CAPÍTULO 6
DIRIGIENDO REBELDE SIN CAUSA

«¿Qué demonios estás haciendo? ¿No ves que estoy teniendo un momento real? Nunca cortes una escena cuando estoy teniendo un momento real. ¿Para qué coño piensas que estoy aquí?» JAMES DEAN A NICHOLAS RAY

Al este del edén había expresado el eterno conflicto entre la rigidez de un padre y la búsqueda de amor y comprensión de un adolescente; y toda una generación de jóvenes se había empezado a identificar instintivamente con el sufrimiento y el desconcierto de Cal Trask, el personaje interpretado por James Dean. En Rebelde sin causa, esta identificación se hizo mucho más específica. Jim Stark era un representante directo de la frustración de esa generación y de su rechazo de los valores materialistas con los que habían crecido.

Rebelde sin causa tuvo su origen en un libro homónimo de no-ficción publicado en 1944 por el Dr. Robert M. Lindner, y subtitulado «La historia de un psicópata criminal». Los derechos cinematográficos de la obra fueron adquiridos por Warner Bros, en 1946, y el joven Marlon Brando había sido confirmado como protagonista en 1947. Pero los ejecutivos del estudio dudaban sobre la viabilidad comercial de una película sobre delincuentes juveniles, y el proyecto acabó siendo abandonado.

«Cuando hice las pruebas de pantalla originales para Rebelde sin causa en 1947», recordaba el ejecutivo de la Warner William Orr, «finalmente le di el papel protagonista a Marlon Brando. El guión aún no estaba terminado, pero yo estaba buscando a un joven sensible, inusual, y todo el mundo me decía: “Tienes que ver a este chico.” Cuando Marlon vino para su prueba de cámara, no dijo una palabra. Simplemente se sentó ahí rompiendo un sobre en pedacitos. Así que imaginé que debía ser un genio y le contraté. Regresé a California, leí el guión y apestaba; así que no hicimos la película, ni ejercimos nunca el contrato de Brando.»

Como su amigo Elia Kazan, Nicholas Ray había llegado al drama a través del política y socialmente comprometido teatro experimental de los años 30: el Group Theater, el Federal Theater, el Teatro de Acción, el Teatro de la Liga de los Trabajadores… Ray actuó en el debut de Kazan como director escénico, «The Young Go First» (1936), y también fue su asistente en su primera película, Lazos humanos (1944). En 1946 empezó a trabajar en CBS Televisión y el éxito de uno de sus thrillers para la cadena, «Sorry Wrong Number», le llevó a Hollywood para dirigir They Live By Night (1947).

En el verano de 1954, Ray acudió a la oficina de Steve Trilling, jefe de producción de la Warner, para discutir cuál sería su siguiente película después de Busca tu refugio (1954). El ejecutivo le sugirió hacer una adaptación de «Rebelde sin causa». El cineasta se negó, alegando que «Ahora no estoy interesado en un psicópata ni en el hijo de una familia pobre».

De esa reunión con Trilling, sin embargo, surgió la idea de «The Blind Run», una historia original de diecisiete páginas sobre delincuencia juvenil, que Ray escribió en septiembre de 1954. «Estoy convencido de que para todos esos muchachos de las familias “normales”, la delincuencia es un modo de llamar la atención», razonaba. Ray pretendía describir a una nueva clase de adolescente, un chico con problemas que procede de una familia de clase media.

Ray quería que «The Blind Run» fuese una historia romántica, pero también una síntesis consciente sobre lo que estaba ocurriendo en América en aquellos días.

«Siempre he creído que “Romeo y Julieta” es la mejor obra sobre “delincuencia juvenil” que se ha escrito nunca», explicaba el director. «Yo quería un sentimiento de “Romeo y Julieta” en torno a Jim y Judy y sus familias. De aquí vino la convicción sobre la estructura de la historia: tratar de seguir la forma clásica de la tragedia. La acción principal estaría comprimida en un sólo día. Una de mis notas era: “Un chico quiere ser un hombre, deprisa.” El problema era mostrar, durante ese día, cómo empezaba a convertirse en uno.»

En 1954, el contexto del drama adolescente había cambiado radicalmente: Luis Buñuel había ganado la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 1951 con Los olvidados, su película sobre la delincuencia juvenil en los barrios más miserables de México DF; J.D. Salinger había conseguido la aclamación de público y crítica con su novela «El guardián entre el centeno», la historia de un adolescente rebelde; y Hollywood, finalmente, se había aventurado en el tema de la violencia juvenil con films como Llamad a cualquier puerta (1948), City Across the River (1949), ¡Salvaje! (1953), Atraco sin huellas (1954) y Semilla de maldad (1954), que dejaron bastantes beneficios en taquilla.

El estudio permitió a Ray elegir al productor que desease de entre los que tenía bajo contrato.

En la Warner, uno de los baluartes feudales de Hollywood, esto era un símbolo de buena voluntad. El director se decidió por el más joven de todos: David Weisbart, un antiguo montador de 39 años y productor de películas de género, que le había sido recomendado por Elia Kazan.

«The Blind Run» pasó a llamarse Rebelde sin causa: junto con el libro del Dr. Lindner, el estudio había comprado la libre utilización del título, que podía usarse en cualquier otra historia. Las razones de Ray para mantener ese título iban más allá del simple sensacionalismo: ese mismo año se había publicado en América «El hombre rebelde», de Albert Camus.

La palabra «rebelde» se convirtió en un manta para el director. En una sociedad consensuada, el «Me revelo, luego existo» de Camus parecía una transgresión radical. Confirmaba la posición del cineasta: definitivamente del lado de los jóvenes.

