Scott se dejó caer de rodillas. Karen yacía inmóvil encima del abierto saco de dormir, con los brazos extendidos y las piernas separadas. Apoyó una mano inmediatamente debajo de la caja torácica. Notó el subir y bajar de la respiración y no pudo impedir las lágrimas.
—¿Karen? —susurró. La mujer no se movió lo más mínimo.
Dentro de una bota situada junto a la cabeza de la mujer, Scott encontró una linterna. La encendió y proyectó el rayo de luz sobre el rostro de Karen. Los párpados temblaron, pero Karen no abrió los ojos. El pómulo izquierdo estaba hinchado. Había puntos brillantes de humedad en el rostro. Señales de mordiscos en la mejilla, en la boca. Scott lo veía todo borroso a través de las lágrimas. Sollozó en silencio y se secó los ojos con el dorso de la mano.
—¿Papá? —Era la voz de Julie—. ¿Cómo está?
—Viva.
—¿Puedo pasar?
—Sí.
Julie se arrastró por debajo de la solapa y se puso de rodillas junto a Scott.
—¿Está inconsciente?
—Sí. —Scott deslizó el rayo de luz cuerpo abajo. Julie dejó escapar un gemido al ver los puntos brillantes y las marcas de dientes retorcidos en el hombro y en el seno izquierdo de Karen.
—¡Santo Dios! —susurró.
Los dedos habían dejado arañazos e improntas rojas en la piel, pero Scott no vio sangre ni cuchilladas.
—¿Estáis todos bien? —preguntó Benny desde fuera.
—Sí —contestó Scott—. No entres.
Las magulladuras terminaban en la caja torácica de Karen. Scott dio un codazo a Julie. La muchacha se quitó de en medio y su padre se inclinó sobre el cuerpo y llevó el foco de la linterna a la vagina. No había sangre ni semen allí. Las piernas de Karen parecían no haber sufrido daños.
—Papá —musitó Julie—. La ha violado.
Scott asintió.
—¿Crees que se recuperará?
—No… —Se le quebró la voz—. No lo sé. Toma. —Pasó la linterna a Julie—. Ve a mi tienda. Coge su sudadera. Está en mi saco de dormir.
Sin pronunciar palabra, Julie salió presurosa. Scott encontró los pantalones en el espacio que quedaba entre el saco y las botas de la mujer. Estaban doblados cuidadosamente.
Dios, sin duda estaba acostada allí, desnuda, esperándole. Sólo con que Benny se hubiese dormido unos minutos antes… Si no hubiese empezado a llover… Si él no se hubiera preocupado tan condenadamente de lo que dijesen los demás y simplemente se hubiese alojado desde el principio con ella, en la misma tienda…
Acarició la estirada pierna de Karen, deslizó la mano por debajo de la pantorrilla y la levantó. Pasó una pernera de los pantalones por un pie y luego hizo lo propio con el otro. Cuando Julie regresó, los pantalones ya estaban en su sitio. Entre ambos, levantaron a la mujer hasta ponerla en posición sedente y le pasaron el chándal por la cabeza. Scott metió en las mangas los brazos inertes. Bajó suavemente el tronco de Karen y alisó sobre la mujer el cobertor del saco de dormir. Julie estaba arrodillada junto a Scott, con la mirada fija en el oscuro bulto. El hombre pasó un brazo alrededor de su hija.
—¿Qué tal se te da hacer el tigre?
—Estupendamente.
—Jesús.
—¿Te encuentras bien?
—Sí.
—Te estás quedando helado.
Se percató, de un modo vago, de que iba desnudo, a excepción de los pantalones cortos de jockey. Estaba empapado y temblando.
—Me encuentro bien —dijo.
—Supongo que ese tipo está muerto.
—Sí. Lamento que fuese Nick. No tenía que hacerlo él. Es… un mal asunto.
—Iré a ver cómo reacciona. Bueno, si no me necesitas…
Scott asintió.
Julie se retiró. Volvió a acercarse con su saco de dormir y se lo echó a Scott sobre los hombros, envolviéndole en él.
—Benny y yo… estaremos en la otra tienda.
Dio un leve beso en la mejilla a su padre y se marchó.
Benny cogió el brazo de Julie cuando la muchacha se detuvo fuera de la tienda. El chico se la quedó mirando, mientras la lluvia rociaba los cristales de sus gafas.
—¿Cómo está Karen? —preguntó.
—Sin sentido.
—¿Qué le hizo?
—La dejó inconsciente a golpes.
—Ya lo sé, pero…
—¿Por qué no vuelves a la tienda? Estás hecho una sopa.
La barbilla de Benny empezó a temblar.
—¡Tengo que saber cómo está!
—Se recuperará.
—¡Maldito repugnante apestoso hijo de mala madre!
Julie llevó la mano a la goteante y helada mejilla de su hermano.
—Se pondrá bien. Ya lo verás.
—¡Él no! ¡Él está muerto! ¡Me gustaría haber sido yo el que lo matara!
Repentinamente, Benny se lanzó y se apretó contra Julie. Ella le envolvió con sus brazos. El chico sollozaba, perdido el dominio de sí. Su gorro, sucio y frío, rozaba la mejilla de la muchacha.
