CAPÍTULO 4
ESTRELLADO EN BROADWAY

«A Jimmy no le faltaba talento. Podría haber sido un genio. Pero prefiero tener a alguien con una capacidad del 30% que da el 28% de sí mismo, que a alguien con una capacidad del 75% que sólo da el 20% de sí mismo.» DANIEL MANN

Las audiciones para «See the Jaguar» ya llevaban varias semanas en marcha cuando Jimmy regresó a Nueva York. Aunque aún no existía un reparto definitivo, había varios actores jóvenes en la corta lista para el papel principal de Wally Wilkins.

«See the Jaguar» contaba la historia de Wally, un adolescente de diecisiete años que vive encerrado en una jaula por su neurótica y posesiva madre (interpretada por Constance Ford) para que no sea contaminado por el mundo exterior. Cuando ella muere, Wally sale de su prisión convertido en un pequeño salvaje analfabeto y completamente falto de preparación para enfrentarse a las crueldades del pequeño pueblo sureño con el que se encuentra. El papel parecía perfecto para Jimmy, que podía proyectar de forma muy convincente el perplejo desconcierto del joven Wally.

Jimmy hizo una primera lectura para el autor de la obra original, N. Richard Nash, en un hotel del centro. El escritor pareció bastante complacido con lo que vio y le pidió que fuese al teatro al día siguiente para hacer otra prueba.

«Dean llegó al teatro llevando gafas, y uno de los cristales estaba roto», recordaba Nash. «Leyó con muchos titubeos. No podía entenderlo. Había leído para mí el día antes y lo había hecho muy bien. Así que cuando terminó le pregunté qué había sucedido. Me dijo que se había roto las gafas y no podía ver. Le prometí otra prueba y le dije que fuese a arreglarse las gafas. “No puedo, no tengo dinero”, me contestó. Así que le di diez dólares y organicé otra lectura. Dos o tres días después, volvió y sus gafas seguían rotas. Pero había memorizado todo el texto, de modo que no tenía que leerlo. Consiguió el papel. Después le dije: “Hijo de puta, ¿por qué no arreglaste las gafas?” Y él sacó un cuchillo y dijo: “Vi este cuchillo y quería tener uno. Pero imaginé que no podía traicionarte, así que memoricé el texto para la lectura.”»

Por primera vez en su vida profesional, Jimmy tenía un papel largo e importante en el que sumergirse, un período adecuado de tiempo para ensayar y, sobre todo, un director en el que confiaba y al que respetaba, Michael Gordon. Las decepciones de la televisión podían olvidarse por el momento mientras observaba la destreza de los otros actores, en particular Arthur Kennedy, otro producto del Actors Studio.

Los ensayos de «See the Jaguar» comenzaron el 20 de octubre. Jimmy volvía al apartamento por las noches lleno de excitación, interpretando para Bill y Dizzy todos los papeles principales de la obra y explicándoles las sutilezas de la dirección de Gordon. Se había aprendido sus diálogos en unos pocos días, pero tenía más problemas con la canción que tenía que cantar: «Green Briar, Blue Fire», una pieza folk escrita por su amigo Alee Wilder especialmente para la producción. Carente de oído musical, Jimmy lo pasó fatal tratando de aprenderse la dichosa canción.

«Los ensayos le ayudaron con la interpretación, pero nada podía ayudarle con la canción», recordaba Bill Bast. Dizzy y él pasaron largas y tortuosas horas repasándola con Jimmy, y a menudo le escuchaban en mitad de la noche cantándola una y otra vez a oscuras, tratando desesperadamente de afinar.

Los ensayos transcurrieron sin mayor novedad hasta que, a comienzos de noviembre, la compañía se trasladó a Hartford, Connecticut, para hacer unos preestrenos con público. Durante uno de los últimos ensayos en el teatro de Hartford, Jimmy tuvo una discusión con uno de los tramoyistas y acabó amenazándole con un cuchillo, el mismo que se había comprado con el dinero que Nash le prestó para las gafas. Arthur Kennedy se apresuró a arrebatar el cuchillo de manos de su coprotagonista y rompió la hoja, advirtiéndole que no sacase «nada de esa mierda en mi espectáculo». Jimmy, que era más impulsivo que violento, debió sentirse aliviado de que su «número» tuviese una rápida resolución.