Ray se mudó a una oficina en los estudios de la Warner el 27 de septiembre para empezar a trabajar en el guión. Descartó el viejo libreto de 1947 y dejó que el proyecto se desarrollase casi como una improvisación sobre sus propias investigaciones y sobre sus colaboraciones con tres guionistas distintos. Su primera elección fue su viejo amigo Clifford Odets, cuyas obras habían tratado sobre el descontento juvenil en los años 30, pero el estudio le asignó a su último «chico maravilla», León Uris, cuyo guión para Más allá de las lágrimas, basado en su propia novela, era el gran estreno de la Warner para ese año.

En octubre, Uris y Ray se embarcaron en una concienzuda labor de investigación: se reunieron con la policía, con miembros de la Autoridad Juvenil de California, con psicoanalistas infantiles y criminólogos universitarios; visitaron los albergues juveniles, las comisarías y los juzgados.

«A la policía de Culver City le gustó nuestro enfoque y nos ofreció todo cuanto necesitásemos», decía Ray. «Reuniones con trabajadores sociales y psiquiatras, acceso a los juzgados, salir en coches de policías en las llamadas de disturbios.»

Unos días después, el director escribía a Weisbart: «En este punto hemos provisto a León con incidentes, contactos, teoría y práctica, personajes y situaciones. Debería sentirse lo bastante libre para eliminar el concepto intelectual a partir de este momento y simplemente escribir la historia».

Uris empezó por describir «una de esas tranquilas comunidades “normales”, ahora asombrada por el gran número de delincuentes juveniles en su seno». En un gesto de condescendencia que el director no le perdonaría, llamó a su comunidad Rayfield («Lo cual me hizo vomitar… No leí el resto», confesaba Ray.) Uris entonces regresó obedientemente al punto de partida original, pero cualquier relación de trabajo entre los dos hombres se había vuelto imposible, y el escritor acabó abandonando el proyecto.

Después de muchas reuniones, Ray escogió a un nuevo guionista, Irving Shulman, novelista y exmaestro de escuela. Shulman había escrito en 1947 la primera obra que trataba sobre la delincuencia juvenil moderna, «The Amboy Dukes» (que sirvió como base a City Across the River), y dedicó una tesis a «La delincuencia juvenil en la novela americana.» El escritor hizo lo que le pidieron, estructurando el guión, creando los personajes de clase media y señalando las escenas más importantes.

Un año después, con los Oscar en puertas, Shulman afirmaría ser el autor de la historia original de Rebelde sin causa. Ray, sin embargo, atribuyó un buen porcentaje del trabajo a David Weisbart y a sí mismo. Fueron ellos quienes sugirieron la escena del planetario; y Weisbart inmediatamente hizo las gestiones para filmar en el de Griffith Park.

«Trabajé durante unas diez o quince semanas en el guión y para entonces estaba casi muerto, de tan rápido como escribí», se quejaba Shulman. «Pero no me gustaba trabajar con Ray, y todo el proyecto se convirtió en una pesadilla. Así que fui a Finley McDermot, el editor de historias, y le dije que quería marcharme. Mi guión era propiedad de Warner Brothers, pero me dieron permiso para utilizar la historia básica para una novela, que publiqué en 1956 con el título “Children of the Dark”.»

Desde que se instalara en una oficina contigua a la de Kazan, Ray había estado oyendo hablar del joven actor al que su colega había descubierto. Pero Kazan no le recomendó: «Yo estaba harto de Dean al final de Al este del edén», se quejaba. «Empezó a abusar de la gente y a ir de estrella.» Incluso ver un primer montaje de la película dejó a Ray inseguro. Pero Jimmy iba a menudo a verle a su oficina, y fue después de varias visitas cuando decidió que debía interpretar a Jim Stark, el antihéroe de Rebelde sin causa.

El entorno de Dean, con el previsible éxito que esperaba a Al este del edén, le sugirió buscar un proyecto más seguro, quizá una adaptación de un best seller, con un director de prestigio. Jimmy, sin embargo, nunca dejaba de asistir a las reuniones que Ray organizaba los domingos por la tarde en su bungalow del Chateau Marmont, a las que invitaba a amigos para escuchar música, cantar y charlar.

«Había visto Al este del edén, había conocido a Jimmy y sabía que era el actor ideal para Jim Stark», recordaba el director. «Pero aún no estaba seguro, aunque él estaba interesado en el proyecto, de que fuese a hacerlo. Parte de la dificultad era de tipo personal: desde que empecé a conocerle un poco, me di cuenta de que para tener una buena colaboración, Jimmy necesitaba un clima especial. Necesitaba confianza, tolerancia y comprensión. Un modo importante de crear este clima era implicarle en cada fase del desarrollo de la película. Con ese propósito le llevé una tarde a mi casa para que conociese a Irving Shulman».

Shulman era un adicto a los coches de carreras, y Ray tenía muchas esperanzas de que esto le hiciese conectar con Dean. Sin embargo, el resultado fue decepcionante.

«Después de un breve borbotón, la conversación sobre coches quedó reducida a nada», recordaba el cineasta. «Como solía suceder cuando la chispa no surgía en el primer encuentro, Jimmy se retrajo.»

Por otra parte, Ray dudaba de que la Warner le permitiese utilizar a su nueva estrella en una película pesimista, de bajo presupuesto y en blanco y negro. El éxito de los preestrenos de Al este del edén confirmó sus miedos. Necesitaría un compromiso muy firme por parte de Dean para convencer al estudio de que le dejasen hacer Rebelde sin causa.

Cuando Jimmy se marchó a Nueva York a finales de diciembre, Ray decidió ir a verle con lo que existía del guión de Shulman, unas treinta páginas. Al menos las ideas principales estaban ahora definidas: el marco de clase media; la relación «Romeo y Julieta» en el centro de la historia; la escena en el planetario; y la secuencia de la carrera de coches.

