa persona no le cuente sus problemas, sea empático con ella. Cada uno puede sentir el corazón del otro; usted será sensible a lo que a su interlocutor le duela, y le responderá: «Hoy pareces deprimido». Tal vez el otro no diga nada. Está bien. Usted ha demostrado comprensión y respeto.

No presione ni empuje; sea paciente, sea respetuoso. La gente no tiene por qué abrirse verbalmente antes que uno pueda empalizar. Uno puede empatizar constantemente con su conducta. Se puede ser sagaz, sensible y consciente, y vivir fuera de la propia autobiografía cuando ello es necesario.

Y si se es altamente proactivo, se pueden crear oportunidades para realizar un trabajo de prevención. No es necesario esperar a que nuestro hijo o hija tengan un problema en la escuela, o a nuestra próxima negociación comercial, para procurar comprender primero.

Pase tiempo con sus hijos, uno por uno. Escúchelos, compréndalos. Véalo todo a través de sus ojos: el hogar, la vida escolar, los desafíos y problemas con que se enfrentan. Genere una cuenta bancaria emocional. Bríndeles aire.

Salga regularmente a pasear con su cónyuge. Cenen o hagan juntos algo de lo que disfruten los dos. Escúchense recíprocamente: procuren comprender. Trate cada uno de ver la vida a través de los ojos del otro.

El tiempo que cotidianamente paso con Sandra es algo que no cambiaría por nada. Además de procurar comprendernos recíprocamente, solemos dedicar tiempo a la práctica de la aptitud para la escucha empática, lo cual nos ayuda en la comunicación con nuestros hijos.

A menudo nos comunicamos nuestras diferentes percepciones de una situación, y ensayamos (mediante role-play) soluciones más efectivas para los problemas interpersonales más difíciles de la familia.

A veces yo desempeño el rol de una hija o un hijo que solicita un privilegio especial a pesar de no haber cumplido con un deber familiar esencial; Sandra desempeña su propio rol.

Interactuamos una y otra vez, y tratamos de visualizar la situación de un modo muy real, entrenándonos para ser coherentes como modelos y enseñarles a nuestros hijos principios correctos. Algunas de nuestras más útiles ejercitaciones de role-play han consistido en replantear una escena pasada, difícil o tensa, en la que uno de nosotros «metió la pata».

El tiempo invertido en comprender profundamente a los seres queridos produce enormes dividendos en la comunicación abierta. Muchos de los problemas que acosan a las familias y los matrimonios no tienen entonces tiempo para enraizarse y crecer. La comunicación se vuelve tan abierta que elimina los problemas potenciales cuando aún están germinando. Y en la cuenta bancaria emocional hay grandes reservas de confianza para afrontar los problemas que surjan.

En la empresa, se puede dedicar tiempo a entrevistas personales con los empleados. Escucharlos, comprenderlos. Establecer sistemas de información para los gerentes, que brinden una retroalimentación honesta y precisa en todos los niveles: de los clientes, de los proveedores y de los empleados. Hacer que el elemento humano sea tan importante como los factores económicos o técnicos. La exploración de los recursos humanos de una empresa, en todos los niveles, ahorra cantidades enormes de tiempo, energía y dinero. Cuando uno escucha, aprende. Y también les proporciona aire psicológico a las personas que trabajan para uno y con uno. Inspiramos una lealtad que va mucho más allá de las exigencias físicas del empleo en el horario formal.

Procurar primero comprender. Antes que los problemas surjan, antes de pretender evaluar y prescribir, antes de tratar de exponer las propias ideas, procure comprender. Éste es un hábito poderoso de interdependencia efectiva.

Cuando real y profundamente nos comprendemos unos a otros, abrimos las puertas a soluciones creativas y terceras alternativas. Nuestras diferencias ya no constituyen obstáculos para la comunicación y el progreso. En lugar de ello, se convierten en las piedras firmes de un terreno embarrado, que nos conducen a la sinergia.