Después de otra función de prueba en Philadelphia el 18 de noviembre, «See the Jaguar» se estrenó finalmente en el Cort Theater de Nueva York el 3 de diciembre. La primera noche el público respondió bien a la obra y más tarde, durante la celebración en «Sardi’s», Jimmy estaba exultante. Se llevó a Bill y a Dizzy a la fiesta, y sus amigos le recordaban yendo de mesa en mesa, hablando y bromeando con todo el mundo.

Pero la fiesta en «Sardi’s» terminó con una nota triste cuando llegaron los periódicos de la mañana. «See the Jaguar» había sido calificada por la mayor parte de los críticos como ingenua y demasiado simbólica. El «Daily Mirror» decía: «Esta obra es un western alegórico sin caballo. Pensando en ello, quizás era eso lo que faltaba.» Todas las reseñas coincidían en que el argumento estaba tan dividido entre la historia directa y la parábola altiva que fracasaba completamente en ambos sentidos.

Después de la fiesta, Jimmy y Dizzy se dirigieron al lujoso Hotel Royalton en la calle 44 Oeste, donde Lemuel Ayers había reservado una habitación para el joven actor. Pero la dirección del hotel insistió en que Dizzy debía marcharse en cuanto terminasen de cenar. Jimmy metió a su novia en un taxi y volvió a su habitación. Aquello precipitó el fin de su relación.

«Supongo que había llegado para nosotros la hora de romper, porque cuando estábamos juntos los dos nos escondíamos», explicaría Dizzy más tarde. «Los dos nos aferrábamos el uno al otro. Pero no puedes vivir de ese modo durante mucho tiempo. Nuestras vidas estaban llenas de fantasía y éramos muy jóvenes, con un largo futuro por delante de nosotros, y por supuesto siempre estaríamos juntos para compartirlo. Hay un momento de tu vida en que todo parece ser para siempre. Y eso nunca debería perderse. Pero es bueno tranquilizarse de vez en cuando y darse cuenta de que no es para siempre.»

Muchos años después, como Liz Sheridan, Dizzy se haría conocida en todo el mundo interpretando a la madre del cómico Jerry Seinfeld en la sitcom televisiva Seinfeld. También escribió una autobiografía en la que hablaba sobre su relación con James Dean, afirmando que aquella fue la primera vez en que alguno de los dos había experimentado el verdadero amor.

«See the Jaguar» se canceló el 6 de diciembre después de sólo seis representaciones, y la amarga decepción que Jimmy sufrió sólo fue aplacada por el modo en que su interpretación había sido especialmente elogiada por la crítica. Walter Kerr escribió en el «New York Herald Tribune»: «James Dean ofrece una extraordinaria interpretación en un rol casi imposible: el de un chico desconcertado que ha estado completamente aislado de un mundo cruel por una madre demasiado entusiasta, y que se encuentra por primera vez con la belleza y la brutalidad de la montaña.»

Este debut en Broadway, aunque efímero, marcó un punto de inflexión en la carrera interpretativa de Jimmy. «See the Jaguar» había sido un buen escaparate y atrajo suficiente atención sobre él para transformar su status en las oficinas de casting. A partir de este momento Jane Deacy pudo moldear la carrera de su cliente, rechazando la clase de pequeños trabajos con los cuales había estado sobreviviendo durante el año anterior, y en su lugar se concentró en papeles de carácter y roles secundarios «juveniles».

