Desde el viernes rasgueo este blues,
a veces bebo, a veces no, totalmente obtuso.
Desde hace años me doy de cabeza contra la pared,
que tiene sabor salado, como mi mano.
Todo barman sabe de qué hablo,
apenas llegas a la puerta y han pasado tres días.
¿Por qué soy Pinocho y no D’Artagnan?
¿Y qué haré con mi ridículo puño americano?
D. Sergeyev,
Adaptación libre de
Fumblin’ with the blues
de Tom Waits