«El gobierno no tiene que ver con la razón, ni con la elocuencia, es un asunto de fuerza. Al igual que el fuego, es un señor temible y un criado peligroso.»
George Washington
Dos semanas después de la llegada de Ian y Blanca, a través de la BC llegaron malas noticias. Todd transmitió todo aquello que había escuchado a casa de Kevin a través del teléfono de campo. Se acordó que las dos compañías se encontrarían a las siete de la mañana del día siguiente en el granero de Todd.
Los miembros de las dos recién formadas compañías se sentaron en semicírculo sobre el heno que había esparcido por el suelo del granero. Casi todos tenían a su lado o al alcance de la mano, apoyados contra la pared, sus fusiles o sus escopetas. Todos habían acudido, excepto Lon, que estaba de guardia en el POE en lo alto de la colina, y Lisa Nelson que llevaba a cabo la misma tarea en el otro refugio. Con Lisa se había quedado también Raquel, su niña. El pequeño Jacob, que tenía tres años, estaba sentado en el regazo de Mary. El niño se mantuvo sin decir nada, sin impacientarse ni comportarse mal. Rose llevaba a su hija en brazos y la amamantó en silencio durante la reunión.
Mientras tenía lugar la sesión informativa, algunas cabras entraron paseando y dieron algunas vueltas. Las gallinas rascaban entre la basura que había al otro lado de la puerta abierta.
—Gracias, Mike, por reunir a todo el mundo tan rápido —empezó diciendo Gray—. Todos habéis oído algunos fragmentos de esta historia, pero para que todo quede claro, lo mejor será empezar por el principio. Esto es lo que sabemos, según lo que hemos oído a través de los radioaficionados y de Radio América Libre en la onda corta, de lo que ha llegado a través de la red de BC y también, tomándolo siempre con pinzas, de lo que los federales están emitiendo. Se han hecho con la WRNO y la WWCR, y con algunas emisoras de AM de 50.000 W del este del país y las han convertido en puras herramientas de propaganda. La otra versión de la historia la hemos podido escuchar gracias a Radio América Libre, en Maine, y a El Informe de Inteligencia, en Michigan.
»El gobierno provisional federal tiene bajo control, ya sea total o parcialmente, diecinueve estados al este de las Rocosas. Después de que se aprobara una decisión directiva presidencial de urgencia, una gran cantidad de tropas extranjeras, alemanas y belgas en su mayoría, han entrado en el país. Nuestra soberanía nacional ha quedado defenestrada. Como estamos tan lejos, no podemos saber con exactitud quién está al mando de todo allá en Fort Knox. Pero da igual quien sea: ese presidente vitalicio Maynard Hutchings y su gente, los europeos o algún gobierno mundial supranacional, la ley marcial es la ley marcial. Por mucho azúcar que le eches, un pastel de mierda sigue sabiendo a mierda.
Se escucharon algunas ligeras risas.
—Según mis cálculos —prosiguió—, la cuestión fundamental es que Estados Unidos se halla en bancarrota, y que los acreedores (es decir, los banqueros internacionales) han enviado a sus matones a cobrar la deuda. Para ellos, cada metro cuadrado de propiedad, cada activo de capital, incluso nuestro trabajo y el trabajo futuro de nuestros hijos, son garantías de esa deuda. Es como cuando la gente compra un coche a crédito y deja luego de pagar. El banco manda entonces a alguien con una grúa para llevarse el coche. Si trasladáis eso mismo a escala global, lo que está sucediendo es que la grúa se quiere llevar ahora al reino entero. Quizá los federales piensen que tienen el control, pero en realidad no son más que los chicos de los recados de los mafiosos de los bancos, los Rothschild de turno y los peces gordos del grupo Bilderberg mundial.