Ray pasó tanto tiempo como le fue posible con Jimmy mientras estuvo en Nueva York. Solían salir a cenar juntos cada noche, y después iban a fiestas o al cine. En vez de mostrarle las páginas del guión, el director le contaba las ideas generales, desarrollándolas mientras Dean añadía sus propios comentarios.

«Fui a Nueva York para ver dónde vivía Jimmy», explicaba Ray. «Deberías haber visto su habitación, un lugar pequeño, abarrotado de libros y cajas. Salimos juntos por ahí durante casi una semana. Jugamos al baloncesto, fuimos al cine, nos emborrachamos con sus amigos. Éramos realmente íntimos cuando regresamos para empezar la película.»

La noche antes de que el director volviese a Hollywood, los dos estaban cenando juntos. Dean seguía sin comprometerse con la película. Parecía distraído, y finalmente interrumpió la charla sobre el guión para confesarle a Ray su particular y muy personal problema:

«Tengo ladillas», dijo. «¿Qué hago?»

«Le llevé a una farmacia para comprar algo para combatirlas, y finalmente nos separamos en la calle», recordaba Ray. «Me dio las gracias por mi ayuda, sonrió, y dijo: “Quiero hacer tu película. Pero no dejes que la Warner lo sepa.” Le dije que estaba muy contento. Entonces nos estrechamos la mano.»

Jean Deacy intervino a continuación para hacer saber a la Warner lo entusiasmado que estaba su cliente por hacer el papel de Jim Stark. El 4 de enero de 1955, el «Daily Variety» anunció que James Dean había sido definitivamente confirmado en Rebelde sin causa.

Simultáneamente, el estudio le había adjudicado un papel en su gran épica Gigante, que iba a dirigir George Stevens y estaba programada para empezar a rodarse en marzo. Jimmy estaba ansioso por interpretar al cowboy Jett Rink, aunque eso supusiese ocupar el tercer lugar en los créditos por detrás de Rock Hudson y Elizabeth Taylor. Si Dean hubiese sido confirmado para la película de Stevens, es dudoso que Rebelde sin causa se hubiese puesto en marcha. Sin embargo, el embarazo de Liz Taylor provocó un retraso de dos meses en el calendario de Gigante, y el aplazamiento le dio tiempo suficiente para trabajar en las dos películas.

Una de las imágenes más conocidas del reportaje fotográfico de Dennis Stock: Jimmy, con las manos enfundadas en su sempiterno abrigo negro, paseando por las calles de Nueva York.

El 18 de enero, Jimmy regresó a Hollywood para rodar el drama «The Unlighted Road» para el programa de televisión Schlitz Playhouse. En el mismo, interpretaba a un autoestopista falsamente acusado de un asesinato que no ha cometido. El episodio fue emitido por la CBS el 6 de mayo de 1955 y repetido unas dos veces al año, hasta que la copia quedó dañada o destruida en los 60. Aparte de algunas entrevistas y un anuncio de seguridad vial que rodó pocos días antes de su muerte, esta fue la última aparición de Jimmy Dean en la pequeña pantalla.

Una serie de factores externos llevaron hasta el tercer guionista de Rebelde sin causa, Stewart Stern. Stern era un veinteañero que sólo había escrito una película, Teresa (1951), de Fred Zinnemann, y algunas obras para televisión. Conoció a Nick Ray en casa de Gene Kelly, y el director le dijo que le había gustado mucho su trabajo en Teresa. El músico Leonard Rosenman, a quien Ray había contratado para componer la banda sonora de Rebelde sin causa, también le recomendó, y Stern fue rápidamente contratado. Trabajando contrarreloj, guionista y director se embarcaron en largas sesiones nocturnas que duraban hasta la hora del desayuno.

Stern pasó diez días y diez noches en los juzgados juveniles, haciéndose pasar por un asistente social: «Uno de esos chicos sólo tenía trece años y ya había pasado seis en instituciones», explicaba. Unió todos los elementos difusos del guión y escribió una historia que era provocativa y psicológicamente significativa. Stern veía Rebelde sin causa como una versión moderna de «Peter Pan»: tres jóvenes inventando un mundo propio.

«Desde el principio, Nick, Jimmy y yo sabíamos que Rebelde era una oportunidad única en nuestras vidas para decir algo sobre la naturaleza de la soledad y el amor», dijo el guionista. «Aunque nuestros elementos eran reales, lo que procurábamos conseguir tenía una especie de dimensión mítica. Incluso la concepción de la historia contada en un solo día era más mítica que real.»

La escena inicial de Rebelde sin causa: Jim Stark, borracho y semiinconsciente, yace en el suelo en posición fetal. Jimmy improvisó esta escena a partir de la sucinta descripción en el guión, «Jim Stark borracho en una cuneta».

El 18 de marzo de 1955, Stern entregó un guión que sólo necesitaba algunos pequeños ajustes. Esta fue la versión con la que Ray comenzó a trabajar en el rodaje.

En esas mismas fechas, Jimmy volvió a Los Ángeles huyendo del estreno de Al este del edén en Nueva York. Sus planes eran empezar los ensayos de Rebelde sin causa y participar en algunas carreras con su flamante deportivo, un Porsche 356 Super Speedster blanco, que le había costado cuatro mil dólares. Los columnistas de Hollywood menospreciaron sus pretensiones automovilísticas como un simple truco publicitario, y la fraternidad del motor era de la misma opinión.

Pero Dean les demostró rápidamente que estaban en un error, ganando dos carreras locales en Palisades y Pasadena, e inscribiéndose en una competición más prestigiosa que se celebraría durante el fin de semana del 26-27 de marzo en Palm Springs.

«Corriendo es el único momento en que me siento completo», confesaba Jimmy antes de ganar la carrera preliminar del sábado y clasificarse para la gran final del domingo, en la que quedó segundo. En vez de contentarse con un logro tan destacable, sus amigos se lo encontraron después de la carrera temblando de furia y al borde de un ataque de nervios.

