Cuando pararon delante de la cafetería era la una y veinte de la mañana. Iban solo tres personas en el autobús.
Sanderson, anunció el conductor.
Moss avanzó por el pasillo. Había visto que el conductor le observaba por el retrovisor. Oiga, dijo. ¿Cree que podría dejarme en el Desert Aire? Tengo la pierna mal y vivo allí cerca pero no tengo a nadie que venga a recogerme.
El conductor cerró la puerta. Sí, dijo. Puedo dejarle allí.
Cuando entró ella se levantó rápidamente del sofá y fue a echarle los brazos al cuello. Creí que estabas muerto, dijo.
Ya ves que no, o sea que no lloriquees.
No lloriqueo.
Por qué no me preparas unos huevos con beicon mientras me ducho.
Deja que te vea ese corte. ¿Qué te ha pasado? ¿Dónde está la camioneta?
Necesito ducharme. Prepárame algo de comer. Mi estómago cree que me han cortado la garganta.
Cuando salió de la ducha llevaba puesto un calzón corto y cuando se sentó a la pequeña mesa de fórmica de la cocina lo primero que ella dijo fue: ¿Qué es eso que tienes detrás del brazo?
¿Cuántos huevos son?
Cuatro.
¿Hay más tostadas?
Dos más en la tostadora. ¿Qué es eso, Llewelyn?
¿Qué quieres saber?
La verdad.
Tomó un sorbo de café y echó sal a los huevos.
No me lo vas a contar, ¿verdad?
No.
¿Qué tienes en la pierna?
Me ha salido una erupción.
Ella untó de mantequilla la tostada recién hecha y la puso en el plato y se sentó en la silla de enfrente. Me gusta desayunar de noche, dijo él. Me recuerda mis tiempos de soltero.
¿Qué está pasando, Llewelyn?
Te diré lo que pasa, Carla Jean. Tienes que recoger tus cosas y estar lista para largarte tan pronto se haga de día. Lo que dejes aquí no volverás a verlo nunca de modo que si lo quieres no lo dejes. A las siete y cuarto sale un autobús. Quiero que vayas a Odessa y esperes allí hasta que yo pueda llamarte.
Ella se retrepó en la silla y le observó. Quieres que vaya a Odessa, dijo.
Exacto.
Me tomas el pelo, ¿verdad?
¿Yo? No, ni mucho menos. ¿Se ha terminado la confitura?
Ella se levantó y sacó la confitura de la nevera y la dejó en la mesa y se volvió a sentar. Él abrió el tarro y echó un poco en la tostada y la extendió con el cuchillo.
¿Qué hay en esa cartera que trajiste?
Ya te dije lo que había.
Dijiste que estaba llena de dinero.
Entonces supongo que eso es lo que hay dentro.
¿Dónde está?
Debajo de la cama, en el cuarto de atrás.
Debajo de la cama.
Sí.
¿Puedo ir a mirar?
Eres una mujer blanca y libre y mayor de edad, conque supongo que puedes hacer lo que quieras.
Aún no tengo veintiún años.
Bueno, pues los que tengas.
Y quieres que suba a un autobús y me vaya a Odessa.
Tú vas a subir a un autobús y te irás a Odessa.
¿Qué voy a decirle a mamá?
Prueba a llamar a la puerta y gritar: Mamá, estoy en casa.
¿Dónde tienes la camioneta?
Se acabó como se acaba todo. Nada dura para siempre.
¿Y cómo vamos a ir hasta la parada cuando amanezca?
Llama a la señorita Rosa. Siempre está mano sobre mano.
¿Qué has hecho, Llewelyn?
Robar el banco de Fort Stockton.
Eres un embustero de ya sabes qué.
Si no me vas a creer, ¿para qué preguntas? Date prisa en recoger las cosas. Tenemos unas cuatro horas hasta que se haga de día.
Déjame verte el brazo.
Ya lo has visto antes.
Deja que te ponga algo.
Sí, creo que había pomada para perdigones en el armarito si no se terminó. Ve a buscarla y deja de fastidiarme, ¿quieres? Estoy intentando comer.
¿Te han disparado?
No. Solo lo he dicho para pincharte. Anda, vete ya.