El autobús se detuvo en Fort Stockton a las nueve menos cuarto y Moss se levantó y bajó su bolsa de la rejilla y cogió el maletín que había dejado en el asiento y se la quedó mirando.
No subas a un avión con eso, dijo ella. Te meterán en la cárcel.
Mi madre no crió hijos ignorantes.
¿Cuándo me vas a llamar?
Dentro de unos días.
Está bien.
Cuídate.
Tengo malos presentimientos, Llewelyn.
Pues yo los tengo buenos. Así queda igualada la cosa.
Ojalá.
Solo podré llamarte desde una cabina.
Lo sé. Pero llama.
Descuida. Deja de preocuparte por todo.
¿Llewelyn?
Qué.
Nada.
Qué pasa.
Nada. Solo quería decirlo.
Cuídate.
¿Llewelyn?
Qué.
No hagas daño a nadie, ¿me oyes?
Se quedó de pie con la bolsa al hombro. No puedo prometer nada, dijo. Así es como uno sale malparado.