A lo largo de 1953, Jimmy apareció en unos quince dramas televisados, incluyendo episodios de Campbell Soundstage, Kraft TV Theater, U.S Steel Houry Armstrong Circle Theater para la NBC y Danger y Omnibus para la CBS. Una semana podía ser un confuso asesino a la fuga; la siguiente, el desequilibrado joven conserje de un bloque de apartamentos. En febrero interpretó a Bob Ford en «The Killing of Jesse James», un episodio de la serie You Are There! dirigido por un joven Sidney Lumet. Esto le dio a Jimmy la excusa perfecta para jugar con armas; algo que, según recuerda Lumet, adoraba.

En octubre apareció en «Glory in the Flower», un episodio de la serie Omnibus. Basado en un relato del ganador del Pulitzer William Inge, Jimmy daba vida a un delincuente de un pequeño pueblo que anticipa claramente a sus futuros Cal Trask y Jim Stark; una semana después, en «Keep Our Honor Bright», dirigido por George Roy Hill para el Kraft TV Theater, era un estudiante universitario que implica a otros alumnos en un escándalo de engaños para desviar la atención de su delito. Aunque estos dos papeles aprovechaban la inherente vulnerabilidad e inestabilidad de Jimmy, ninguno de ellos usó estas características con un efecto tan pronunciado como Rod Serling en el drama del Kraft TV Theater «A Long Time Till Dawn», donde el actor interpretaba a un joven recién salido de prisión cuyo agrio conflicto con su padre señala con demasiada obviedad los roles cinematográficos que estaban por venir.

En el plató de «Death is my Neighbour», un episodio de la serie Danger, en el que interpretaba a un conserje psicópata que acaba siendo acribillado en una ventana, Jimmy conoció a la actriz Betsy Palmer, otra nativa de Indiana, con la que vivió un corto romance. Betsy diría más tarde que a Jimmy no le interesaba el sexo, lo que coincide con la impresión que se formó Carroll Baker —que dos años después trabajaría con él en Gigante— cuando le conoció en el Actors Studio:

«Estaba viviendo con una chica, pero siempre tuve la sensación de que en realidad no hacían nada», dijo la actriz. «De hecho, mi suposición es que Jimmy era casi asexual.»

Otra de sus relaciones en esta época fue la actriz Arlene Lorca, que le presentó al fotógrafo Roy Schatt. La fotografía se convirtió en una de sus numerosas nuevas pasiones, y se compró una cámara Laica. En rápida sucesión, Jimmy estaba dando clases de danza con la famosa cantante y bailarina Eartha Kitt, aprendiendo a tocar los bongos con el rey de la percusión Cyrill Jackson y recibiendo lecciones personales de fotografía de Schatt.

Apenas ha sobrevivido ningún material de los dramas televisivos en los que Jimmy participó durante esa época. En aquel entonces los programas se hacían en directo y el voraz monstruo catódico los masticaba y luego los escupía. Sólo más tarde, cuando Jimmy se convirtió en una gran estrella, los estudios y los patrocinadores empezaron a conservar los programas en que aparecía para reponerlos una y otra vez.

Jimmy se convirtió en uno de los tres principales actores jóvenes que competían por los papeles protagonistas juveniles en televisión y en Broadway. Los otros dos eran Paul Newman y Steve McOueen. El trío debió encontrarse más veces de las que podían soportar, dando vueltas por las oficinas de casting o haciendo cola para las audiciones.

Los tres jóvenes resultaron ser muy diferentes al final, pero al principio de sus carreras sus imágenes eran muy similares y se mostraban especialmente sensibles ante las comparaciones con los otros. Steve McOueen, sobre todo, estaba muy molesto con Jimmy, que iba un poco por delante de él. Irónicamente, después adaptaría descaradamente todos los manierismos de Jimmy en sus primeras películas, como The Blob (1958).

En realidad, si hubiesen competido en un formato de liga, Jimmy hubiese ocupado holgadamente la primera posición en 1953, y su éxito a la hora de conseguir los mejores papeles se debía más que ninguna otra cosa a la reacción que inspiraba en el público. La oficina de Jane Deacy estaba inundada de cartas de los fans: declaraciones de amor de las adolescentes, misivas fraternales de los chicos, correo pornográfico de hombres y mujeres maduros. La escala de la aclamación popular no era nada comparada con la avalancha que siguió a Al este del edén, pero ya era una señal de la fuerza magnética de su imagen en la pantalla.

