Epílogo

NO importa adónde mire… sólo hay nieve. Mucha, mucha nieve. Iván la siente crujir bajo sus pies. Nieve seca, congelada. Allá, a lo lejos… una casa. El tejado está blanco. Caen gruesos copos de nieve sobre la cerca. La escarcha ha trazado figuras sobre los cristales de las ventanas.

Le faltan diez minutos para llegar.

Los copos son ligeros, pero Iván no puede más. Cada uno de sus pasos deja una huella sobre la capa de nieve.

Iván se detiene unos segundos y contempla la casa desde lo alto. Ahora empieza el descenso.

Están impacientes por verle.