La sinergia en la renovación

La renovación equilibrada es sinérgica en grado óptimo. Lo que uno hace para afilar la sierra en cualquiera de las dimensiones tiene un efecto positivo en las otras, porque todas están altamente interrelacionadas. La salud física afecta a la salud mental: la fuerza espiritual afecta a la fuerza social/emocional. Al progresar en una dimensión, acrecentamos nuestras aptitudes en las otras.

Los siete hábitos de las personas altamente efectivas producen una sinergia óptima entre esas dimensiones. La renovación en cualquier dimensión aumenta la capacidad para vivir por lo menos uno de los siete hábitos. Y aunque estos hábitos sean secuenciales, la mejora en un hábito aumenta sinérgicamente la capacidad para vivir el resto.

Cuanto más proactivos somos (primer hábito), más efectivamente podemos ejercer el liderazgo personal (segundo hábito) y la administración personal (tercer hábito) en la vida. Cuanto más efectivamente administramos nuestra vida (tercer hábito), en mayor medida podemos realizar actividades renovadoras del cuadrante II (séptimo hábito). Cuanto más procuramos primero comprender (quinto hábito), con más efectividad podemos buscar soluciones sinérgicas del tipo ganar/ganar (cuarto y sexto hábitos). Cuanto más progresamos en cualquiera de los hábitos que conducen a la independencia (hábitos primero, segundo y tercero), más efectivos seremos en las situaciones interdependientes (hábitos tercero, quinto y sexto). Y la renovación (séptimo hábito) es el proceso de revivificar todos los hábitos.

Al renovar la dimensión física, reforzamos nuestra visión personal (primer hábito), el paradigma de la propia autoconciencia y la voluntad libre, de la proactividad, del conocimiento de que somos libres para actuar y no ser actuados, para elegir nuestra respuesta a cualquier estímulo. Éste es probablemente el mayor beneficio del ejercicio físico. Cada victoria privada cotidiana efectúa un depósito en la cuenta de la seguridad intrínseca personal.

Al renovar nuestra dimensión espiritual, reforzamos el liderazgo personal (segundo hábito). Aumentamos nuestra capacidad para vivir sobre la base de la imaginación y la conciencia moral, y no sólo de la memoria; para comprender profundamente nuestros valores y paradigmas más íntimos, para crear dentro de nosotros un centro de principios correctos, para definir nuestra misión singular en la vida, para reformular nuestros guiones y vivir en armonía con los principios correctos y beber en las fuentes personales de la fuerza. La rica vida privada que creamos con la renovación espiritual efectúa depósitos enormes en la cuenta personal de seguridad.

Al renovar la dimensión mental, reforzamos nuestra administración personal (tercer hábito). Al planificar, nos obligamos a reconocer las actividades altamente potenciadoras del cuadrante II, las metas y actividades prioritarias, para optimizar el uso del tiempo y la energía, y organizar y ejecutar las actividades centrándonos en esas prioridades. Al emprender un proceso de educación continua, ampliamos nuestra base de conocimientos y nuestras opciones. La seguridad económica no reside en el empleo que tenemos; reside en nuestra capacidad para producir: pensar, aprender, crear, adaptarnos. Esa es la verdadera independencia económica. No consiste en tener riquezas, sino en el poder para producirlas. Es intrínseca.

La victoria privada cotidiana —un mínimo de una hora al día dedicada a la renovación de las dimensiones física, mental y emocional— es la clave para el desarrollo de los siete hábitos y está totalmente en nuestro círculo de influencia. Es el objetivo temporal del cuadrante II necesario para integrar esos hábitos en la vida, para convertirse en una persona centrada en principios.

Es también el fundamento de la victoria pública cotidiana, la fuente de seguridad intrínseca necesaria para afilar la sierra en la dimensión social/emocional. Nos procura fuerza personal para centrarnos en nuestro círculo de influencia en las situaciones interdependientes, para ver a los otros a través del paradigma de la mentalidad de la abundancia, para valorar auténticamente sus diferencias y sentirnos felices con sus éxitos. Nos proporciona los cimientos para trabajar por una comprensión genuina y por soluciones sinérgicas del tipo ganar/ganar, para practicar los hábitos cuarto, quinto y sexto en una realidad interdependiente.