3. Ceremonial para el fusilamiento de un Emperador

«Capítulo Único».

Sección Primera:

«Del lugar y la hora de la ejecución».

El lugar de la ejecución será el centro de la Plaza Mayor del Imperio.

La hora, las siete de la mañana en punto.

Sección Segunda:

«De los procedimientos en los preparativos».

El día de la ejecución, el Ayuda de Cámara del Emperador despertará a éste a las cinco de la mañana.

El Ayuda de Cámara se retirará a fin de permitir que el Emperador haga sus abluciones matinales.

El Emperador llamará después al Ayuda de Cámara, el cual se presentará en el dormitorio imperial seguido por tres ayudas de cámara honorarios.

Todos usarán casaca y calzón corto de terciopelo negro, medias de seda blanca, zapatilla de charol negro.

Los ayudas de cámara asistirán al Emperador a vestirse.

El Emperador usará el uniforme de gran gala de General en Jefe del Ejército Imperial Mexicano destinado a las Grandes Ceremonias de Luto Nacional.

El uniforme será negro, con bordados de plata.

El Emperador usará también el gran collar del Águila Mexicana, y en el pecho la banda de los colores imperiales mexicanos atravesada desde el hombro izquierdo hasta el costado derecho.

A las cinco y media de la mañana entrarán al dormitorio imperial cuatro capellanes de la Corte de servicio, para custodiar al Emperador en su camino a la Capilla Imperial.

Los capellanes irán vestidos con hábitos de sayal negro.

El Emperador se dirigirá a la Capilla Imperial, precedido por dos de los capellanes. Los otros dos capellanes marcharán atrás del Emperador.

Enseguida de estos dos capellanes marcharán en filas de dos en dos los representantes de las parroquias, en el siguiente orden: Sagrario Metropolitano y San Miguel. Santa Catarina Mártir y Santa Veracruz. San José y Santa Ana. Soledad de Santa Cruz y San Pablo. Santo del Agua y Santa María. San Sebastián y Santa Cruz Acatlán. Santo Tomás la Palma y San Antonio de las Huertas.

Todos irán vestidos con hábitos de sayal negro y portarán cirios encendidos.

El Confesor del Emperador aguardará a éste a la entrada de la Capilla Imperial, le ofrecerá agua bendita y le entregará un Misal y un rosario. Después lo precederá hasta el altar.

Las tapas del Misal serán de laca negra con incrustaciones de plata.

El canto será plateado.

Las Avemarías del rosario serán de obsidiana labrada.

Los Padrenuestros, de plata.

Los capellanes de la Corte y los representantes de las parroquias permanecerán fuera de la Capilla Imperial.

El Emperador se hincará en el reclinatorio.

Los cojines del reclinatorio serán de terciopelo negro, con cenefas y flecos de hilo de plata, sin bordados.

El Emperador ofrecerá su confesión.

Durante ésta el confesor se abstendrá de darle al Emperador el tratamiento de Majestad Imperial, y lo llamará por sus nombres de pila.

Tras la absolución, entrarán a la Capilla Imperial los capellanes y los representantes de las parroquias.

El Confesor oficiará el Sacrificio de la Santa Misa, que el Emperador escuchará de rodillas.

Al final de la misa, el Confesor ofrecerá la comunión al Emperador y le suministrará el Santo Viático.

El Emperador procederá a continuación, precedido por el Confesor y seguido por los capellanes de la Corte y los representantes de las parroquias, a recorrer los pasillos y salas del Palacio Imperial, para despedirse de las dignidades y funcionarios de la Corte, así como de los empleados y la servidumbre del Palacio.

Las damas estarán al frente.

Los representantes de las parroquias continuarán portando cirios encendidos.

La Guardia Palatina formará valla al paso del Emperador.

Sus yelmos estarán provistos con penachos negros.

El recorrido del Emperador será como sigue: Escalera del Emperador. Galería de la Guardia Palatina. Galería Iturbide. Antesala. Sala del Consejo. Galería de Pinturas. Sala de Yucatán. Salón del Emperador.

Todas las lámparas del Palacio Imperial tendrán crespones negros.

El Emperador se limitará a despedirse con ligeras inclinaciones de cabeza. Los dignatarios de la Corte y demás asistentes permanecerán inmóviles.