»Hay gente aquí presente, como Kevin Lendel, que han estudiado este tema con más profundidad y han llegado a la conclusión de que el origen de esta situación se remonta en realidad a 1933, cuando Roosevelt declaró por primera vez la bancarrota nacional. Quizá tengan razón, quizá lo que estamos viendo no es más que una reacción de algo que empezó en aquel entonces. Reflexionad al respecto. En 1933 cogimos un crédito. Durante las décadas de los ochenta y los noventa permitimos que la deuda se nos escapara por completo de las manos. Tras el estallido del mercado de valores dejamos de hacer frente a los pagos; dos años después de que se produjese el colapso, estos mafiosos de los bancos enviaron el camión de la grúa. Si fue realmente así como sucedió, eso explicaría muchas cosas. Explicaría, por ejemplo, cómo nuestros tribunales empezaron a confundir ley y equidad en la década de los treinta, y comenzaron a tratarnos como a personas de la Decimocuarta Enmienda en vez de como a ciudadanos de pleno derecho del Estado. Explicaría por qué los tribunales no han rechazado leyes como la Ley Nacional de Armas de Fuego, el Código Penal de 1994, la Ley de Inmigración de 1996 y la Ley Patriótica de Estados Unidos de América, pese a ser todas claramente inconstitucionales. También explicaría el origen de ese animal mitológico llamado «jurisdicción tipificada», que reemplazó a la ley común. Bueno, todas estas cuestiones no se clarificarán hasta pasados unos años. Ahora mismo, sin embargo, tenemos que preocuparnos de un problema mucho más acuciante, y que se nos viene encima como un camión de grandes dimensiones.
»Los federales están en camino —continuó Todd—. Están ampliando su territorio. Pagan con favores a los colaboracionistas que se unen a ellos y acaban con todos los que no se prestan a su juego. En al menos cinco estados han ejecutado a los gobernadores y han puesto en su lugar a nuevos representantes controlados por ellos. A las Naciones Unidas, a la hora de definir la estructura gubernamental existente, en vez de hablar de estados, les gusta hablar de «regiones». En los estados pacificados sigue habiendo gobernadores, pero están subordinados a los administradores regionales. Y aquí está la trampa: los administradores regionales informan y reciben instrucciones del cuartel general de las Naciones Unidas en Nueva York, y no del supuesto gobierno federal situado en Fort Knox.
Todd hizo una pequeña pausa para remarcar sus últimas palabras y luego siguió hablando.
—Los federales han instalado grandes campos de detención en varios estados, al menos uno en cada una de las regiones FEMA. Se supone que son campos de refugiados o de traslado, pero todos los que viven alrededor saben cuál es su verdadera función. Los campos están ahí para alojar a todos los descontentos, a los disidentes que piensan que pueden ser reformados «por medio del trabajo», y a las personalidades prominentes que podrían parecer mártires si fueran eliminados públicamente. Lo que hacen en vez de eso es llevárselos, confinarlos detrás de una alambrada y silenciarlos. Los casos realmente difíciles son recluidos en antiguas prisiones federales como El Reno. Los que no suponen un riesgo tan elevado para la seguridad son llevados a campos de trabajo donde viven en condiciones infrahumanas.
»Vayan donde vayan, casi todos los prisioneros son mal alimentados, trabajan once horas diarias y son objeto de malos tratos. Se trata de un enorme sistema de gulag en el que solo existe una salida. La única forma de escapar es con los pies por delante. El sistema es muy parecido al de laogai en China.
»Tras restaurar la red de suministro eléctrico, los federales se han ganado algunos simpatizantes. Hace más de un año conquistaron Texas y Oklahoma, donde algunos campos petrolíferos y refinerías habían vuelto a estar operativos, así que ahora cuentan con gran cantidad de combustible, aceite y lubricante para su campaña de conquista.
»Ahora bien, no todo se presenta tan halagüeño para los federales en el este. Todavía no han conquistado Vermont, New Hampshire o Maine. Llevan tres veranos seguidos intentándolo y han decidido dejarlos correr durante un tiempo. E ídem de ídem para la mayor parte del territorio de Michigan. Aquello se ha convertido en un avispero. La gente lo llama ahora el estado de Miliciagan. Los federales también están teniendo problemas de consideración en el sudeste, principalmente en los estados costeros desde el sur de Virginia hasta Florida. Parte de estos estados han sido oficialmente pacificados, pero en la actualidad hay todavía movimientos de guerrilla a gran escala funcionando en las zonas conocidas como «áreas pacificadas».
