Tampoco voy a hablar de la guerra. Se supone que fui un héroe de guerra y perdí un pelotón entero. Me condecoraron por eso. Ellos murieron y a mí me dieron una medalla. No quiero ni saber lo que pensáis de eso. No hay día en que no me acuerde. Algunos chicos sé que volvieron y pudieron ir a estudiar a Austin gracias a la GI Bill, tenían cosas muy duras que decir sobre su propia gente. Algunos. Los llamaban patanes y rústicos, cosas así. No les gustaba su política. Dos generaciones en este país es mucho tiempo. Estamos hablando de los primeros pobladores. Yo solía decirles que el que te maten a la mujer y los hijos y que les corten la cabellera y los destripen como a pescados suele tener como consecuencia que algunas personas se vuelvan irritables, pero ellos no parecían saber de qué les hablaba. Creo que los años sesenta en este país hicieron reaccionar a algunos de ellos. Espero que así fuera. Hace tiempo leí en un periódico de aquí que unos maestros encontraron de casualidad una encuesta que enviaron en los años treinta a varias escuelas del país. Incluía un cuestionario sobre cuáles eran los problemas de la enseñanza en las escuelas. Y encontraron unos formularios que habían enviado desde varios puntos del país respondiendo a estas preguntas. Y los mayores problemas mencionados eran cosas como hablar en clase y correr por los pasillos. Mascar chicle. Copiar los deberes. Cosas por el estilo. Cogieron uno de los impresos que estaba en blanco, hicieron fotocopias y los volvieron a enviar a las mismas escuelas. Cuarenta años después. Y he aquí las respuestas. Violación, incendio premeditado, asesinato. Drogas. Suicidio. Me puse a pensar en eso. Porque la mayoría de las veces cuando digo que el mundo se está yendo al infierno la gente simplemente sonríe y me dice que me estoy haciendo viejo. Que ese es uno de los síntomas. Pero lo que yo creo es que cualquiera que no vea la diferencia entre violar y asesinar gente y mascar chicle tiene un problema mucho mayor que el que tengo yo. Y cuarenta años tampoco es tanto. Tal vez los próximos cuarenta sacarán a la luz algún problema más. Si no es demasiado tarde.
Hace un par de años Loretta y yo fuimos a una conferencia en Corpus Christi y a mí me tocó sentarme al lado de una mujer, era la esposa de no sé quién. Y no paró de hablar, que si la derecha esto que si la derecha lo otro. No estoy seguro ni de lo que quería decir con eso. La gente que yo conozco es básicamente gente corriente. Gente vulgar, si queréis. Así se lo dije a la mujer y ella me miró con cara rara. Pensó que estaba diciendo algo malo de ellos, pero por supuesto donde yo vivo decir gente corriente es un cumplido. Y ella venga a hablar. Al final me dijo, dijo: No me gusta adonde va este país. Yo quiero que mi nieta pueda abortar. Y yo le dije, mire, señora, no creo que a usted le preocupe en realidad adonde va este país. Tal como yo lo veo no me cabe ninguna duda de que su nieta podrá abortar. Es más, creo que además de abortar también podrá hacer que le practiquen a usted la eutanasia. Lo cual puso fin a la conversación.