Scott oyó una llamada suave en la puerta de su habitación del hospital.
—¡Adelante! —indicó. Puso el libro a un lado y observó cómo se abría la puerta.
Entró Karen. Ladeó la cabeza y enarcó las cejas.
—¿Crees que puede venirte bien un poco de compañía?
—Acércate —dijo Scott, con un tono de voz que pretendía ser brusco.
Karen tenía un aspecto adorable. Mientras avanzaba, la suavidad rutilante de la cabellera le caía sobre los hombros desnudos, acariciándolos y enmarcándole sugestivamente el rostro. Llevaba un vestido con franjas de espagueti. La seda azul del tejido se ceñía en los pechos, se ajustaba en el talle mediante un cinturón en forma de cadena de oro y luego parecía flotar sobre los muslos.
Al llegar a la cabecera de la cama, dio unos golpecitos con el dedo en una de las levantadas escarolas.
—¿Cómo te ha ido?
—Me sentí muy solitario. ¿Dónde estuviste?
—De excursión.
Karen depositó el bolso en el suelo y se inclinó sobre Scott. Le acarició la mejillas.
—Parece que has tomado un poco el sol —comentó Scott. Tocó con el índice un pequeño zarcillo de piel pelada medio desprendido en un lado de la nariz.
—Te eché de menos —dijo Karen.
—Esperaba que aparecieseis por aquí durante las horas de visita.
—Lo siento.
—No sólo no viniste tú, sino que tampoco se dejaron ver Julie ni Benny. Tanya se presentó unas cuantas veces, pero no era lo mismo.
Karen le besó. La mujer tenía los labios agrietados, pero sabían estupendamente y Scott pasó los brazos alrededor de Karen y la acarició. Tuvo la impresión de que se hundía dentro de ella, de que se integraba en una parte de sí mismo que había perdido, que le dejó vacío y que ahora recuperaba.
Una parte que volvía de su excursión. La soltó.
Karen tomó asiento en el borde de la cama y se afianzó apoyando una mano en el pecho de Scott cuando éste deslizó una pierna por debajo de la mujer. El herido le acarició el muslo que quedaba al aire.
—Esa excursión… —dijo.
—No queríamos que te preocuparas.
—¿Volvisteis a las montañas?
Karen asintió con la cabeza.
—Julie, Benny, Nick y yo.
—¿Todos están bien?
—Todos sobrevivimos. Julie y Benny esperan en el pasillo. Julie creyó que debería verte yo primero.
—La moza tiene estilo.
—Eso sí que es verdad. Tienes un par de chicos formidables.
—A ratos. ¿Cómo está Nick?
—¿Sabes ya lo de Flash?
—Sí. Tanya me lo contó. —Suspiró. Dio un achuchoncito a la rodilla de Karen—. Era un buen muchacho.
—Nick se siente muy orgulloso de él. También se ha enamorado locamente de tu hija.
—Faltaría más —articuló Scott.
Karen entrelazó sus dedos con los del hombre.
—Los O’Toole somos del género encantador —añadió Scott.
—Eso no lo sé.
La miró a los ojos.
—Dios santo, me alegro de que estéis de vuelta.
—Yo también.
—No deberíais haber ido sin mí.
—No nos hubieras servido de gran cosa. Dos piernas rotas. Un viejo cojo.
—¿Cómo os fue por allí?
—Resultó de lo más peliagudo.
—Supongo que los buenos siempre ganan.
—Supones correctamente. Derrotamos a la bruja. La maldición desapareció con ella.
—¿Quieres hablarme del asunto?
—No. A Benny le ilusiona contártelo. Ha insistido mucho en ese punto. A no ser por él, las cosas habrían resultado… bastante más amargas.
—Salvó los muebles de todos, ¿eh?
—Yo diría que sí.
Karen se soltó la mano. Se inclinó hacia adelante y levantó el bolso del suelo. Mientras ella lo abría, Scott deslizó la mano por la tersura del muslo desnudo de Karen. La mujer sacó del bolso un rotulador. No hizo el menor intento de detener la mano acariciadora. Contuvo la respiración y arqueó la espalda.
—Pues, muy bien —dijo Scott.
—Toma el rotulador —murmuró Karen.
—¿Y qué tengo que hacer con él?
—Poner tu autógrafo en las escarolas de Benny.
—¿Escayolas?
—En plural.
—¡Oh, no!
—¡Oh, sí!
Cogió el rotulador de la mano de Karen.
—¿Alguna sorpresa más?
—De momento, no.
—Entonces dame otro beso.
—Los chicos están esperando.
—Será un beso breve.
—¿Pero no demasiado breve?
Scott la bajó sobre sí, la abrazó, besó los entreabiertos y húmedos labios de Karen y deseó que aquello no se interrumpiera nunca jamás.
—¡Por Cristo bendito, pareja! —exclamó Julie desde el umbral—. ¡Despegaos ya!
F I N