37

Eran cuatro.

Descendían al atardecer por la senda del puerto de Carver. Caminaban en fila india.

Agazapada detrás de un peñasco próximo a su cueva, Ettie sólo podía distinguir sus figuras, imprecisas en la distancia. Pero sabía quiénes eran. Y por qué habían ido allí.

Eran los supervivientes.

Llegaban dispuestos a matarla.

Se alegró de que no fueran más que cuatro.