»Desde este verano, han lanzado una nueva ofensiva a gran escala para controlar los estados occidentales. Parece ser que han decidido dejar por el momento California y Arizona, hasta que se hayan ocupado de los estados intermontañosos. Si alguna vez llegan a entrar en California se encontrarán con una fiera resistencia, especialmente en la mitad norte del estado, donde opera la milicia Harry Wu. Sus cálculos eran correctos cuando presagiaron que el territorio del interior del noroeste les iba a resultar una auténtica piedra en el zapato. Por lo que hemos oído de boca de los radioaficionados, las cosas están bastante complicadas en Wyoming y en Montana. Las tropas federales y de Naciones Unidas llegaron allí hace alrededor de un mes.
»Mientras tanto, solo tienen bajo su control una parte de Colorado. Los federales llevan allí desde principios del pasado verano. La partida está en tablas. Los federales controlan las grandes ciudades, mientras que las milicias dominan la mayor parte de las ciudades y de las zonas rurales. Durante el día, los federales tienen bajo control las autopistas, pero por la noche estas son propiedad de las milicias. Es una situación parecida a la que los rusos tuvieron en Afganistán en la década de los ochenta. Oficialmente, las Naciones Unidas han declarado Colorado como un lugar pacificado y han proclamado su victoria sobre la Guardia Nacional de Colorado y las milicias, pero en realidad, quitando las grandes ciudades y las llanuras que se extienden en la parte oriental del mismo, el estado es todavía territorio en contienda. No sé cómo se resolverán las cosas en Wyoming y Montana, pero mi predicción, por lo menos a corto plazo, es que la situación no será muy distinta a la de Colorado.
«Acabarnos de recibir noticias de que los federales han emprendido una incursión a través de Utah y de la zona más cálida en la parte sur de Idaho. Un grupo de colaboracionistas han llegado a un acuerdo con los federales y los pacificadores de las Naciones Unidas a cambio de lo que están llamando una autonomía local. Parece que son un grupo de esclavos dispuestos a cooperar y dispuestos a perder por completo su dignidad. Tal y como dijo Samuel Adams: «Confío en que sus cadenas se posen sobre su cuerpo cuando se inclinen para lamer la mano de aquellos que les dan de comer». —Todd se detuvo un instante y luego continuó—: Siguiendo el consejo de la jerarquía mormona en Salt Lake City, la mayoría de los Santos del Último Día (SUD) de Utah y del sur de Idaho aceptaron el sistema de autonomía local de los federales. Tan solo unos pocos están presentando resistencia. Así que, pese a eso, no existe una gran cantidad de resistencia organizada. Cuando digo esto, por favor, no penséis que trato de denigrar a la iglesia del SUD, porque no es así. Solo son sus líderes los que han cedido.
»Según el último informe, los federales tienen dos grandes fuerzas en el oeste. Los llaman Cuerpos, pero en realidad son del tamaño de una división. El Primer Cuerpo está empantanado en Wyoming y Montana jugando al ratón y al gato. Debo señalar que hemos oído que los federales han preferido evitar las dos Dakotas en su viaje hacia el oeste. Calcularon que no había población suficiente ni recursos lo bastante valiosos, al menos por ahora. Probablemente planean volver sobre sus pasos y avanzar hacia el norte una vez hayan doblegado toda resistencia en la Costa Oeste.
»El Segundo Cuerpo es el que se dirige hacia donde estamos nosotros. Cuentan con un enorme convoy que está recorriendo Idaho por la autopista 95 en dirección norte. Por lo que he oído, conforme avanzan están encontrando cada vez más resistencia. Ayer por la mañana acabaron de ascender la colina del Pájaro Blanco y alcanzaron la pradera de Camas. Se han encontrado con grupos bien organizados en Grangeville, y anoche hicieron una incursión allí y en algunos pequeños pueblos y granjas de alrededor. Según los últimos informes, algunas partes de Grangeville han sido quemadas. —Un murmullo de consternación recorrió el grupo.