Ken Miles, el piloto que ganó en Palm Springs, hizo dos reveladores comentarios sobre la forma de conducir de Dean: que corría unos riesgos demenciales con su propia vida; y que nunca llegaría a la cima en la competición porque se preocupaba demasiado por los demás pilotos.

Los preparativos para Rebelde sin causa estaban muy avanzados y Nick Ray debió ver la nueva pasión de su protagonista con mucha aprensión; pero no hizo ningún intento de interferir, ni entonces ni durante el rodaje. De hecho, Jimmy compitió en otras dos carreras durante las semanas siguientes: Bakersfield (i de mayo) y Santa Barbara (29 de mayo). No fue hasta que empezó a trabajar en Gigante cuando la Warner le obligó por contrato a suspender sus actividades automovilísticas.

Jimmy era un gran aficionado a los toros y no perdía oportunidad para practicar con el capote que le había regalado el director Budd Boetticher mientras asistían a una corrida en México.

Mientras la fecha de inicio de rodaje se aproximaba, Ray trabajaba en la composición del reparto, girando en torno a la personalidad de Jimmy Dean. El director no estaba dispuesto a sacrificar su película llenándola con estereotipos de las oficinas de casting. Los actores jóvenes con aspecto creíble no abundaban en Hollywood, y el modo en que Ray reunió a sus delincuentes juveniles supuso una ruptura con el cine tradicional. Cientos de chicos respondieron a los anuncios y se apiñaron en el mismo plato donde se había rodado Un tranvía llamado deseo, esperando sus audiciones individuales. Ray y el productor David Weisbart hicieron personalmente todos los test, preguntando a los aspirantes cosas como: «¿Qué tal te llevas con tu madre?»

Otro propósito de estas pruebas era experimentar con el sistema Cinemascope en blanco y negro —que se iba a utilizar por primera vez en esta película— y acostumbrarse a trabajar con Ernest Haller, el director de fotografía asignado por el estudio. Ray hubiese preferido a alguien a quien ya conociera, como Franz Planer, pero este ya había sido contratado por la Fox.

Para el papel de Judy, la Warner quería una estrella, y consideraron pedir prestada a Carroll Baker a la MGM. Ray hizo pruebas a Pat Crowley, Kathryn Grant y Margaret O’Brien, que respondió a todas las preguntas profesando su amor por sus padres y profesores. Jayne Mansfield también apareció, pero «ni siquiera puse película en la cámara para su prueba,» confesaba Ray. «Fue sólo una alucinación del departamento de casting.» Las rechazó a todas, y casi se había decidido por Carroll Baker, a quien había hecho una prueba por recomendación de Elia Kazan, cuando Natalie Wood apareció en escena.

Natalie había conseguido el guión por medio de su agente, Dick Clayton (el mismo que representaba a Dean en Hollywood), y anunció que quería el papel. Era varios años más joven que las demás candidatas, y cuando entró en la oficina de Ray, no fue sólo su juventud lo que le atrajo. Natalie no tardó en darse cuenta de que el director la encontraba extremadamente deseable. La entrevista tuvo lugar en la primera semana de febrero, y para cuando hizo su primera prueba de cámara diez días después, ya eran amantes. Ella tenía dieciséis años; él, cuarenta y cuatro.

Cuando Natalie hizo su primera audición, Dean aún estaba en Nueva York. Dennis Hopper, ya contratado para el papel del pandillero Goon, había ocupado su lugar en los anteriores test y lo hizo de nuevo con Natalie. Al día siguiente, ella le llamó y le pidió una cita.

Superada su sorpresa inicial, Hopper aceptó recogerla cuando saliera del bungalow de Ray en el Chateau Marmont. Esa noche, hicieron el amor en el destartalado coche del actor. Cuando el director se enteró de la situación, recordaba Dennis, «aceptó el trío».

La relación a tres bandas continuó hasta que María Gurdin, la posesiva y ambiciosa madre de Natalie, se enteró. «Sabía lo de Natalie y Nick,» explica Hopper, «y no le gustaba, pero no dijo nada porque él era el director. Pero le habló a un ejecutivo del estudio de Natalie y de mí, y me ordenaron que la dejase en paz».

Sal Mineo, homosexual encubierto, confesó haberse enamorado de Jimmy durante el rodaje de Rebelde sin causa, lo que ayudó a dar más credibilidad a la relación entre sus personajes.

Jack Warner y Steve Trilling habían quedado moderadamente impresionados con la prueba de Natalie, pero no creían que pudiese cargar con el peso de un personaje tan complejo como Judy. Nick Ray, por el contrario, estaba convencido de que sí podía e insistió en hacerle una segunda audición.

Unos días después, Hopper llevó a cenar a Natalie y a una amiga de esta. «Cuando llevaba a las chicas de vuelta a casa, un coche chocó con mi descapotable en Laurel Canyon Boulevard», recuerda el actor. «Los tres salimos despedidos del coche, y aunque la otra chica y yo sólo teníamos algunos arañazos, Natalie sufrió una pequeña conmoción. Me asusté porque estuvo inconsciente durante un minuto. Después recuperó la consciencia y me dijo que llamase a Nick Ray, no a sus padres.»

Natalie Wood había sido una de las más populares estrellas infantiles de Hollywood. En Rebelde sin causa afrontó uno de sus primeros papeles adultos y tuvo un romance con el director Nicholas Ray.

Pero la recepcionista de la sala de emergencias del hospital llamó a la policía, que llegó unos minutos más tarde. Dejaron marchar a Hopper y a la amiga de Natalie tras hacerles unas preguntas, y después insistieron en llamar a los padres de la actriz. Esta seguía repitiendo: «Nick Ray, llamad a Nick Ray». El director llegó al hospital acompañado de su médico personal, y Natalie le dijo: «Nick, me han dicho que soy una maldita delincuente juvenil. ¿Tengo ahora el papel?»