Al llegar al Salón del Emperador, se le presentará al Emperador un Decreto para la liberación de un número predeterminado de criminales del fuero civil y militar. El Emperador firmará de pie esta y otras peticiones, y se dirigirá enseguida a la Sala Carlos V, donde se le servirá el desayuno.

El Emperador podrá elegir entre dos menús y dos clases de vinos.

Se dejará solo al Emperador. El Confesor, los capellanes y los representantes de las parroquias permanecerán a la puerta.

El servicio será de plata, con el Monograma Imperial.

El mantel y la servilleta, de seda blanca labrada al estilo alemanisco, con el Monograma Imperial.

Tras el desayuno, el Emperador hará sus abluciones y se dispondrá a efectuar sus últimas meditaciones.

Mientras tanto, se formará el Gran Séquito precedido por un destacamento de la Guardia Palatina, mozos de espuela, caballerizos, picadores y lacayos a pie, tal como se indica en el Capítulo III De los Séquitos, Sección Primera, Gran Séquito, del «Reglamento para los Servicios de Honor y el Ceremonial de la Corte».

El Gran Séquito y las grandes dignidades y funcionarios de la Corte se reunirán en el Gran Patio del Palacio Imperial y se dirigirán a la Plaza Mayor del Imperio a ocupar sus posiciones respectivas, de acuerdo al diseño elaborado por el dibujante de la Corte.

Las posiciones serán semejantes a las correspondientes a las grandes recepciones en el Salón del Emperador, con las modificaciones necesarias del caso.

Así, y considerando que el Emperador ocupará durante la ejecución el centro de la plaza, de espaldas al Palacio Imperial y teniendo a su derecha la Catedral Metropolitana, las posiciones serán como sigue:

A la derecha del Emperador y unos pasos atrás, se encontrará el Capitán de la Guardia Palatina, acompañado por un teniente del mismo cuerpo. Al mismo nivel, y a la izquierda del Emperador, habrá otro teniente de la Guardia Palatina.

Todos estos oficiales usarán un crespón negro en el brazo izquierdo y otro en el puño de la espada.

Frente al lugar destinado al Emperador, a unos pasos, se colocará el Gran Maestro de Ceremonias y un poco más adelante el Presidente del Ministerio.

El Gran Maestro de Ceremonias usará una banda de crespón negro atravesada desde el hombro izquierdo hasta el costado derecho. Los guantes y la corbata serán blancos.

A la derecha del Emperador estarán colocados en orden sucesivo: I Los príncipes imperiales y de Iturbide. II Los cardenales. III Los collares del Águila Mexicana. IV El Gran Mariscal de la Corte. V El Gran Chambelán. VI El Caballerizo Mayor. VII El Intendente General de la Lista Civil. VIII Damas de Palacio y damas de honor.

A la izquierda del Emperador estarán colocados en orden sucesivo: I Las princesas imperiales y de Iturbide. II Las grandes cruces de San Carlos. III La Dama Mayor. IV El Ayudante de Campo General. V El Limosnero Mayor. VI El Gran Chambelán de la Emperatriz. VII Damas de Palacio y damas de honor.

Todos estos dignatarios y funcionarios de la Corte llevarán los vestidos correspondientes a un Luto Nacional.

Las damas de Palacio y de honor usarán vestidos de lana negra y alhajas negras.

Sus rostros estarán cubiertos con velos negros.

Todos los asistentes portarán cirios apagados.

Se colocarán también a la derecha del Emperador, dando la espalda al Palacio Imperial: El Médico de la Corte y sus consultantes. Los empleados superiores de la Corte. Los caballerizos. Los chambelanes. El Notario de la Corte.

También de espaldas al Palacio Imperial y a la izquierda del Emperador: los capellanes honorarios, los capellanes de la Corte. Los oficiales de Ordenes. Los Oficiales de la Guardia Palatina. Los ayudantes de campo.

El Médico de la Corte estará provisto de los instrumentos necesarios para certificar la muerte del Emperador.

El Notario de la Corte estará acompañado por un Secretario, al cual le dictará el Acta de la Muerte del Emperador.