Las botas, el suéter y el abrigo negro casualmente echado sobre los hombros no casaban con el típico estilo de vestir de los años 50.

Jimmy estaba perfeccionando su estilo, adaptándose rápidamente al vertiginoso mundo de la televisión. Donde una película podía tardar cuatro meses o más en rodarse, él podía ser un personaje diferente cada semana en la pequeña pantalla. Era un explorador, un experimentador. En los ensayos nunca hacía una escena dos veces de la misma manera, para desesperación de los otros actores. Un buen director podía darle espacio para explorar un papel, observando sus diferentes interpretaciones y haciéndole parar cuando encontraba la correcta; un mal director podía no darle ninguna oportunidad o dejarle a su aire y despreocuparse de él. En ese caso, obtenían una actuación llena de manierismos que no se integraba con el resto de la obra.

La veterana Mary Astor, por ejemplo, descubrió lo difícil que podía ser trabajar con Jimmy cuando ambos coincidieron en «The Thief», un episodio de U.S. Steel Hour emitido por la ABC en enero de 1955:

«Estábamos haciendo un ensayo final», escribía Astor en su autobiografía. «Jimmy estaba a dos metros de mí en una escena y yo apenas podía oír lo que estaba diciendo, y lo que oía parecía tener muy poco que ver con el guión. Miré a la cabina, con las manos levantadas en un gesto de “ayuda”.»

«¿Cuál es el problema, Mary?», preguntó el director por el altavoz.

«El problema es que no sé qué demonios está diciendo, cuándo va a decir qué o dónde va a estar cuando diga algo.»

«Lo siento», respondió la voz del megáfono. «Ese es el modo en que Jimmy tiene que trabajar. Hacedlo lo mejor que podáis. Todo está yendo de maravilla».

La apreciación de los dramas televisivos por parte de la crítica era, y aún sigue siendo, irregular y arbitraria. Era difícil para cualquier programa recibir siquiera una mención en la prensa especializada, y cuando un actor relativamente desconocido era elogiado, su nombre quedaba registrado en las oficinas de casting de todo el país.

En un número de septiembre de 1953, la influyente revista «Variety» hablaba así de la aparición de Jimmy en «Death Is My Neighbor», un episodio del programa de la CBS Danger:

Jimmy en una escena de «The Bells of Cockaigne», una obra para la NBC en la que interpreta a un estibador que se juega su paga a las cartas en un desesperado intento de pagar los gastos de la enfermedad de su hijo.

«El productor ejecutivo de CBS William Dozier reunió la semana pasada a dos estrellas, Sir Cedric Hardwicke y Walter Hampden, para su programa del martes por la noche, Danger; pero un recién llegado, James Dean, les robó el centro del escenario. Dean, que tenía el rol de un joven conserje psicópata, ofreció una magnética actuación que insufló vida a un producto rutinario. Su interpretación fue en muchos aspectos reminiscente de la de Marlon Brando en Un tranvía llamado deseo, pero le dio al papel la individualidad y los matices propios que requería. Tiene un gran futuro por delante.»

Esta reseña en «Variety» le garantizó a Jimmy una oferta para una audición en MGM. Sin embargo, Jane Deacy le aconsejó que la rechazase. Estaba decidida a que su cliente diese el salto al cine, pero no con el habitual contrato leonino y esclavizante con un estudio, sino con la fuerza de un buen papel en una película de prestigio.

