ALQUIRIA corrió hacia la siguiente pared, saltó y fue a caer en el jardín. Había otra pared más alta delante de ella, así que corrió y extendió las manos. El aire fluyó y la empujó hacia arriba; luego agarró la parte alta del muro e hizo fuerza para terminar de trepar y saltar al otro lado. Cuando aterrizó, todo estaba oscuro, la pared proyectaba una gran sombra sobre la hierba, y ella salió de allí.
Ahora se encontraba en una carretera estrecha y tomó el camino hacia la izquierda. Los pulmones le ardían con una ferocidad que le gustaba, ya que le recordaba la fiereza que sentía cuando nadaba en la playa. Sabía que, con esa furia que tenía dentro, podría correr sin detenerse jamás. Se metió por una carretera aún más estrecha. Los podía oír detrás de ella. El grupo de Infectados estaba algo disperso en ese momento, pero los más rápidos estaban acortando la distancia. Pasó por delante de su casa.
El muelle se encontraba más adelante y ella empezó a correr hacia allí. El mar estaba muy agitado esa noche, podía oír su fuerza; sabía que esto no iba a ser fácil, pero no tenía otra opción. Estaban justo detrás de ella.
¿Ellos lo sabrían? ¿Les habría advertido Dusk sobre su vulnerabilidad al agua salada? Un pensamiento le iluminó la mente. Estos no eran completamente vampiros, eran solo Infectados. ¿Tendría el agua el mismo efecto fatal? No tenía tiempo para pensar en eso. Este era su único plan, la última oportunidad.
Valquiria corrió hasta el borde del muelle y saltó, como había hecho en innumerables ocasiones cuando era una niña. Cayó al agua y esta la engulló completamente. Se impulsó con las piernas y consiguió subir de nuevo a la superficie. Perdió el otro zapato. Estaba demasiado oscuro para que los Infectados vieran lo que tenían debajo y no sospechaban que solo había una forma segura de saltar. Valquiria oyó alaridos de dolor mezclados con escalofriantes golpes secos al estamparse sus huesos contra las rocas, igual que J. J. Pearl.
Valquiria nunca había nadado allí a esas horas de la noche, y esas aguas eran muy peligrosas. La mecieron, amenazando con llevársela al fondo o lejos de la orilla, pero ella se resistió. Llegaron más Infectados, precipitándose al agua, e inmediatamente quedaban aterrados. Ella oía sus gritos, ahogados por la rápida constricción de sus tráqueas. Uno de los Infectados la agarró y tiró de ella hacia abajo, desesperado.
Valquiria se sumergió en el agua y se retorció, arrancando los dedos del Infectado y pateándolo para quitárselo de encima. Después, lo perdió de vista en la fría oscuridad del mar. Se estaba hundiendo, lejos de la superficie, y el agua estaba demasiado revuelta. Se iba a ahogar.
Una imagen le vino a la mente, una imagen del año anterior: Skulduggery emergiendo del mar y caminando sobre la superficie. Su entrenamiento. Tenía que poner en práctica su entrenamiento. Skulduggery le había enseñado lo que necesitaba saber. Solo tenía que calmarse y concentrarse.
Olvidando el dolor que le recorría los pulmones, Valquiria cerró los puños. Sintió que la corriente tiraba de ella hacia abajo, sintió su fuerza y velocidad, pero dejó de resistirse y se dejó llevar, rindiéndose hasta que formó parte de ella. Cruzó los dedos y por primera vez se dio cuenta de que el agua podía ser una masa de fuerzas enfrentadas. Podía sentir esas fuerzas debajo de ella, por encima y a su alrededor.
La corriente le dio varias vueltas y ahora estaba nadando, maltratada por las aguas. Finalmente salió a la superficie y aspiró una gran bocanada de aire. Estiró los brazos y se dejó llevar por la corriente, se sumergió y por un momento pensó que había calculado mal sus fuerzas, pero retomó el control y siguió la corriente lo mejor que pudo hacia la playa. El agua pareció calmarse a su alrededor, y nadó hasta que hizo pie.
Aspirando grandes cantidades de aire, volvió la vista hacia el muelle. No era fácil distinguirlo porque las luces la cegaban. Se arrastró hasta salir del agua. La marea estaba tan alta que no quedaba mucha playa donde tumbarse, pero se las arregló para llegar hasta la arena. Entonces, algo salió de entre las sombras y la atacó.
Ella se revolvió y se resistió, pero había alguien más allí, y un puño golpeó su cara. La figura de un hombre se cernía sobre ella, inclinándose ligeramente.
Dusk.
La carne humana que había intentado quitarse le colgaba todavía de algunas partes de su piel de vampiro, y se veía cruda, roja y dolorida. Los dedos de su mano derecha acababan en garras, pero su mano izquierda era humana, y todavía tenía un reloj en la muñeca. Su cara era la de un hombre, un hombre atractivo que ahora tenía una enorme cicatriz, pero los dientes de vampiro habían rajado su encía y rasgado sus labios.
Valquiria dobló los dedos y esperó hasta que su cabeza estuvo despejada. Dusk no se movía.