Todd esperó a que se acallara. Luego continuó.
—Las informaciones que he escuchado en la red de banda ciudadana acerca del número exacto de efectivos y su disposición son confusas e incluso un tanto contradictorias, pero así es como es la información de inteligencia pura y dura. Por lo que podemos calcular, el Segundo Cuerpo cuenta con siete mil hombres y casi mil vehículos que se dirigen hacia el norte por la autopista 95.
—Caray —dijo entonces Jeff Trasel.
—La mayoría del equipo terrestre es una mezcla de equipos estadounidenses, de Europa Occidental y de Europa Oriental. Los dos Cuerpos están compuestos por una mezcla de unidades de Estados Unidos y las Naciones Unidas. El Segundo Cuerpo fue dividido en tres partes hace menos de un año. Dos de ellas pasaron a conformar el núcleo del cuarto y el quinto cuerpo en el este. Muchas de las unidades del Segundo Cuerpo han sido recientemente activadas y completadas con reclutas, o son unidades extranjeras que no habían entrado nunca en acción antes de llegar a Estados Unidos. Lo importante de esto es que tan solo alrededor de un tercio de las formaciones tiene experiencia de combate. Eso puede suponer una ventaja importante.
»El setenta y cinco por ciento del Segundo Cuerpo son extranjeros y el veinticinco por ciento estadounidenses. Ah, y que no se me olvide: en todas las unidades federales hay consejeros de las Naciones Unidas. El Segundo Cuerpo tiene solo unos pocos helicópteros, la mayoría destinados a los mandos y al control. Se supone que en Montana hay unos pocos helicópteros que acompañan al Primer Cuerpo. La mayor parte de la fuerza aérea del Segundo Cuerpo ha sido desplazada en ayuda del primero. Ayer, un hombre que pudo observar con unos prismáticos al convoy cuando llegó a lo alto de la colina del Pájaro Blanco, contó que por alguna extraña razón todos los vehículos oruga van cargados en unos enormes tráileres de tipo Lo-Boy…
Doug Carlton, al que se le veía ostensiblemente nervioso, levantó finalmente la mano.
—Perdona que te interrumpa. Yo conozco el porqué. Todd le animó a hablar con un gesto de la mano.
—Claro, Doug, adelante. Cuenta todo lo que sepas que pueda ayudarnos, tanto desde el punto de vista táctico como estratégico.
Todd dio un paso atrás y Carlton se levantó y se quedó apoyado sobre el cañón de su HK91. Antes de empezar a hablar, cogió aliento.
—Yo pasé una temporada en el campamento base del Cuerpo de Adiestramiento de Oficiales de la Reserva, en Fort Knox, en Kentucky. Allí recibimos sesiones informativas de cada una de las ramas del ejército. También tuvimos la posibilidad de probar algunos de sus equipos. Tal y como os he contado muchas veces, mi día favorito fue el de la artillería. Tuvimos la posibilidad de preparar y disparar algunos morteros de 81 mm, y de tirar del cordón de un Howitzer 105. También nos hicieron una demostración de un minuto de fuego intensivo. No paramos ni un momento. Disculpad que me vaya por las ramas. En todo caso, el día de la sesión de las unidades acorazadas nos contaron que, por cuestiones operativas, los vehículos oruga siempre los transportan en vagones o en tráileres de tipo Lo-Boy, hasta que están muy cerca del lugar donde se va a desarrollar el combate. Eso reduce el desgaste de los orugas y de la suspensión. Cuando hablo de vehículos oruga, quiero decir tanques Abrams M1A1, la artillería montada, los vehículos de combate de infantería (VCI) M2 Bradley, los vehículos de combate de caballería M3, y los M113 TBP.
—¿TBP? —preguntó desconcertada Blanca Doyle.