Casualmente, mientras Ray llevaba a Natalie a casa después de que los médicos le diesen el alta, mencionó que había intentado llamarla desde el estudio esa tarde. Warner y Trilling habían visto su segunda prueba y aceptaron contratarla para el papel de Judy.

Para Natalie Wood, Rebelde sin causa fue una transición a la madurez, su primer rol adulto en el cine después de una larga carrera como estrella infantil y juvenil (aquella era su película número veinte). Aunque lastrada por la brevedad de las escenas con su padre y la simplicidad de sus diálogos, su interpretación resulta plenamente convincente con la dolorida ira del afecto paternal rechazado y la subsiguiente búsqueda de calor físico y emocional en su relación con Jim Stark.

Ray aún estaba escogiendo a los miembros de la pandilla juvenil cuando reparó en «Un chico que se parecía a mi hijo Tony, sólo que era más guapo». El chico en cuestión era Sal Mineo, un actor juvenil de Broadway que tenía dieciséis años. El director le llamó y le preguntó qué había hecho. Mineo recitó su currículum y dijo que no quería ser sólo un miembro de la pandilla, se moría por ser John «Platón» Crawford, el tercer vértice del trío protagonista.

Ray estaba considerando a Jeff Silver y Billy Gray para el papel de Platón, y le dijo a Mineo: «Francamente, no eres en absoluto el tipo de chico que tengo en mente, pero ya que estás aquí, veamos que tal lo haces.» Acto seguido, llamó a Corey Allen, un joven alto y fornido que iba a interpretar a Buzz, el líder de la pandilla. «Quítate la chaqueta», le ordenó, «e improvisa una escena con él.»

Aunque impresionado con lo que vio, Ray seguía teniendo dudas sobre la capacidad de Mineo para interpretar a Platón. Le dio las gracias y le dijo que estarían en contacto, pero no quiso darle falsas esperanzas.

Al día siguiente, Sal recibió una llamada telefónica de Ray. «Me gustaría que vinieses a mi hotel para hacer otra escena», explicó. «Esta vez con Jimmy.»

«Hicimos una escena y no hubo chispa entre nosotros», recordaba Sal sobre su audición con Dean en el Chateau Marmont. «Nick se acercó y sugirió que nos sentáramos y hablásemos durante un rato. Cuando Jimmy supo que yo era del Bronx, empezamos a hablar sobre Nueva York y después pasamos a los coches, y antes de darnos cuenta éramos colegas. Entonces volvimos al guión, y esta vez fue como un reloj. Cuando llegamos a una parte en la que teníamos que reír histéricamente, Jimmy soltó una risita, y no pude evitar seguirle. Al cabo de un rato no podíamos parar de reír.»

Al final de la secuencia, Ray le dio las gracias a Sal y volvió a decirle que estarían en contacto.

La llamada llegó al día siguiente, y esta vez el joven actor fue convocado a la oficina de Ray en la Warner.

«Nick tenía el ceño fruncido cuando entré», relataba Mineo. «Finalmente, después de mirarme durante unos minutos, dijo: “Sal, de vez en cuando un director tiene que arriesgar. Voy a asumir un riesgo. Eres Platón”.»

El 23 de marzo, después de muchas semanas de pruebas y audiciones, Ray había ensamblado por fin a su elenco adolescente: James Dean como Jim Stark; Natalie Wood como Judy; Sal Mineo como Platón y Corey Allen como Buzz. Beverly Long (Helen), Frank Mazzola (Crunch), Jack Simmons (Moose), Dennis Hopper (Goon), Nick Adams (Cookie), Steffi Skolsky (Mil), Jack Grinnage (Chick) y Tom Bernard (Harry) componían el resto de la pandilla.

Una de las más extrañas decisiones de casting fue que Jim Backus, conocido como actor cómico (I Married Joan, La isla de Cilligan) y como la familiar voz de Mr. Magoo, interpretase al padre de Jimmy.

«Ray tuvo mucho coraje al escogerme para Rebelde sin causa», admitía Backus. «En aquella época los estudios aún tenían el poder sobre la vida y la muerte. Si necesitaban a un marido calzonazos, iban a su archivo de maridos calzonazos y encontraban a un hombre pequeño, probablemente con gafas, alguien como Hume Cronyn. Pero Nick se resistió a las presiones del estudio y conseguí el papel.»

Para evitar problemas en la peligrosa escena de la pelea de navajas, Jimmy llevaba un chaleco protector bajo sus ropas.

Antes de empezar el rodaje, Ray les dijo a sus jóvenes actores que saliesen juntos a divertirse. «La idea de Nick era convertirnos en una familia», explicaba Steffi Skolsky, «para hacer que la película emergiera de nosotros, más que de su dirección. Así que todos salíamos juntos, excepto Jimmy. Íbamos a la playa, nos colamos en un almacén abandonado una noche, para tener la sensación de ser un grupo. Cuando empezamos a filmar, realmente pensábamos como uno solo».

Rebelde sin causa era un proyecto comunitario. Ray animó a sus muchachos a improvisar, a cambiar los diálogos y sugerir escenas sacrificando algunas de sus ideas originales.

«Nos reuníamos en el bungalow de Nick en el Chateau Marmont», recordaba Leonard Rosenman, presente en las primeras sesiones del guión. «Nick y Stewart Stern nos contaban lo que habían planeado para una escena y después nosotros reaccionábamos. Natalie decía: “Bueno, no creo que yo debiera decir eso.” O alguien decía: “¿Por qué Jimmy no entra simplemente en la comisaría y…?” Era una conversación muy fluida. Escribíamos y rechazábamos y conservábamos. Pero lo que realmente ocurrió fue que llegamos a conocernos como personas y nos convertimos en un muy buen equipo.»