De frente al Emperador, o sea de cara al Palacio Imperial, se colocarán, a su derecha y en orden sucesivo: el Presidente del Ministerio y los ministros. El Presidente del Consejo de Estado y los consejeros. El Presidente del Tribunal Supremo y magistrados. Los embajadores mexicanos. El Presidente del Tribunal de Cuentas y ministros. Las grandes cruces del Águila Mexicana. Los ministros plenipotenciarios mexicanos. El Decano del Cuerpo Diplomático. Los ministros del Cuerpo Diplomático. El Procurador General y procuradores y abogados generales del Tribunal Supremo. Las grandes cruces de Guadalupe. El Comandante de la Primera División militar y oficialidad. El Presidente del Tribunal Superior y magistrados. El Arzobispo y el Clero. El Presidente de la Academia y académicos.

De frente al Emperador, o sea de cara también al Palacio Imperial, a su izquierda y en orden sucesivo: los condecorados con las Ordenes y Medallas del Imperio que no tengan otra colocación. Los presidentes de los Tribunales de Primera Instancia, Correccional y Mercantil con su personal. El Alcalde Municipal y regidores. El Prefecto Departamental y el Consejo del Departamento.

En el centro, y dando cara al Palacio Imperial: El Primer Secretario de Ceremonias. El Segundo Secretario de Ceremonias. Unos pasos atrás, el Oficial de la Guardia Palatina de Servicio. El Chambelán de Servicio. El Ayudante de Campo de Servicio. El Oficial de Ordenes de Servicio.

El pelotón de fusilamiento.

El dibujante y el escribano de la Corte, que se encargarán de registrar, para la historia, los detalles de los procedimientos.

Unos pasos atrás, y de cara al Palacio Imperial, los subsecretarios de los Ministerios y empleados de éstos y sus dependencias en el orden siguiente, de derecha a izquierda del Emperador: Negocios Extranjeros. Marina. Justicia, Instrucción Pública y Cultos. Fomento. Guerra. Hacienda.

Todos los funcionarios civiles del Estado usarán traje y guantes negros, así como un crespón negro en el sombrero. La corbata será blanca.

Los soldados del pelotón usarán uniforme de gala negro con cinturón y banda cruzada de color blanco.

Sus guantes serán negros, a excepción de los guantes del oficial que comande al pelotón, que serán blancos.

Todos tendrán la misma estatura.

Si el Emperador elige ser ejecutado a caballo, el pelotón estará compuesto por soldados de caballería.

Sus caballos serán negros, de poca alzada.

Los arneses y la silla negros también, sin ornamentaciones.

Seguirán, y siempre de cara al Palacio Imperial: I Los representantes de todas las diócesis y parroquias del país. II Los delegados de todos los conventos del país. III Los profesores y alumnos de los colegios, en el siguiente orden, de derecha a izquierda del Emperador: El de Tecpan. Escuela de Comercio. Escuela Imperial de Agricultura. Academia de San Carlos. Escuela de Medicina. Escuela Imperial de Minas. Colegio de San Juan de Letrán. Colegio de San Ildefonso. Seminario Conciliar. Colegio Militar. IV Niños y niñas de la Casa de Cuna de la Emperatriz. V Internados de la Casa de Ancianos de la Emperatriz. VI Asilados de la Casa de Pobres de la Emperatriz. VII Enfermos y tullidos del Hospital de San Carlos y otros hospitales del país. VIII Miembros de la nobleza mexicana que no estén al servicio de la Corte. IX Representantes de la Banca y la Industria. X El pueblo.

Los caballeros y damas usarán la vestimenta señalada por el Reglamento para las ocasiones de Luto Nacional.

Las damas tendrán los rostros cubiertos con un velo negro.

Las mujeres del pueblo usarán vestidos de lana negra.

Los hombres del pueblo pantalón y camisa de manta blanca y crespones negros en el sombrero y en el brazo izquierdo.

Los empleados y la servidumbre del Palacio Imperial permanecerán en el interior del mismo, incluyendo a la Directora del Guardarropa de la Emperatriz, camaristas primeras y segundas, mayordomos y conserjes, ujieres e inspectores de Mesa, lacayos y serenos, así como mozos, Jefe de Cocina y cocineros, confiteros y panaderos, mozos de cocina y demás no listados.

Se permitirá a estos empleados y servidumbre observar la ejecución desde las ventanas y balcones del Palacio Imperial, que sólo podrán ser abiertos hasta que el Emperador abandone el recinto.

Todas las ventanas y balcones del Palacio Imperial estarán provistos de cortinas negras sin bordados, con cordones, borlas y flecos de hilo de plata.