El instinto de Deacy para los buenos y malos papeles puede juzgarse por las ofertas cinematográficas que Jimmy recibió durante este año. El primer rol protagonista que le ofreció un estudio de Hollywood fue en El cáliz de plata (1954), una gran épica histórica de Warner Brothers, cuyo tamaño y escala hubiesen bastado para convencer a la mayoría de actores y agentes. Pero Deacy rechazó la oferta. El guión era flojo, y el papel principal estaba poco definido. Su juicio se reveló muy acertado con el paso del tiempo. La película fue un fracaso, y el rol que Jimmy hubiese interpretado no hizo nada por mejorar la reputación del joven actor que finalmente lo aceptó, nada menos que Paul Newman. Cuando El cáliz de plata se estrenó en televisión diez años después, Newman puso un anuncio en la prensa para pedir disculpas a los espectadores por la cinta y por su horrible interpretación.

De las dos audiciones para películas que Jimmy hizo en esta época, sólo una podría haberle proporcionado algún éxito: se trataba de Oklahoma (1955), la lujosa versión cinematográfica del musical de Rodgers y Hammerstein que iba a dirigir Fred Zinnemann. Dean fue considerado para el papel de Curly, el cowboy que presenta la acción cantando «Oh, What a Beautiful Morning».

Antes de la audición Jimmy había ido a ver a Zinnemann al Hotel Pierre, vestido con un raído traje de vaquero, y le habían impedido la entrada. Al final llegó cuarenta y cinco minutos tarde a su cita, habiendo logrado colarse por el ascensor de servicio. Para su prueba, cantó «Pore Jud is Daid» pasablemente bien, aunque fue su presencia más que su voz lo que impresionó al director. Sin embargo, el papel se lo acabó llevando el actor-cantante Gordon MacRae.

La segunda audición de Jimmy fue para la épica bélica de Raoul Walsh Más allá de las lágrimas (1955), basada en una novela de León Uris sobre un grupo de jóvenes marines en la Segunda Guerra Mundial.

«Hice la prueba de pantalla para Jimmy en Más allá de las lágrimas,» recordaba Bill Orr, entonces un ejecutivo de Warner Bros. «Llegó con una gorra sucia, barba de tres días y pantalón de peto. Estaba vestido para el papel. E hizo la lectura más fantástica que he visto nunca. No era una lectura, era una interpretación. Se convirtió en el personaje.»

Sin embargo, Jimmy no consiguió el papel. La Warner decidió que querían un gran «nombre» para la película, y se lo dieron a Tab Hunter, que además de ser bastante conocido, tenía contrato con ellos. Al final fue una suerte, porque la película fue un fracaso de público y crítica, y la interpretación de Jimmy no podría haberla salvado del desastre.

Audiciones aparte, el trabajo de Jimmy durante el otoño y el invierno de 1953 se concentró en su creciente éxito como estrella de la televisión. Para cuando fue contratado para hacer su segunda obra en Broadway, «El inmoralista», su nombre estaba adquiriendo lo que a la industria le gusta llamar «potencial comercial». El éxito profesional de Dean también provocó cambios en su forma de vida en Nueva York. La excitación de la vida comunal en el apartamento de la Calle 45 Oeste había empezado a convertirse en un incómodo arreglo que exigía una constante comprensión y consideración por parte de todos. Y este era un rasgo que ni Bill Bast, ni Dizzy Sheridan, ni mucho menos Jimmy, poseían en cantidades ilimitadas.

«Si no estábamos peleándonos por el laberinto de sostenes, panties y medias que hacían imposible el acceso al cuarto de baño», decía Bill, «discutíamos sobre los platos sin lavar, las ventanas abiertas, las ventanas cerradas, la elección de comida, de los temas de conversación, etc.»

Dizzy aceptó un trabajo como bailarina profesional en Trinidad y fue la primera en marcharse. Cuando ella se fue, Bill se mudó al apartamento de un amigo. Viéndose solo otra vez, Jimmy decidió regresar al Hotel Iroquois.

Unas semanas después, Bill fue a visitar a su amigo y le dijo que había decidido regresar a California, desanimado por sus escasos progresos en Nueva York. Él quería escribir guiones, pero la CBS le mantenía en el departamento de relaciones públicas. Jimmy y Bill tomaron una última taza de café para despedirse.