Todo el equipo de Rebelde sin causa se convirtió en una gran familia. En esta imagen vemos a Nicholas Ray conversando con Natalie Wood, Jimmy y Ann Doran, su madre en la ficción.

Ray permitió que esta situación experimental evolucionase a su propio ritmo, sin forzar en ningún momento las cosas. «Ningún director puede interpretar todos los papeles. Es un gilipollas si piensa que puede hacerlo», decía. «Siempre trabajo comunalmente, ya se trate de adolescentes o de adultos. Un director muestra el camino. No manipula a sus actores.»

Esta forma liberal de trabajar podría haber provocado el caos si Ray no hubiese tenido la intuición de dejar que Jimmy asumiese el protagonismo de la película.

«Jimmy Dean trabajó muy íntimamente con Nick», confirmaba Jim Backus. «Puede que esta sea la primera vez en la historia del cine en que un chico de veinticuatro años, con sólo una película en su currículum, era prácticamente el codirector. Jimmy insistía en el realismo total y, mirando hacia atrás, a veces me pregunto cómo terminamos una película tan violenta sin que nadie resultase gravemente herido.»

Dean ya había estado implicado en el desarrollo del guión con Ray y Stern. Ahora le dieron la libertad y responsabilidad de una total colaboración en la interpretación y caracterización de su personaje. Su trabajo en Rebelde sin causa fue el más exigente, el más satisfactorio y posiblemente el mejor de su carrera; pero también puso un gran peso sobre sus hombros. Y a Jimmy le entró el pánico.

El 25 de marzo, sólo cinco días antes de la fecha programada para el comienzo del rodaje, Dean desapareció repentinamente. No podían encontrarle en su apartamento de Nueva York; su agente y varios amigos dijeron desconocer su paradero; y los ejecutivos del estudio empezaron a consultar con Ray sobre la posibilidad de contratar un sustituto, además de amenazar con demandarle por ruptura de contrato.

Un ritual de la amistad de Stewart Stern con Jimmy era que siempre imitaban el sonido de un animal en vez de decir «Hola» cuando se veían. Tres días después de la desaparición de Dean, el teléfono de Stern sonó en plena noche y un mugido de vaca retumbó al otro lado de la línea; el guionista mugió en respuesta. Después Jimmy le dijo: «No estoy seguro de que deba hacer esta película, porque no estoy seguro de poder confiar en Nick. ¿Estoy cometiendo un error al hacer esta película?»

«No puedo responderte a eso», replicó su amigo. «Yo no puedo asumir la responsabilidad de decirte lo que debes o no debes hacer.»

Stern no le comentó a nadie en el estudio la llamada de Jimmy, y no supo nada más de él hasta uno o dos días después, cuando finalmente apareció en el estudio a tiempo para empezar a filmar. El origen de sus dudas, le explicó a Stern, estribaba en que Ray cambiaba continuamente de idea sobre la dirección de una escena, pero nunca explicaba por qué, a diferencia de Elia Kazan, siempre al mando y siempre seguro de lo que quería.

«Yo entendía esto demasiado bien», recordaba Stern, porque a él le molestaba mucho el modo en que Ray expresaba su completa satisfacción con una escena del guión y después pedía a los actores que la ignorasen e improvisaran. Esto llevó a varios cambios a los que Stern se opuso y a algunos más que descubrió demasiado tarde. Después admitiría que le hubiese gustado lanzarse sobre la pantalla con un puñal en respuesta a algunos de los nuevos diálogos introducidos en la película sin su aprobación.

Natalie, Jimmy y Ray charlan antes de rodar una escena vital. Ray se sentía muy unido a sus dos jóvenes protagonistas, y ellos aprendieron mucho de su director.

Jimmy cortó el contacto con sus amigos durante las semanas anteriores al rodaje de Rebelde sin causa. Sólo le veían ocasionalmente, a última hora de la noche o primera de la mañana, vistiendo como un vagabundo con ropas sucias, mal afeitado y, a menudo, borracho o «fumado». «Quizá el desasosiego mental de los personajes de Rebelde sin causa le hizo querer volver a experimentar el sentimiento de estar perdido y ser diferente a la norma», opinaba Bill Bast. «Pero después empecé a pensar que, esta vez, no era tanto una cuestión de estudio e investigación como una sensación de que él también pertenecía en parte a ese sector de la humanidad que está perdida, sola, confundida.»

Esta autoevaluación se correspondió con el único período de su vida en que Dean estuvo en contacto con un psiquiatra. Según las columnas de cotilleos de la época, visitó al psiquiatra de Brando durante ese mes de marzo, aunque nadie parece saber con cuánta frecuencia se veían ni lo implicado que llegó a estar con el psicoanálisis. Por lo poco que mencionó a sus amigos sobre el tema, parece que no le gustó la experiencia.

«Sea lo que sea lo que hay dentro de mí y me hace como soy es como un rollo de película», explicaba. «La película sólo funciona en la oscuridad. Ábrela y déjala a la luz y la matarás.»

Jimmy Dean y su cazadora roja: la imagen de una nueva generación.

El rodaje de Rebelde sin causa comenzó en Griffith Park el 30 de marzo, con un calendario previsto de treinta y seis días de fotografía principal en blanco y negro y un modesto presupuesto de un millón de dólares.

De forma casi inmediata, la producción se vio metida en problemas con la censura. La Oficina Breen hizo varias puntualizaciones al guión de Stewart Stern: no podía sugerirse que Judy había sido arrestada por prostitución, sino por saltarse el toque de queda; tenía que quedar claro que las chicas que fumaban a escondidas estaban usando cigarrillos corrientes, no marihuana; no podía haber indicios de actividad sexual entre Jim y Judy, a pesar de su atracción; y las connotaciones homosexuales de la relación entre Jim y Platón también tenían que ser expurgadas de la película. Considerando todas las restricciones impuestas, es sorprendente que la película lograse causar tanto impacto.

