Agradecimientos

La idea subyacente de esta historia se la debo a Un altar en las cumbres, de Patrick Tierney, y en particular a sus conversaciones sobre el tema con el intelectual hebreo Hyam Maccoby, que me condujeron al excelente libro del propio Maccoby. No obstante, los pilares de El segundo nombre se asientan sobre el trabajo de mi editora, Melissa Ann Singer, que me envió el epistolario editorial más minucioso y perspicaz que he recibido desde que, cuarenta años atrás, August Derleth me enseñara a escribir. ¿Aparece aquí mi hija Tammy? Aparece su paso por York, sin embargo puede que me haya tomado ciertas libertades con el plan de estudios universitario.