«Olvídate de los resultados finales», le aconsejó Jimmy. «Recuerda, la recompensa está en el trabajo, no en el resultado final. Recuerda quién eres y lo que eres, y no aceptes ninguna de sus mierdas ahí fuera.» Como regalo de despedida, le dio tres de sus libros favoritos: «Orlando», de Virginia Woolf; «El corazón es un cazador solitario», de Carson McCullers; y una colección de poemas de André Maurois.

Los trabajos en televisión que acumuló durante ese año le dieron a Jimmy una seguridad financiera que nunca antes había conocido. Pero sus hábitos cambiaron muy poco. Nunca se compraba ropa y no frecuentaba los bares o los restaurantes caros. Sus únicos lujos eran los libros, los discos y su vieja motocicleta C/Z, que se había hecho enviar desde Fairmount. Por lo demás su rutina diaria era la misma de siempre, centrándose, como muchos jóvenes actores de radio y televisión, en el café «Cromwell’s», que estaba bajando las escaleras del edificio de la NBC en el Rockefeller Plaza. «Cromwell’s» era el lugar donde se intercambiaban cotilleos e informaciones de castings, o se hacían nuevas amistades.

Jimmy fue adoptado por numerosos amigos o «conocidos» en «Cromwell’s», en «Walgreen’s» o en el Algonquin, donde a veces pasaba las veladas. Algunos de ellos eran los típicos gorrones que nunca podía quitarse de encima, aunque tampoco parece que le molestasen demasiado.

Jimmy tenía el desconcertante hábito de ignorar a cualquiera que le estuviese aburriendo o incomodando; una falta total de comunicación que sufrían incluso sus amigos íntimos cuando estaba deprimido o retraído. Cuando Jimmy no quería ser molestado, podía hacer que sus amigos se volviesen súbitamente invisibles.

A pesar de su fama de poco aseado, Jimmy siempre encontraba un momento para afeitarse, incluso en su caravana durante los rodajes.

«Si no le gustabas, Jimmy ni siquiera te concedía el honor de su ira», comentaba una de sus amistades. «Sencillamente no existías. Podías estar en una cabina telefónica con él y no existir.» Día y noche caminaba por Nueva York observando, escuchando y aprendiendo; el actor dispuesto a perderse en las vidas de las gentes que pasaban a su lado en las calles o en los bares. Podía pasar horas hablando con taxistas, camareras, quiosqueros, o con su viejo amigo «Moondog», un músico ciego que vagaba por la ciudad.

Una de las pocas personas que lograron sacar a Jimmy de su retraimiento durante esta época fue Barbara Glenn, una joven actriz a la que conoció durante una de sus veladas en «Cromwell’s».

«Había algo muy diferente en Jimmy», recordaba Barbara. «Era difícil de describir cuando acababas de conocerle… esa cualidad de niño pequeño. Inseguro, nervioso, pero muy implicado. Intentando desesperadamente entablar conversación. Le encontré completamente fascinante.»

La relación de Jimmy con Barbara Glenn, pese a ser intermitente y tormentosa, fue una de las razones que le decidieron a marcharse del Hotel Iroquois y buscarse su propio apartamento, ya que las chicas no estaban permitidas en las habitaciones de los hoteles. Jimmy cogió un estudio en el quinto piso de un viejo edificio en el 19 de la Calle 68 Oeste. Aparte de la casa que alquiló en Hollywood durante los últimos meses de su vida, este estudio en Nueva York fue el único hogar real que tuvo desde que se marchase de Fairmount.

En noviembre de 1953, Jimmy hizo una audición para la producción teatral de Billy Rose «El inmoralista». El guión había sido adaptado por Ruth y Augustus Goetz sobre la novela semiautobiográfica de André Gide, publicada en 1904. Los principales personajes son Michel, un arqueólogo francés (interpretado por Louis Jourdan), y su joven esposa Marcelline (Geraldine Page). Durante su luna de miel en Marruecos, la homosexualidad latente de Michel queda evidenciada con la intervención de un joven árabe que le presenta a un homosexual nativo. La obra concluye con Marcelline, que se ha vuelto alcohólica a consecuencia del desengaño, regresando embarazada y sola a Francia.