Nick Ray también tuvo problemas con los nerviosos ejecutivos de la Warner durante los primeros días de rodaje. El viernes, el productor David Weisbart señaló que las voces de algunos de los actores no se oían, y Jack Warner se quejó sobre la forma de recitar sus diálogos de Natalie Wood. Ray ya había tomado la iniciativa al respecto, y envió a Natalie a ver a una profesora de dicción, su amiga Nina Moise.

El sábado, sin embargo, el estudio decidió que la película debía rodarse en color. La versión oficial dice que la compañía de Cinemascope, subsidiaria de 2oth Century Fox, se había negado a alquilar su proceso para películas en blanco y negro. También puede ser que Jack Warner, tras ver la escena de la pelea de navajas, quisiese embellecer la que ahora llamaba «una película muy importante».

Ray, en cambio, daba una explicación muy diferente de la situación:

«No sabían lo que yo estaba haciendo y no querían que terminase la película», afirmaba el director. «Yo dije: “De acuerdo, vendedme todos los derechos de la película.” Los ejecutivos dudaron y dijeron: “Te volveremos a llamar.” Entonces Steve Trilling fue al proyeccionista y le preguntó qué pensaba de los copiones. “Mr. Trilling”, respondió el hombre, “francamente, creo que es la única película que vale algo en todo el estudio.” Así que me dijeron: “Okey, Nick, termínala.”»

Unos días después volvieron a llamarle, esta vez para decirle que desechase el material que ya había rodado, y elevaron su presupuesto para permitirle rodar la película en color.

Ray estaba verdaderamente encantado de trabajar en color. El color juega un importante rol temático en Rebelde sin causa. «Empecé con Jimmy en un marrón neutro y después pasó a los jeans azules y la cazadora roja», explicaba. «Cuando ves a Jimmy con su chaqueta roja apoyado en su Mercedes negro no es sólo una pose. Es un aviso. Una señal.»

El arranque en falso del rodaje, y el congestionado calendario con el que se encontraron a continuación, podría haber minado la buena relación que Ray había creado con sus actores. Pero la sensación de compromiso era tan fuerte que nadie se quejó.

El 4 de abril, una serie de páginas revisadas adaptaron el guión al color, cambiando las fechas de Navidad por Pascua (cualquier referencia a una fecha en particular desapareció finalmente de la cinta), e incorporando las revisiones de los diálogos resultantes de los ensayos con los actores y de las exigencias de la censura. Estas simplificaciones se hicieron sentir en el resultado final.

Después de dos días de trabajo en el City College de Santa Mónica, se filmó el primer grupo de escenas en el estudio —cuatro días en la comisaría de policía— en el plato 6 de Burbank. El 11 de abril, la unidad volvió a Griffith Park para rodar en color la pelea de navajas entre Jim y Buzz, una de las escenas más recordadas de Rebelde sin causa.

Ni Jimmy ni Corey Allen habían estado nunca en una pelea de estas características. Ray había visto la delincuencia juvenil donde acaba —en los juzgados— pero no entendía la mentalidad de las pandillas. Fue Frank Mazzola quien introdujo al director en el mundo de las guerras de bandas juveniles. Frank, que daba vida a Crunch, el lugarteniente de Buzz, era realmente el líder de una banda en Hollywood High, «Los Atenienses».

«Frank fue excluido inicialmente por los directores de casting porque pensaban que era demasiado peligroso. Pero insistió en verme, y su perseverancia tuvo recompensa», dijo Ray. «Era el jefe de una banda, pero vivía en una casa mejor que la de mi productor o la mía. Fui introducido en el inner sanctum como su “tío”.»

El duelo de navajas en el exterior del planetario fue una combinación de improvisación y coreografía. Mazzola ayudó a coreografiar la pelea, y Mushy Callahan, un exboxeador que era el doble de Jimmy, también dio algunos consejos. Como Dean y Allen estaban utilizando navajas reales, llevaban chalecos protectores bajo la camisa. Pero aún existía la posibilidad de un accidente, y tener tres cámaras de Cinemascope cubriendo la pelea sólo añadía más tensión.

Dennis Hopper siempre ha pensado que, en realidad, fue Jimmy Dean quien dirigió Rebelde sin causa. «Controlaba todas las escenas en las que estaba, y aparece en casi todas», dice. El rodaje de la pelea de navajas sirve para ilustrar esta afirmación.

Durante su lucha, Corey Allen le hizo un pequeño corte a Dean detrás de la oreja. Ray gritó: «¡Corten! ¡Corten!» y llamó a un encargado de primeros auxilios para que le curase la herida a Jimmy.

Dean se puso hecho una furia y empezó a gritar al director. «¿Qué demonios estás haciendo?», rugió. «No vuelvas a decir “corten”, tío. Yo soy el único que dice “corten” aquí. Si estoy así de cerca, quiero eso en la película. No quiero que lo quites.»

Superado este pequeño incidente, el día 16 se rodó la escena climática de la película, cuando Jim, Judy y Platón se esconden en una enorme mansión abandonada, la misma que se había utilizado unos años antes en El crepúsculo de los dioses. El calendario tuvo que reestructurarse de nuevo porque el edificio iba a ser demolido dos días antes de lo esperado.