Por encima de la cabeza de Benny, Julie vio a Nick sentado en una piedra, junto a la apagada fogata. Llevaba un poncho con capucha. Permanecía encorvado, con la vista fija en sus pies.
El poncho de Julie, que había dejado en el suelo cuando la tormenta empezó a descargar, estaba ahora extendido sobre el cadáver. La joven recordó lo que había debajo y apartó la mirada de allí.
Protegido por un impermeable de plástico de color claro, Flash estaba en cuclillas delante de la tienda del extremo del campamento. Al parecer, conversaba con Alice y las niñas.
No debería haber dejado a Nick solo.
—Vamos, Benny —dijo Julie—. Papá se queda con Karen. Si vas a seguir aquí fuera, ¿por qué no vas y te pones el poncho? Y mira a ver si encuentras también el de papá y me lo traes. Me vendrá muy bien. ¿Vale?
Tras una inclinación de cabeza, Benny se apartó de Julie y se encaminó a la otra tienda. Julie se dirigió a donde estaba Nick. El muchacho alzó la cabeza cuando Julie se detuvo ante él.
—¿Qué tal estás? —preguntó ella.
—Un poco mareado, aún. ¿Y tú? ¿Te hizo daño?
—Sólo unas magulladuras sin importancia. Pero con Karen sí que se ensañó. La violó.
—¡Dios! ¿Cómo se encuentra?
—Está inconsciente. La golpeó con algo. Quizá con la empuñadura del cuchillo.
—¿Se recobrará?
Julie se encogió de hombros.
—Te portaste fenomenal, al perseguir al individuo ese como lo hiciste.
—Te oí chillar —dijo Nick. Su voz sonó plana, como si la mente del muchacho estuviera muy lejos—. Te vi en el suelo. Vi que tu padre le arreaba un puñetazo. No sabía qué estaba pasando. Sólo comprendí que tenía que pararle los pies. No tuve intención de… matarlo. —Levantó la cabeza y contempló a Julie con ojos desorbitados, incapaces de parpadear—. No sé. Supongo que quizá sí quería matarle. Lo único que pensaba es que te había hecho daño y entonces agarré el hacha. Ahora tengo una sensación muy extraña.
Julie se colocó entre las rodillas de Nick y oprimió su rostro contra el cuerpo del chico.
—No tienes por qué sentirte mal. Si no lo hubieras hecho tú, creo que lo hubiera hecho mi padre.
—Eso es lo que ha dicho el mío. Que ese tipo era «carne muerta».
—Aquí lo tienes —anunció Benny.
Julie retrocedió. Agitó la arrugada lámina de plástico e introdujo la cabeza por el hueco de la capucha. Mientras se echaba sobre los brazos los faldones impermeables, se acercó Flash. Le dio un apretón en el hombro.
—¿Cómo te encuentras, jovencita?
—Muy bien, me parece.
—¿Y Karen?
—Recibió unos cuantos golpes. Se encuentra sin sentido. —Al estar Benny presente, Julie no se atrevió a mencionar la agresión sexual—. La sacudió a modo.
—Bueno, Nick también le dio lo suyo. Karen se pondrá bien, ¿no?
—Creo que sí.
—Esa es una buena noticia. ¿Cómo te las arreglas, Nick?
—Bastante bien —murmuró el muchacho.
—Sé que no es fácil de superar. En mis tiempos también liquidé a un par de fulanos. Nunca es fácil. Pero tampoco tienes por qué preocuparte. Es un caso evidente de defensa propia. Lo que sí me parece que tenemos que hacer es sacar un par de instantáneas del cadáver. No podemos llevarnos el fiambre con nosotros. Lo empaquetaremos bien y lo enterraremos aquí mismo. Y que las autoridades vengan a recogerlo.
Julie lo observó mientras el hombre buscaba debajo de su impermeable de color claro. Sacó del bolsillo de la chaqueta una cámara Instamatic.
—Vosotros podéis esperar aquí, chicos. No hace falta que lo veáis.
Anduvo hasta la parte frontal de la tienda donde el agresor había forcejeado con Julie. El cuchillo aún estaba hundido en el suelo embarrado. Lo arrancó de allí y se dirigió al oscuro bulto. Utilizó la punta del cuchillo para apartar el poncho.
Julie estaba dispuesta a desviar la mirada, pero el suelo donde debía estar tendido el cadáver aparecía vacío.
Benny gimió.
Julie sintió que el latigazo de un escalofrío ascendía por su columna vertebral y se le enroscaba en la nuca.
—¡Mierda! —murmuró Nick, y se puso en pie de un salto. Corrió hacia su padre. Julie y Benny le siguieron, pisándole los talones.
Flash caminaba despacio en dirección a la orilla. Se detuvo al borde del lago. Cuando los muchachos le alcanzaron, el hombre estaba inmóvil, con los brazos colgando a los costados y los ojos fijos en la negra y encrespada superficie de las aguas.
—¿Papá?
Flash meneó la cabeza. Su voz fue un susurro apenas audible a través de los silbidos del viento y los rumores de la lluvia.
—Estaba muerto. Sé que estaba muerto.