¿A qué se debe tanto misterio? Una sorpresa. ¿Otra sorpresa? Ésta es distinta. Vamos. ¿Adónde? A donde me encontraste. ¿Al prostíbulo? Precisamente. ¿Me va a decir de qué se trata? Cuando lleguemos. Cuánto misterio. Me tenés que jurar una cosa.
Ella está hermosa y él, en tren de prometerlo todo.
Voy a mostrarte algo que descubrí cuando ustedes reventaron el quilombo y yo me escondí. Ajá. Lo que encontré es muy importante. ¿Qué es? Dejame hablar. Todavía no hiciste el juramento. Hable. Quiero que me prometas que será para los dos. Sólo para los dos. ¿Y qué es? Prometémelo. Está bien, lo prometo. Bueno, vamos entonces.
La calle está desierta. Bajan rápidamente, Eva cruza y arranca las fajas pegoteadas sobre la puerta verde del burdel de Tony Ventura.
Eso es un delito, Eva. Haberte conocido a vos es un crimen.
Lascano la sigue escaleras arriba hasta la habitación donde está el tomacorriente falso.
Cerrá los ojos. ¿Otra vez? Que los cierres. Bueno, los cierro. ¡Sorpresa!
Lascano abre los ojos, las manos de Eva agitan dos fajos de dólares.
¡A la mierda! ¿Y esto qué es? Alimento para los canarios. Deben de tener mucha hambre. Famélicos. Chiquita, esto hay que entregarlo. Vos me lo prometiste. ¿Entregarlo a quién? No sé…, a la justicia. ¿A qué justicia? No me venga con eso, no es nuestro. Mirá, acá lo dice, el dinero es al portador. Es del que lo tiene. No sé. Yo sí sé, guardala vos, pero acordate que es de los dos. Bueno, después vamos a ver qué hacemos con esto. Asegurarnos el futuro. Déjeme pensarlo. Pensá todo lo que quieras. Ya me las voy a arreglar para que entres en razón. Ahora tengo que ir a ver a tu amigo, el que me va a hacer los documentos. ¿Quiere que la lleve? No, si me voy a ir caminando.