Las diversas relaciones y atracciones existentes detrás de las cámaras dieron colorido al rodaje de Rebelde sin causa, aportando su propia cuota de tensiones. Natalie Wood estaba teniendo una aventura con Nick Ray, aunque también se rumoreó que estaba tan colada por Dean que había visto Al este del edén veinte veces; Sal Mineo, un homosexual encubierto (una necesidad porque en 1955 la homosexualidad aún era ilegal) también estaba desesperadamente enamorado de Jimmy. En cuanto al resto de los actores, Dennis Hopper seguía persiguiendo a Natalie, mientras Steffi Sidney estaba encaprichada de él. Para completar las complicaciones, Beverly Long había salido anteriormente con Corey Allen. Que una red tan enmarañada de intrigas se estuviese tejiendo mientras la película avanzaba divertía enormemente a Ray, que aprovechó al máximo estas energías en conflicto para elevar la tensión en el plato.

Haciéndose eco del personaje al que interpretaba, Mineo se sentía fuertemente atraído por Dean. Tanto Jimmy como Ray eran conscientes de ello, y el director le pidió que «usara» eso en las escenas que compartían. En consecuencia, Dean le dijo a Mineo que le mirase «del mismo modo en que yo miro a Natalie. ¿Por qué no finges que yo soy ella y tú eres yo? Finge que quieres tocar mi pelo, pero no te atreves. Yo no soy tímido como tú. Yo te quiero. Yo tocaré tu pelo.»

Por los mentideros de Hollywood circulaba la historia de que Dean y Mineo eran amantes. Aunque no existe ninguna evidencia del romance, el convencimiento de que había sucedido seguía persistiendo años después. Cuando el biógrafo de Dean Joe Hyams le preguntó si Jimmy y él se habían acostado, Sal lo negó. «Pero podríamos haberlo hecho», añadió, chasqueando los dedos, «así de fácil».

El triángulo formado por Dean, Wood y Mineo continuó fuera de la pantalla. Jimmy solía llevar a Natalie y a Sal al estudio y a las localizaciones a velocidades de vértigo en su furgoneta Ford del’55. Cuando Ray se enteró de que sus tres estrellas estaban recorriendo a toda velocidad las autopistas, le puso freno.

«A Jimmy le gustaba la velocidad, la excitación y controlar su vida», recordaba Mineo. «No temía a la muerte. Realmente creía que era inmortal».

El rodaje de Rebelde sin causa finalizó el 26 de mayo, con varios días de retraso sobre el plan previsto. Nick Ray y Dean habían alcanzado tal sensación de camaradería que, aquella última noche, ambos sentían una extraña reticencia a poner fin a su asociación creativa.

«Jimmy y yo nos habíamos quedado solos; todo el mundo excepto el portero se había ido a casa», narraba el director. «Estábamos dando vueltas, asegurándonos de que no nos dejábamos nada. En realidad no queríamos admitir que todo se había acabado. Le dije: “Vámonos. No tenemos nada más que hacer aquí.”

»Jimmy subió a su moto y yo monté en mi coche y entramos en la ciudad a toda velocidad. Entonces nos paramos en un semáforo para decirnos buenas noches, y aún no podíamos admitir realmente que todo se había acabado. Así que encontramos un restaurante que abría toda la noche y tomamos un temprano desayuno».

Esta asociación había sido única para ambos, desarrollando un nivel de comunicación y creatividad que se proyectó a todos los que trabajaban en la película. Trabajando con Ray, Dean alcanzó la madurez que no había mostrado en ninguna ocasión previa. En Al este del edén había dependido mucho de la amabilidad y comprensión de los demás, sobre todo de Julie Harris. En Rebelde sin causa, por el contrario, él se había convertido en el maestro.

«Era tan inspirador, siempre tan paciente y amable», recordaba Natalie Wood. «No se comportaba en absoluto como si fuese una estrella. Todos nos dábamos sugerencias los unos a los otros y él era muy crítico consigo mismo. Nunca estaba satisfecho con su trabajo, y se preocupaba por cómo resultaría cada escena. Era tan grande cuando interpretaba una escena, que tenía la habilidad de que todos los demás también pareciesen grandes. Solía venir al plato y observar las escenas incluso cuando él no estaba en ellas. Estaba muy interesado en toda la película y no sólo en su propio papel».

«Ensayar con él nos mantenía a todos sobre ascuas», decía Mineo. «Sin avisar introducía frases diferentes e improvisaba las escenas. Yo no había visto los copiones y francamente, por lo que veía de Jimmy en el plato, no entendía a qué venía tanto alboroto. No pensaba que fuese muy bueno. Entonces vi las proyecciones, y era genial. Estaba sentado justo detrás de mí en la sala y media docena de veces, cuando estaba realmente increíble, me giré para mirarle. Tenía esa sonrisa suya y estaba casi ruborizado, mirando al suelo.»

Una imagen mítica: Jimmy, más que nadie, ayudó a definir la vestimenta de los jóvenes en las generaciones venideras: camisetas, tejanos y botas.

En términos prácticos, lo que James Dean encontró, o redescubrió, con Nicholas Ray fue espacio para la interpretación. «Cuando un actor interpreta una escena exactamente del modo que un director ordena, no está actuando. Está siguiendo instrucciones», argumentaba. «Cualquiera puede hacerlo. Así que la misión del director es sólo esa, dirigir, indicar el camino. Después el actor debe tomar el mando. Y se le debe conceder el espacio, la libertad para mostrarse a sí mismo en el papel. Sin ese espacio un actor no es más que un robot sin pensamiento con botones para apretar».

Dean tenía intención de asistir a las 500 Millas de Indianápolis, pero los once días de retraso en el rodaje de Rebelde sin causa le impidieron abandonar California, porque casi inmediatamente tenía que comenzar las pruebas de vestuario y maquillaje en Gigante. No le quedaban muchas oportunidades para competir antes de que George Stevens se lo prohibiese. El 29 de mayo participó en una carrera en Santa Bárbara, forzando tanto su Porsche Speedster que reventó un pistón y tuvo que retirarse. Aquella sería la última carrera de su vida.