Jimmy iba a hacer la audición para el papel de Bachir, el chantajista árabe homosexual que tienta al protagonista para que vuelva a sus vicios adolescentes presentándole a un chapero nativo. En una escena, la única físicamente sugerente en toda la obra, Bachir le pregunta a Michel: «¿Quieres que baile para ti?» Entonces danza sensualmente, marcando el ritmo con unas tijeras, los brazos extendidos en el aire. Esta fue la escena que Jimmy insistió en hacer en la audición, con evidente éxito.

Jimmy tenía muchas esperanzas puestas en esta producción, y rechazó todas las ofertas de trabajo en televisión mientras se preparaba para el papel. Cuando los ensayos fueron pospuestos durante dos semanas, aprovechó el intervalo para ir a pasar el día de Acción de Gracias con su familia en Fairmount. Había transcurrido más de un año desde su última visita, y no había tenido la oportunidad de tomarse unas vacaciones debido a su trabajo en televisión.

Para gran consternación de Billy Rose, Jimmy decidió hacer el viaje a Indiana en su nueva motocicleta, una potente Triumph 500. Algunos de sus amigos en Nueva York creían que nunca le volverían ver cuando partió en dirección al medio oeste, cubierto a esas alturas del año por gruesas capas de nieve.

Jimmy hizo los 1200 kilómetros de trayecto en dos días y pasó una semana en la granja de sus tíos, paseando por el campo y leyendo «Los siete pilares de la sabiduría», de T.E. Lawrence. Para cuando volvió a Nueva York, ya había desarrollado sus propias ideas sobre el papel de árabe que tenía que interpretar.

Cabello revuelto, profundas ojeras, ceño fruncido; un sex symbol poco convencional.

El drama de «Él» se desarrolló más fuera que sobre el escenario. Nada más comenzar los ensayos en el Teatro Ziegeld el 18 de diciembre, Jimmy se enfrentó con la coguionista Ruth Goetz, quien dijo de él que era «el actor más exasperante con el que nunca he trabajado. Descuidado, tardón, indescriptiblemente detestable». Billy Rose no le tenía mucho más aprecio; la relación de Jimmy con él fue como un ensayo de la que tendría con George Stevens en el plató de Gigante. En el tren que les llevaba a Philadelphia para hacer una serie de preestrenos con público, Rose le dijo a Goetz que si Jimmy no mejoraba, «se marchará».

La gota que colmó el vaso para Jimmy fue el despido del director de la obra, Herman Schulman, tras las primeras funciones en Philadelphia. Schulman había sido una especie de figura paterna para él y le había dado mucha flexibilidad para interpretar el rol de Bachir (una de las razones, de hecho, por las que Billy Rose le había echado). Con Schulman fuera de juego, su única aliada en la producción era Geraldine Page.

Rose contrató a Daniel Mann para que sustituyese a Schulman, replantease la obra e hiciese una reescritura completa del guión. Aparentemente, el productor pensaba que la obra estaba demasiado sobrecargada de tragedia. Quería algún alivio cómico, y el personaje de Bachir era el vehículo obvio para provocar unas cuantas risas. Jimmy estaba confundido y furioso por los repentinos cambios. Su interpretación había sido especialmente elogiada por los críticos de Philadelphia, y ahora veía cómo su rol se hundía con cada día de ensayos. Tampoco quedaba mucho tiempo para el tacto o la comprensión. La obra tenía que llegar a Broadway en una semana. Daniel Mann describía la interpretación de Dean como «un zorro follándose un balón de fútbol; está encima de él pero no puede agarrarlo».