El Balcón Imperial permanecerá cerrado.

A las seis y cuarenta minutos de la mañana, el Confesor tocará a la puerta de la Sala Carlos V y preguntará al Emperador si se encuentra preparado. El Emperador responderá afirmativamente y él mismo abrirá la puerta del salón.

El Emperador será escoltado por los capellanes y los representantes de las parroquias, y precedido por el Confesor, hasta el Gran Patio del Palacio Imperial.

Al llegar el Emperador al Gran Patio, se acercará el Caballerizo Mayor que llevará a la brida el caballo que deberá montar el Emperador.

Este caballo será blanco, con silla y arneses de piel y terciopelo negros, y gualdrapa negra con bordados de seda blanca.

Cuatro ayudantes de campo, a pie y descubiertos, seguirán al caballo del Emperador, llevando de la brida a sus respectivos caballos.

Estos caballos serán negros, con sillas y arneses negros también y gualdrapa negra con discretos bordados de hilo de plata.

Los caballos tendrán sendos penachos negros, y en las colas, cortadas a la inglesa, un crespón negro también.

El Emperador montará. Un Ayuda de Cámara se acercará para entregarle el sombrero.

El sombrero del Emperador será de fieltro blanco, con cinta de terciopelo negro y toquilla de piel negra con incrustaciones de plata.

Los ayudantes de campo se cubrirán y montarán en seguida del Emperador.

Éste dará la orden de marcha.

Las herraduras del caballo del Emperador serán de plata.

El Emperador será precedido por dos de los ayudantes de campo. Los otros dos ayudantes de campo marcharán detrás de él.

Todos los caballos irán al paso.

El Confesor del Emperador marchará a su izquierda, a pie.

Al llegar a la Puerta Principal del Palacio Imperial, una niña de la Casa de Cuna de la Emperatriz, vestida de blanco, le entregará al Emperador un ramo de violetas blancas.

Sección Tercera:

«De los procedimientos para la ejecución».

Mientras el Emperador se acerca al lugar de la ejecución, se observará en la plaza un silencio absoluto.

El Gran Maestro de Ceremonias habrá dispuesto la colocación de una alfombra roja en el lugar de la ejecución, a fin de que el cuerpo del Emperador no toque el suelo.

En caso de que el Emperador elija ser ejecutado a caballo, se prescindirá de la alfombra, pero los cuatro ayudantes de campo que acompañan al Emperador permanecerán a una distancia adecuada, a fin de recoger su cuerpo antes de que éste llegue a tocar el suelo.

En este caso, si al desvanecerse el Emperador no cae de su cabalgadura, los ayudantes de campo lo bajarán y lo sostendrán en sus brazos.

El Emperador se colocará en el centro de la plaza, de cara al pelotón.

Los ayudantes de campo desmontarán. Cuatro palafraneros se llevarán, de la brida, a sus respectivos caballos.

El Ayudante de Campo colocado a la izquierda del Emperador, detendrá al caballo de éste por la brida, para que el Emperador desmonte, en caso de que haya elegido ser ejecutado de pie.

El Ayuda de Campo colocado a la derecha del Emperador, retirará al caballo de éste por la brida. En caso de que el Emperador haya elegido ser ejecutado a caballo, se limitará a tomarlo por la brida.

El Notario de la Corte se acercará y le entregará al Gran Canciller un sobre sellado con lacre negro y el Sello del Imperio.

Este sobre contendrá la sentencia de muerte del Emperador.

El Gran Canciller romperá el lacre y entregará el documento al Lector del Emperador, quien le dará lectura en voz alta. Terminada ésta, el Lector entregará la sentencia al Gran Maestro de Ceremonias, quien a su vez la pondrá en manos del Notario de la Corte.

Se dará la orden para que los soldados del pelotón ocupen sus posiciones.

Los soldados del pelotón presentarán armas.

Las armas serán negras, con culatas de marfil y taracea de plata.

Todas estarán cargadas con una sola bala, a excepción de una, que tendrá una bala de salva.

Las balas serán de plomo, con cabeza de plata.

El Confesor del Emperador procederá a la bendición de las armas.

Tras la bendición, el Gran Maestro de Ceremonias anunciará el discurso de despedida a la Nación del Emperador.

El Emperador pronunciará su discurso de despedida a la Nación, que no deberá prolongarse más allá de las seis y cincuenta y cinco de la mañana.