—Son las siglas de Transporte Blindado de Personal —explicó Carlton volviéndose hacia ella—. El M113 va sobre orugas y transporta a una escuadra de tamaño reducido. Suele llevar una ametralladora Browning de calibre.50, y a veces un par de M60. Los TBP llevan un blindaje de tres centímetros y medio de grosor que es capaz de detener los disparos de cualquier arma pequeña. Los Bradley VCI llevan un lanzamisiles, una ametralladora coaxial 7,62 y un cañón de 25 mm. Cuentan con un blindaje más grueso, con unos paneles adicionales blindados a los lados para repeler RPG. Los TBP más antiguos funcionaban básicamente como taxis para el combate. Llevaban a la infantería hasta el frente, abrían la puerta de atrás y los soldados salían. El Bradley es un vehículo mucho más sofisticado, más rápido y está dotado con mejores armas. Pesa alrededor de dos toneladas. El M130 pesa un poco más de la mitad. El cañón de 25 mm es una cosa muy seria. Además, los seis soldados de infantería que van en el interior llevan cruzadas armas de calibre 5,56, que pueden disparar tanto desde el interior como desde el exterior.
Doug se quedó dubitativo un momento y luego continuó.
—Desde el punto de vista estratégico, la pradera de Camas y las colinas de Palouse son espacios abiertos y con vegetación, pero con pocas zonas arboladas. Es una zona perfecta para los tanques. Pueden ir de un sitio a otro sin preocuparse por tener que circular por los caminos, por lo menos en los meses de verano, cuando los campos y los pastos suelen estar secos. En las praderas, nada interrumpe su campo de visión. Tratar de vencerlos allí es una tarea prácticamente imposible. Hasta que no lleguen a las zonas más densamente arboladas en esta zona oriental, al este de Moscow o en los tramos más altos del valle del río Clearwater, los tanques no tendrán problemas de movilidad. Cuando han de recorrer terrenos con más árboles y/o con unas pendientes más pronunciadas se ven obligados a no salirse de los caminos y carreteras, y han de canalizar todos sus movimientos por unas pocas vías muy restringidas.
Carlton se quedó callado y observó las caras de los que le rodeaban.
—Si hubiésemos sabido antes de su avance, podríamos haberlos atacado en la zona del cañón, al sur de Riggins, antes de que ascendieran hasta la pradera de Camas. Allí los senderos son mucho más estrechos y empinados, así que los podríamos haber arrinconado y haberles dado buena caña, pero ahora ya es demasiado tarde. Como he dicho antes, ahora mismo están en un terreno perfecto para los tanques. El único otro lugar donde se me ocurre que los podríamos detener sería en la cuesta que sube a Lewiston, antes de que lleguen a la confluencia del río con las Palouse. Pero incluso si dispusiésemos de tiempo suficiente como para reunir las fuerzas necesarias, cosa que no tenemos, tampoco sería una solución, ya que en esa zona tampoco hay sitios como para ocultarse y organizar una emboscada. Nos verían y nos darían buena traca.
»Con respecto a la ruta que elegirán si continúan hacia el norte, yo creo que seguirán por la autopista 95. La otra posibilidad es que decidan bajar al valle del río Clearwater por la autopista 13 y luego vayan al oeste por la 12 hasta llegar a Lewiston. Una vez allí, podrían reemprender la ruta que llevaban. Desviarse hacia la parte oriental del valle del río Clearwater podría resultarles muy costoso en tiempo y esfuerzos. Es un terreno muy duro y, por consiguiente, muy apropiado para las emboscadas y los cortes de carretera. Por lo que tengo entendido, Kamiah y Kooskia eran zonas plagadas de survivalistas mucho antes de que tuviese lugar el colapso. Ahora mismo hay una estructura de milicias locales muy desarrollada.
Carlton cambió el pie sobre el que descargaba su peso y continuó.
—Hace un rato, Todd os comentaba lo de esa gente en la parte sur del estado que se han vendido a los federales. Las comunidades de aquí, en la zona norte de Idaho, también son en su mayoría mormones, pero es imposible que acepten formar parte de ese esquema de «autonomía regional». Son patriotas convencidos y lucharán hasta el último hombre en defensa de la libertad. Poco importa que esa división cuente con siete mil hombres, los federales pueden acabar empantanados durante semanas en esa zona. Así que, lo vuelvo a repetir, yo calculo que si los federales cuentan con un servicio de inteligencia medianamente decente, se cuidarán mucho de atravesar la zona alta del Clearwater, al menos hasta que tengan sometido al resto de Idaho.