La tensión y las fricciones finalmente estallaron en un enfrentamiento abierto sólo uno o dos días antes del estreno en Nueva York. Jimmy preguntó algo durante un ensayo, y Mann arremetió contra él: «¿Qué te hace pensar que eres tan importante aquí?» La bronca se había estado cociendo durante toda la semana, y en el calor del momento, Jimmy se marchó del teatro. Cuando se calmó lo suficiente para volver, descubrió que el ensayo seguía su curso con su suplente (el actor negro Billy Gunn) sustituyéndole. Una diplomática intervención de un oficial del Sindicato de Actores, y las fuertes presiones de Geraldine Page, devolvieron a Jimmy al reparto y la obra se estrenó tal como estaba prevista.

«Tenía a este extraño joven que estaba desafiando a toda la compañía», se quejaba Mann. «Le pedía que hiciese lo que tenía que hacer, traté de comunicarme con él, pero era extremadamente difícil. Jimmy decidía interpretar una escena de un modo diferente, pero eso no era interpretación, era un desafío. Hacía lo que le venía a la mente y nada era igual dos veces. Tenía una actitud hacia mí como si yo fuese un policía, peor que un policía, un cerdo. Fue una gran pérdida para él porque yo le habría ayudado. Pero no pude hacerle entender que el trabajo de un director es ayudar al actor a ayudarse a sí mismo.»

«El inmoralista» se estrenó en el Royale Theater de Nueva York el 8 de febrero de 1954. Fue una noche de triunfo para la obra y para Dean, pero su compromiso con la producción ya había desaparecido. Pensaba que los cambios habían abaratado el drama y se resentía amargamente del modo en que había sido arrollado por Daniel Mann. Esa misma noche, con las dos semanas reglamentarias de antelación, anunció que se marchaba.

Jimmy rio el último, burlándose del director por el modo en que su papel había sido ridiculizado: cuando los actores salieron a saludar al final de la representación, dio un paso adelante, se levantó la túnica hasta las rodillas e hizo una pequeña reverencia al público. Su interpretación de Bachir le valió el premio Antoinette Perry (más conocido como el «Tony») y el premio Daniel Blum como el actor joven más prometedor del año. Sin embargo, lo más gratificante para él fue que sus tíos habían venido desde Indiana para estar presentes en el estreno. Jimmy no les había dicho nada sobre su decisión de marcharse, y Marcus y Ortense regresaron a Fairmount habiendo visto a su sobrino en uno de sus raros momentos de gloria, el príncipe de Broadway por una breve noche.

A diferencia de «See the Jaguar», «El inmoralista» obtuvo unas críticas excelentes. Su tema social fue considerado especialmente relevante; la homosexualidad, junto con los prejuicios raciales, los problemas generacionales y otras «enfermedades» juveniles, estaban comenzando a emerger en el teatro de los años 50.

Los críticos reconocieron al mismo chico que había estado «tan excepcional el año pasado en “See the Jaguar”», aunque ahora, en vez de a un tímido e ingenuo chico de las montañas, interpretaba a «un corrupto chapero con cien trucos malignos.»

«A Jimmy no le faltaba talento», admitía Daniel Mann, molesto hasta el final. «Podría haber sido un genio por lo que yo sé. Pero prefiero tener a alguien con una capacidad del treinta por ciento que da el veintiocho por ciento de sí mismo que a alguien con una capacidad del setenta y cinco por ciento que sólo da el veinte por ciento.»

Geraldine Page, que se había hecho muy amiga de Jimmy durante la producción, estaba muy disgustada cuando salió del teatro, y le gritó a Billy Rose: «¿Cómo puedes permitir que el oro puro se te escape de este modo?»

La mayoría de sus amigos aconsejaron a Jimmy que reconsiderase su decisión de abandonar la obra. «El inmoralista» iba a tener una larga trayectoria, y una discusión con los productores sólo podía dañar su reputación. Le advirtieron que, de seguir así, llegaría un día en que nadie querría contratarle.

Sin embargo, Jimmy tenía un buen motivo para abandonar en este momento de gloria. Y la clave de su marcha estaba en manos de Elia Kazan.