A continuación se acercará el Ayudante de Cámara del Emperador de servicio y dos ayudas de cámara honorarios.

El Emperador, le entregará su sombrero al Ayuda de Cámara de servicio. El primer Ayudante de Cámara honorario le dará el Gran Collar del Águila Mexicana. El segundo Ayudante de Cámara honorario será depositario de la banda de los colores imperiales mexicanos.

Los ayudas de cámara se retirarán sin dar la espalda.

El Tesorero de la Corte entregará al Gran Canciller una bolsa con monedas de oro.

El Gran Canciller le entregará la bolsa al Emperador.

Las monedas serán onzas acuñadas en la Casa de Moneda del Imperio, y por lo tanto tendrán de un lado la efigie del Emperador, y del otro el Águila Imperial Mexicana.

El Emperador se acercará a los soldados del pelotón y entregará una moneda a cada uno.

Los soldados se quitarán el guante de la mano derecha para recibir la moneda, la guardarán en el bolsillo izquierdo de su casaca, estrecharán la mano que les tenderá el Emperador y harán el saludo militar.

El Emperador permanecerá con los guantes puestos.

Si el Emperador ha elegido ser ejecutado a caballo, los soldados del pelotón desmontarán para llevar a cabo la operación descrita.

El Emperador permanecerá en su cabalgadura.

A continuación, los soldados del pelotón volverán a calzarse el guante y, si es el caso, a montar en sus cabalgaduras.

A continuación los soldados del pelotón solicitarán el perdón del Emperador, que les será otorgado por éste.

El Emperador, sin dar la espalda al pelotón, volverá al sitio de la ejecución.

El Confesor se acercará al Emperador para impartir su bendición.

El Emperador la recibirá de rodillas.

Durante la bendición, el Confesor se abstendrá de darle al Emperador el tratamiento de Majestad Imperial, y lo llamará por sus nombres de pila.

En caso de que el Emperador haya elegido ser fusilado a caballo, éste doblará las patas delanteras mientras dure la bendición.

Tras la bendición el Emperador volverá a dar la cara al pelotón.

El Gran Canciller de las Ordenes del Imperio presentará entonces al Gran Maestro de Ceremonias una venda extendida sobre un cojín de terciopelo negro.

La venda será de seda blanca, sin bordados y con cenefas simples de color blanco.

El Gran Maestro de Ceremonias tomará la venda y se acercará al Emperador para ofrecérsela.

Si el Emperador acepta la venda, dos ayudas de cámara se acercarán para asistirlo.

Si el Emperador rechaza la venda el Gran Maestro de Ceremonias la devolverá al Gran Canciller.

El Oficial que comande el pelotón solicitará la venia del Gran Maestro de Ceremonias para dar la orden de alistar las armas.

Tras la venia, el oficial dará la orden.

Dos ayudas de cámara se acercarán al Emperador para desabrochar su casaca, y se retirarán sin dar la espalda.

Si el Emperador ha elegido ser ejecutado a caballo, se quitará los guantes y él mismo se desabrochará la casaca.

Después, volverá a calzarse los guantes.

En este caso, un Ayudante de Campo, a pie, se colocará al lado izquierdo de la cabalgadura del Emperador, pondrá una rodilla en tierra y bajará la cabeza del animal, sosteniéndola por la brida para evitar que la alce.

Cuando suene la primera campanada de las siete de la mañana en el reloj de la Catedral Metropolitana, el Oficial solicitará la venia del Gran Maestro de Ceremonias para dar la orden de apuntar las armas.

Tras la venia, el Oficial dará la orden.

El Emperador se apartará con las manos las orillas de la casaca, y presentará el pecho.

Cuando suene la sexta campanada de las siete de la mañana en el reloj de la Catedral Metropolitana, el Oficial solicitará del Gran Maestro de Ceremonias la venia para dar la orden de fuego.

Cuando suene la última campanada, el oficial dará la orden.

Mientras cae el Emperador se guardará un silencio absoluto, y todos los asistentes a la ejecución permanecerán inmóviles.

Tras unos segundos, el Médico de la Corte se acercará a examinar al Emperador. Si éste ha muerto, se ignorará la siguiente sección, y se procederá con la Sección Quinta.

Sección Cuarta:

«De las provisiones especiales para el tiro de gracia».