»Otro punto que quiero comentar es el riesgo de que intercepten o localicen nuestras comunicaciones por radio. De ahora en adelante, debemos tener claro que nuestras BC van a ser rastreadas. Es posible que posean unos localizadores PRD-12 portátiles. Si tienen dos puntos de localización funcionando al mismo tiempo en la zona y consiguen coordinarse correctamente, pueden situar nuestra posición en el mapa en cuestión de minutos. Para abreviar, a la localización de la posición la llaman «LocPos». En cierta ocasión vi una demostración efectuada por una compañía de Inteligencia del ejército de la reserva. Fue durante un campamento avanzado del CAOR (Cuerpo de Adiestramiento de Oficiales de la Reserva). En cuestión de dos minutos después de la detección de un micrófono, ordenaron un ataque simulado con artillería. Mi consejo es que a partir de ahora no usemos las comunicaciones por radio a menos que estemos en mitad de un enfrentamiento. Los correos son más lentos, pero no hay duda de que mucho peor es que nos localicen y nos ataquen con fuego de artillería o con cohetes. Eso sí que nos puede aguar la fiesta.
»¿Hay alguna pregunta o alguna cosa sobre la que queráis que os dé mi opinión? —preguntó Doug.
—Sí —respondió Mary—. ¿Cuánto tiempo tardarán en llegar hasta aquí si vienen por la 95?
Carlton se encogió de hombros.
—Esa no es mi especialidad —contestó—. Quizá Todd o Mike conozcan la respuesta.
—Es difícil de decir, Mary —contestó Todd dando un paso al frente—. He tratado el tema algunas veces con Jeff, Doug y Mike. Pero antes de seguir, dejadme que trate otro tema. Cuando hice aquel pequeño discurso hace un par de años en el aeropuerto de Moscow, por desgracia cometí el error de mencionar nuestro apellido y el nombre de la Milicia del Noroeste y de los Templarios. Estoy seguro de que ese cabrón de Clarke los apuntaría y que ahora van a venir a por nosotros. No me arrepiento de haber tomado la palabra, pero no debería haber mencionado ningún nombre. Fui un estúpido. Os pido disculpas. Y sí, después de visto, todo el mundo es listo. Supongo que debería haber recordado ese viejo proverbio japonés que dice que el clavo que resalta es el primero en recibir el golpe. Una vez se pierde el perfil bajo es difícil recuperarlo. Una vez más, amigos, quiero deciros que estoy muy arrepentido por haberme ido de la boca.
Gray se quedó parado un momento y le dio una patada al heno que tenía a sus pies. Parpadeó, levantó la vista y siguió hablando.
—Volviendo al tema de tu pregunta… Mike y yo llegamos a la conclusión de que el vertedero donde se acaban de meter los federales en Grangeville ralentizará su avance. Luego se encontrarán con cierta resistencia en Lewinston, y quizá un poco más aún en Moscow. Por lo que hemos oído, si no encuentran resistencia se comportan de forma amistosa. Simplemente van dejando en cada lugar a sus administradores, recolectores de impuestos y algunas tropas de guarnición. Sueltan el viejo rollo ese de que forman parte del gobierno y de que han venido para ayudar. Menuda sarta de tonterías. Cuando algún pueblo o alguna ciudad presenta resistencia, los muchachos de las Naciones Unidas creen que tienen carta blanca para violar, saquear y pegarle fuego a todo.
»Una vez saqueada la ciudad —añadió Gray—, se quedan allí un par de días o más. A veces pueden pasar incluso tres o cuatro días antes de que a los soldados se les acabe de pasar la borrachera y decidan abrocharse por fin los pantalones y echarse otra vez a la carretera. Suponiendo que no pasen de largo y que continúen avanzando en dirección a Coeur d'Alene, calculo que tardarán entre cuatro y diez días antes de llegar aquí. Si por casualidad se desvían y bajan por el Clearwater, podríamos contar con tres semanas o más para prepararnos. Pero estoy de acuerdo con Doug, no creo que los federales vayan a hacer eso, así que lo más seguro es que no tengamos el lujo de ese tiempo adicional.
