Nicksy ha salido disparado por la puerta. Últimamente anda mucho más tenso de la cuenta. ¿Qué fue del enano cockney caradura y aficionado al sparring verbal, del buscavidas que nunca dejaba que nada le afectase?
Seguramente la tal Marsha esa, la de arriba. Mujeres. Vaya un puto campo de minas. La estudiante que te tiras y dejas plantada. La mangui que te roba el corazón y…
PUNZADA…
Me cago en la puta…
PUNZADA DE COJONES…
Uy…, me levanto y salgo pitando al trono. Una meada larga que parece durar meses. El perro está de pie, apoyando las patas delanteras contra la taza para ver mi chorro de pis. Mete el morro dentro, se moja, suelta un gañido y se larga danzando, echándome una mirada con la que parece estar llamándome cabrón. «Giro… lo siento, compadre…»[156]
Estoy aburrido de mear…, que se acabe ya…, que se acabe ya…, que se acabe ya…
QUE SE ACABE YA…
QUE SE ACABE YA…
PUM PUM DUF DUF
Llaman a la puerta. Me la sacudo. Me la guardo. Me muevo. Abro.
Es la pavita negra esa, la tal Marsha, y me grita un mogollón de mierda. Sobre Nicksy, que si se ha subido a la cornisa… despotricando sobre críos muertos…
Está como una puta cabra…, pero entonces la bofia… Dios mío, es la puta bofia… Una agente gordinflona y un poli con orejas de soplillo nos dicen a los dos que bajemos a la calle en el ascensor…
Cuando el ascensor llega abajo ella sigue gritando que Nicksy es un enfermo y un retorcido y que qué coño quiere de ella y yo pienso…
ME CAGO EN LA PUTA…
No me van a dejar volver a entrar por el jaco…
¡ES MI PUTO JACO!