Si el Emperador se encuentra aún vivo, el Médico de la Corte así lo comunicará al Gran Maestro de Ceremonias, para que éste a su vez, se lo comunique al Gran Canciller de las Órdenes del Imperio.

El Gran Canciller presentará entonces, en un cojín de terciopelo negro, la bala destinada al tiro de gracia.

Esta bala será de plomo, con cabeza de plata.

Los asistentes, mientras tanto, deberán guardar un silencio absoluto.

En caso de que el Emperador haya elegido ser ejecutado a caballo, y se encuentre sostenido por sus ayudantes de campo, permanecerá todo el tiempo en los brazos de éstos.

El Gran Canciller de las Órdenes del Imperio entregará la bala del tiro de gracia al Gran Maestro de Ceremonias.

El Oficial del pelotón se acercará entonces para recibir la bala del Gran Maestro de Ceremonias y cargará el arma elegida para el tiro de gracia.

Para esta operación, el Capitán se quitará el guante de la mano derecha y volverá después de calzárselo.

El soldado elegido para disparar el tiro de gracia recibirá el arma de manos del Oficial.

El Oficial se acercará al Emperador, desenvainará su espada y con la punta señalará el lugar del corazón.

El soldado apuntará y esperará la orden del fuego.

Si el Emperador ha elegido ser ejecutado a caballo, tanto el Oficial del pelotón como el soldado elegido para el tiro de gracia bajarán de sus cabalgaduras y llevarán a cabo, a pie, las operaciones descritas.

Tras la venia del Gran Maestro de Ceremonias, el Oficial dará la orden de fuego.

Tras unos segundos de silencio absoluto, el Médico de la Corte, acompañado por el Notario de la Corte, se acercará al cuerpo del Emperador, para examinarlo.

Sección Quinta:

«Del pronunciamiento de la muerte del Emperador y de la difusión de la noticia».

Si tras examinar al Emperador el Médico de la Corte lo pronuncia muerto, así lo comunicará al Gran Canciller y al Notario de la Corte.

El Notario levantará el acta correspondiente y la entregará al Gran Maestro de Ceremonias, quien a su vez le entregará al Lector de la Corte.

El Lector de la Corte dará lectura al acta, en voz alta.

El Gran Chambelán de la Corte entregará a dos ayudantes de campo y dos ayudantes de mar del Emperador el pabellón con los colores y el escudo del Imperio Mexicano.

Los ayudantes de campo y de mar del Emperador cubrirán el cuerpo de éste con el Pabellón Imperial Mexicano. Encima de él colocarán el Gran Collar del Águila Mexicana y la banda de los colores imperiales.

A una señal del Gran Maestro de Ceremonias, y simultáneamente:

Un niño de la Casa de Cuna de la Emperatriz soltará una paloma blanca que tendrá en el cuello un listón de terciopelo negro.

Todos los asistentes encenderán sus cirios.

Cuatro mensajeros a caballo partirán al galope hacia los cuatro puntos cardinales del Imperio para difundir la noticia de la muerte del Emperador.

Otros dos mensajeros, también a caballo, partirán hacia el Puerto de Veracruz para embarcarse en la «Novara» y llevar la noticia al Emperador de Austria y la Emperatriz de México.

Los mensajeros vestirán casaca y calzón corto de terciopelo negro, medias blancas y zapatillas de charol negro.

Sus caballos serán blancos y tendrán en las colas, cortadas a la inglesa, sendos crespones negros.

En el Palacio Nacional y en el Castillo de Chapultepec, los lacayos cerrarán todas las ventanas y balcones y correrán las cortinas.

Se hará lo mismo en el Castillo de Miramar y la Abadía de Lacroma.

Simultáneamente se izarán a media asta todas las banderas del país.

Se hará lo mismo con las banderas del Castillo de Miramar y la Abadía de Lacroma.

Todas estas banderas tendrán el asta forrada con terciopelo negro y estarán rematadas por un crespón negro también.

Se entonará un Réquiem en la Catedral Metropolitana y todas las catedrales del país.

Simultáneamente comenzarán a repicar, a duelo, todas las campanas del país.

Harán lo mismo las campanas de las capillas imperiales de Miramar y de Lacroma.

Todas estas campanas estarán rematadas por crespones negros.

El badajo de la campana mayor de la Catedral Metropolitana será de plata.