Gray adoptó un tono más serio.
—La siguiente pregunta que me gustaría que todos los presentes votáramos es esta: ¿nos ocultamos en las montañas y combatimos en forma de guerrilla o simplemente salimos corriendo de aquí y desaparecemos? Venga, que cada uno levante la mano. ¿Cuántos de vosotros votáis por la segunda de las dos opciones, por salir de aquí y desaparecer?
Margie Porter fue la única en levantar la mano.
—¿Entonces luchamos? —Todos, con excepción de Margie, levantaron las manos o los rifles al mismo tiempo que gritaban. Gray se volvió hacia la señora Porter—. Entiendo tu reticencia, pero piensa en lo siguiente: si nos marchamos, ¿adónde vamos a ir? A no ser que alguien los detenga, los federales terminarán conquistando los cuarenta y ocho estados que quedan más al sur. Después, que acaben de consolidar sus logros será solo cuestión de tiempo. ¿A Canadá? No creo. Canadá es parte del problema, no la solución. Ya antes de que tuviese lugar el colapso, se había posicionado junto con los socialistas/globalizadores. Nos han llegado noticias de que también tienen pacificadores de las Naciones Unidas en su territorio. Más tarde o más temprano, incluso Alaska formará parte de sus posesiones. Una vez consoliden su poder, nos perseguirán y nos exterminarán. No importa dónde vayamos.
Para ellos, nosotros representamos a la vieja América: libre, soberana e independiente. Las Naciones Unidas no pueden soportar la presencia de gente como nosotros. De lo que no se dan cuenta es de que nosotros representamos a una mayoría silenciosa de la ciudadanía.
»Llegará el día en que la gente de los estados que han sido conquistados se alzará y pondrá fin al gobierno títere de Hutchings y expulsará a patadas a las Naciones Unidas. Es solo una cuestión de tiempo. Respecto a mí, no estoy dispuesto a vivir como un esclavo y esperar a que eso suceda. Prefiero comenzar por mi cuenta.
—¡Hurra! —gritó Doug Carlton.
—Lo fundamental —continuó Gray— es que prefiero morir luchando a mi manera, con un rifle en mi mano, que morir lloriqueando y pidiendo clemencia en una zanja con las manos atadas a la espalda. —Los hombres y mujeres a su alrededor lo aplaudieron y aclamaron—. Y si muero en el intento, al menos mi pequeño sabrá que lo hice tratando de recuperar su libertad. Y eso es lo mínimo que le debo.
Los muros metálicos del granero reverberaron con los aplausos, silbidos y gritos.
—Muy bien, el plan básico es el siguiente, al menos el que tengo en la cabeza. Como siempre, estoy dispuesto a recibir todo tipo de sugerencias. Propongo que evacuemos los dos refugios y nos reagrupemos de forma provisional en un lugar escogido por Mike que está a unos cuantos kilómetros más al norte, en medio del bosque nacional. Descubrió este lugar el pasado mes de abril mientras lideraba una patrulla de seguridad. Por lo que me ha contado, se trata de una posición fácilmente defendible, alejada de cualquier carretera y con una vegetación lo suficientemente densa como para poder ocultarse. Hay un claro lo bastante grande y llano como para que los Star Streak de los Doyle puedan aterrizar. —Nelson alzó el pulgar en señal de conformidad.
Todd asintió con la cabeza mientras miraba a Nelson y prosiguió.
