Vic estaba sentado en su silla, la silla desde la que observaba los pájaros. Miraba por la ventana con una expresión suave y distraída en la cara. Entre su silla y la ventana estaban los pies de la cama, en la que estaba tumbado al revés, con la cabeza en los pies, un chico o un hombre joven. Tenía largas rastas y la piel oscura. No podía verle la cara.
No sabía si estaba vivo, quizá dormía.
Volví a estudiar a Vic. Las lágrimas le corrían por la cara mientras miraba hacia el balcón a través de la habitación. Estaba vacío, no había pájaros.
Oí un aullido. Vic estaba sollozando y dejó escapar un grito.
El cielo se oscureció y empezó a caer agua. Ráfagas de lluvia barrieron el dormitorio, los relámpagos se encendían en el salón.
Vic lloraba y gemía, su dolor era palpable. Me golpeó como una ola, partiéndome. La tormenta azotó la casa, destrozándola en pedazos.
Me desperté chillando.