63

EPÍSTOLA

CARLOS SAMUEL:

No puedo llamarte «querido sobrino». Tres veces te he invitado para ir juntos a las sierras, retirarnos a esos collados impolutos donde se manifestó tu vocación sacerdotal, para hacer un balance equilibrado, sereno y limpio de tus teorías y actividades. Tres veces te has negado, agregando falta de tiempo. ¿De quién huyes? ¿De mí, de ti o de Dios?