—Utilizaremos ese valle como nuestra base inicial de operaciones. Probablemente, al cabo de pocos días, querremos volver a dividirnos en dos organizaciones separadas y situarnos y operar de forma independiente. Es mejor que no pongamos todos los huevos en la misma cesta. Cabe la posibilidad de que los federales cuenten con aeronaves con aparatos de detección FLIR, así que debemos operar en grupos pequeños. Como mucho, patrullas de diez hombres. Si reclutamos a alguien, deberemos dividirnos en células más pequeñas e independientes para mantenernos en todo momento por debajo de ese umbral de diez efectivos. Por suerte, las colinas están llenas de ciervos y alces, así que sus aparatos detectarán muchos falsos objetivos térmicos que los confundirán. Si finalmente los federales llegan hasta aquí, destruirán nuestra casa y nuestro granero para dar ejemplo, y seguramente también destruyan el de Kevin. No quiero que me tengan a tiro cuando eso suceda. Esos federales no tienen ningún reparo a la hora de dar órdenes.
—La primera vez que oí hablar de esa gentuza —intervino Ian Doyle— fue en Arizona. Luego, cuando atravesaba Utah en dirección hacia aquí, volví a tener noticias de ellos. Por lo que a mí respecta, son iguales que los saqueadores. Lo único es que están mejor armados y organizados. Pretenden llevar una capa de legitimidad, pero no representan nada legítimo. No son más que otra banda de criminales que van ondeando la banderita esa azul de la Naciones Unidas. Por supuesto, nuestros dos aviones están disponibles para cualquier tarea de reconocimiento. Y también tengo otras cositas ahí abajo en el sótano. —Levantó el dedo índice y dijo—: Esperad, enseguida vuelvo. —Salió corriendo del granero, mientras casi todos se preguntaban qué podía ser tan importante como para hacer que se perdiera una parte de la reunión. Durante su ausencia, los integrantes de la milicia comenzaron a charlar entre ellos acerca de planes de contingencia y equipos para una posible huida de emergencia.
Al cabo de unos pocos minutos, Doyle regresó a la reunión.
—Bueno, aquí están —dijo mientras dejaba sobre el suelo del granero un abultado talego de color verde oliva—. Son cinco. En principio había siete, pero se trata de una historia muy larga. Lo dejaremos en que ahora solo quedan cinco. Todos son A-2 último modelo. Los partí por la mitad para poder encajarlos en el saco. —Doyle empezó a desenrollar las partes delanteras y traseras de lo que a primera vista parecían Colt Sporters último modelo.
Mientras continuaba hablando, colocó por parejas las mitades sobre el suelo del granero y comenzó a montarlas, encajando los ejes centrales de cada uno.
—Conseguí estas joyas en la armería del AP, junto con tres pistolas Beretta M9. Eran las últimas armas que quedaban. Por desgracia, en la base no había munición para armas pequeñas. Solo conservaban disponible una pequeña cantidad para labores de seguridad, y cuando los AP se largaron, se la llevaron toda. El lugar más cercano donde se podía encontrar más munición era Fuerte Huachuca, que estaba muy lejos. Por suerte, yo tenía en casa unos cuantos cientos de cartuchos comerciales.223 y tres cajas llenas de munición.50 de bola de 9 mm, trazadoras y de punta blanda, respectivamente. —Después de decir esto sonrió y añadió—: Por si alguno se lo pregunta, le firmé un recibo al Ejército por estas armas. Si no las llego a poner a salvo, a saber en manos de quién habrían ido a parar.
»Los cogí porque tenía ya la idea de montarlos en la parte delantera de uno de los Laron con algún tipo de mecanismo de disparo a distancia. Cinco de estos disparando a la vez pueden hacer pupa de verdad. Vaya que sí. Mi Star Streak tendrá capacidad para servir como AAC.
—¿Qué es AAC? —preguntó Lon.
—Apoyo Aéreo Cercano —contestó Doyle.
Lon Porter se quedó mirando el M16 y se puso a rascarse la barbilla.
—No te preocupes, en un día o dos lo puedo tener arreglado.
—¿Y qué hay de nuestro M60? —preguntó Mike Nelson—. ¿No podemos colocarlo también en el otro Star Streak?
—¿Por qué no? —contestó riendo Doyle—. Así podríamos tener dos aviones armados operando al mismo tiempo. Montar el M60 será casi tan fácil como montar estos M16. Será como en los viejos tiempos, Todd. Cortar a medida, limar hasta que encaje y pintar hasta que quede exactamente igual.