Empujó su mano hacia delante y esta vez Dusk sí se movió, agarrándola por la muñeca antes de que tuviera la oportunidad de empujar el aire. La levantó del suelo y le dio la vuelta, la agarró desde atrás y dejó su garganta al descubierto.
A Valquiria se le heló la sangre.
La risa del vampiro era gutural.
—No voy a matarte. Voy a convertirte. Vas a ser como yo.
Ella intentó hablar, intentó decir algo, pero no le salían las palabras. Sintió el aliento de Dusk en su piel.
—¿Sabes a quién vas a matar primero, Caín? —le preguntó—. ¿Sabes de quiénes te vas a deshacer primero, ya que el ansia de sangre será lo único que te importe? De tus padres.
—No —consiguió decir ella.
—Por lo que me hiciste, por esa cicatriz que me dejaste y por el dolor que me estás causando, voy a asegurarme de que, cuando llegue la hora, me estés rogando que te deje matar a tus padres.
Y entonces se oyó una voz.
—Dusk.
El vampiro se dio la vuelta y vio que ahí había alguien, en la oscuridad, acechándolos. Valquiria sintió un impacto y cayó hacia delante. Oyó cómo el vampiro caía en la arena y gruñía. Miró hacia atrás y vio a las dos figuras chocar.
El que la había salvado era rápido, tan rápido como Dusk. Ella pensó que era Skulduggery, pero luego vio que no. Llevaba puesto un andrajoso traje viejo y un sombrero abollado.
Dusk se abalanzó y la figura del sombrero lo esquivó, rajando con sus propias uñas el vientre del vampiro, que empezó a sangrar.
Dusk rugió de rabia y la figura saltó, dándole una patada en la cara. Dusk cayó de espaldas, pero se puso en pie y lo embistió rápidamente. Cogió al nuevo en mitad de un salto, y ambos cayeron al suelo. Lo rajó con sus uñas y el hombre del sombrero gritó de dolor.
Valquiria cogió una piedra, plana pero ancha y pesada. Dusk estaba de pie, encima del hombre misterioso, y Valquiria corrió hasta él y le estampó la piedra en la nuca. Dusk cayó lentamente y el extraño lo pateó, alcanzándolo de lleno en la cara.
Valquiria sintió el aire entre sus manos, las extendió y empujó a Dusk, levantándolo del suelo y tirándolo a las olas.
El extraño estaba de pie y repentinamente se esfumó, desapareciendo en la oscuridad.
Dusk estaba emergiendo del agua, con su cara humana retorcida de odio. Su boca, que había cerrado con fuerza para que no le entrara agua salada, se abrió para soltar un gran grito. No veía al hombre del sombrero, pero localizó a Valquiria y avanzó hacia ella. En el último momento miró hacia arriba, a tiempo de ver al extraño cayendo sobre él.
Los talones del hombre del sombrero se clavaron sobre su cara y el vampiro se precipitó hacia la arena húmeda.
Valquiria vio al extraño examinando sus heridas en silencio.
—¿Está muerto? —preguntó ella.
—¡Qué va! —contestó él sin aliento—. Solo está durmiendo —hablaba con un marcado acento londinense—. Salvar a la gente no es normalmente mi cometido, pero me he imaginado que si él te estaba persiguiendo, es que tienes algo que ver con Vengeus, ¿me equivoco?
—Bueno… Estoy intentando detenerlo, sí.
—Suficiente. Mira, me obligaron a hacerles un favor. Y no me gustó nada. Así que aquí estoy, haciéndote un favor a ti. A ese tío, al feo, lo tienen prisionero en el hospital de Clearwater. No sé si te servirá de algo esta información, pero si ayuda a fastidiar los planes de Sanguine, entonces me hará feliz.
Se quitó el sombrero delante de ella en forma de saludo y empezó a alejarse. Ella frunció el ceño.
—Tú eres Jack Piesdemuelle.
El se paró y se dio la vuelta.
—Sí, ese soy yo, cariño.
—Y eres un chico malo.
Su sonrisa no era agradable.
—Cierto.
Ella dio varios pasos hacia atrás.
—Se supone que tendrías que estar en la cárcel. Tanith te metió allí.
Jack se quedó extrañado.
—¿Conoces a Tanith Low?
—Por supuesto.
—¿Está… está por aquí cerca?
—Se encuentra en alguna parte por aquí cerca, sí. Está con Skulduggery.
—¡Oh, mierda! —dijo Jack mirando a su alrededor con nerviosismo—. Eso no es bueno. ¿Acabo de ayudarlos?
—Me temo que sí.
—¡Oh, por el amor de Dios! Eso es… eso es típico, eso es lo que es. No les digas a ninguno de los dos que he estado aquí, ¿vale? Te he salvado el cuello. Literalmente, te lo he salvado. Prométemelo.
—¿Vas a irte del país?
—Me voy ahora mismo.
—Entonces, mañana les diré la verdad… si alguno de nosotros está todavía vivo.
—Eres una buena chica. Buenas noches. Y buena suerte.
Y con un salto, Jack Piesdemuelle desapareció.