m

Epílogo

Santa nunca olvidó esa Nochebuena; fue la más larga de su vida. Pero aunque fue espantosa, incluso a veces aterradora, Santa recordaba a Jack Esqueletón con cariño.

Porque la verdad es que Santa lo pasó verdaderamente bien esa noche. De forma extraña, tan extraña que apenas lo podía entender, las emociones y los escalofríos eran realmente divertidos. Naturalmente, Santa no le había revelado esto a ninguna alma viviente: ni si quiera a la señora Claus o a sus más leales elfos.

Ellos nunca sospecharán que de vez en cuando, cuando se siente ligeramente aburrido de su divertida y alegre vida, Santa sube a su trineo y desaparece por un rato.

¿Y adónde va?

A la Ciudad de Halloween a visitar a Jack.

Y allí, los dos viejos amigos se sientan, recordando cómo se conocieron y riéndose de uno o dos chistes acerca de la fascinación de Jack por la Navidad… y la secreta inclinación de Santa por Halloween.

Y al final de cada visita, Santa siempre le hace la misma pregunta a Jack.

—Jack, jovencito —dice con un brillo en los ojos—, si tuvieras que hacerlo todo otra vez, ¿querrías?, ¿podrías?

A lo que Jack siempre responde, con una sonrisa de sumo placer:

—Naturalmente que querría, ¿tú, no?

The End