NOTA HISTÓRICA

La naturaleza ha dejado esa característica en la sangre, que todos los hombres serían tiranos si pudieran.

DANIEL DEFOE

Nunca podremos saber cuál fue exactamente la fecha de nacimiento de Gengis. Dada la naturaleza nómada de las tribus mongolas, el año y el lugar de su nacimiento nunca quedaron marcados. Además, las tribus pequeñas registran los años de acuerdo con los acontecimientos locales, lo que hace difícil hallar la coincidencia con los calendarios de la época. Sólo conocemos las fechas con cierta precisión a partir del momento en el que Gengis entra en contacto con otras partes del mundo. Invadió la región Xi Xia, situada al sur del desierto de Gobi, en el año 1206 y fue proclamado khan de todas las tribus ese mismo año. En los calendarios chinos, ése era el año del Fuego y del Tigre, al final de la era Taihe. Puede que sólo tuviera veinticinco años o que ya hubiera cumplido los treinta y ocho cuando unificó a su pueblo. No me he detenido a retratar los años de guerra y alianzas durante los cuales fue uniendo poco a poco a las grandes tribus bajo su mando porque, por muy interesante que fuera ese proceso, su historia siempre ha tenido un alcance más amplio. A todos aquéllos que deseen saber más sobre ese periodo, les recomiendo la Historia secreta de los mongoles, traducida al español por Laureano Ramírez Bellerín.

La alianza naimana fue la última coalición de envergadura que se resistió a ser absorbida por la nueva nación. El khan de los naimanos subió realmente al monte Nakhu, ascendiendo más y más por sus laderas a medida que el ejército de Gengis avanzaba hacia él. Gengis le dio a sus vasallos la oportunidad de salvar la vida, pero se negaron y hasta el último de ellos fue ejecutado. El resto de los guerreros y familias se unieron a sus propias fuerzas.

Kokchu era un poderoso chamán, también conocido como Teb-Tenggeri. Se sabe muy poco sobre cómo adquirió su influencia entre las tribus. Tanto Hoelun como Borte se quejaron a Gengis sobre él en diversos momentos. Su capacidad para influir sobre Gengis se convirtió en fuente de preocupación para aquellos que rodeaban al khan. El propio Gengis creía en un único padre cielo: un deísmo respaldado por el mundo de los espíritus del chamanismo. Kokchu sigue siendo una especie de enigma. Una ley de las tribus establecía que estaba prohibido derramar sangre real o la de un hombre sagrado. Todavía no he terminado de narrar su historia.

Cuando las tribus se fueron reuniendo en respuesta al llamado de Gengis, el khan de los uighurs escribió una declaración de lealtad casi idéntica a la que he incluido aquí. No obstante, en el incidente de la paliza que recibe Khasar y de Temuge cayendo de rodillas por un puñetazo de sus atacantes estuvieron implicados los hijos del clan de los khong-khotan y no Los woyela.

Es cierto que Gengis inundó la llanura de los Xi Xia y se vio obligado a retirarse ante la subida de las aguas. Aunque la retirada le debió de resultar humillante, la destrucción de las cosechas llevó al rey a la mesa de negociaciones y, con el tiempo, dio un nuevo súbdito al pueblo mongol. No era el primer encuentro de Gengis con la idea del pago de un tributo. Las tribus mongolas eran conocidas por ese método de negociador, aunque nunca a esa escala. Es interesante considerar qué haría Gengis con la riqueza de los Xi Xia y, más tarde, con la propia ciudad del emperador. No estaba habituado a tener posesiones personales más allá de las que podía transportar en su caballo. Podemos suponer que el tributo impresionó a las tribus y fue visto como un signo de la hegemonía de su khan, pero, en otros sentidos, tuvo escaso uso práctico.

Es posible que la suerte de los Xi Xia hubiera sido distinta si el príncipe Wei del Imperio Chin hubiera respondido a la llamada de auxilio. Su mensaje (traducido) era: «El hecho de que nuestros enemigos se ataquen entre sí nos beneficia. ¿Dónde reside el peligro para nosotros?».

Cuando Gengis rodeó la Gran Muralla China, lo hizo únicamente por casualidad. Su camino hacia Yenking a través de las tierras Xi Xia sorteaba limpiamente la muralla. Sin embargo, es importante comprender que la muralla sólo suponía un obstáculo sólido en las montañas en torno a Yenking (más tarde conocida como Peking y, en la actualidad, como Beijing). En otras zonas, la muralla estaba en ruinas, o no era más que un muro de tierra con algún puesto de guardia ocasional. En siglos posteriores, la muralla fue completada y convertida en una barrera continua contra las invasiones.

Merece la pena destacar que la pronunciación occidental de los topónimos chinos es siempre una aproximación, en la que se utiliza un alfabeto extranjero para crear el mismo sonido. Así, Xi Xia en ocasiones aparece como Hsi-Hsia, y Chin se escribe a veces Jin o incluso Kin.

En algunos textos, podemos leer Song en vez de Sung. He llegado a encontrar hasta veintiún grafías para Gengis, desde los exóticos Gentchiscan y Tchen-Kis (según el Padre Hue) hasta los más prosaicos Jingis, Chinggis y Jengiz. La palabra mongola «ordo» u «ordu» significa campamento o cuartel general. De ahí ha derivado la palabra «horda». Algunos diccionarios atribuyen a «chamán» un origen mongol y el nombre de los gurkhas de Nepal bien podría provenir de la palabra «gurkhan» o khan de khanes.

Gengis tuvo cuatro hijos legítimos. Como sucede con todos los nombres mongoles, hay diferencias en la ortografía, de modo similar a como la palabra Shakespeare se escribe en ocasiones Shaksper; o Boadicea como Boudicca. Jochi aparece a veces como Juji, Chagatai como Jagatai, Ogedai como Ogdai. Su último hijo fue Tolui, en ocasiones escrito Tule.

Además de la princesa Xi Xia, Gengis solía aceptar esposas de sus enemigos derrotados. Uno de sus últimos decretos convertía en legítimos a todos sus hijos, aunque parece que la resolución no afectó al derecho de herencia de sus propios hijos.

Las ciudades amuralladas fueron siempre un problema para Gengis. Cuando atacó Yenking, la ciudad estaba rodeada de aldeas fortificadas que contenían graneros y un arsenal. Había fosos circundando los muros de la ciudad y las propias murallas tenían una base de un grosor de unos quince metros y una altura similar. La ciudad poseía trece puertas bien construidas y lo que sigue siendo el canal más largo del mundo: más de mil quinientos kilómetros en dirección sur y este hasta Hangzhou. El comienzo de la mayoría de las capitales mundiales tuvo lugar junto a las orillas de un gran río. Beijing fue construida en torno a tres grandes lagos: Biehei al norte, Zhonghai (o Songhai) en el centro y Nanhai al sur. Es muy posible que se trate del más antiguo asentamiento humano que ha estado poblado de manera continuada a lo largo de los siglos, ya que se han encontrado pruebas arqueológicas de la existencia de habitantes que datan de hace medio millón de años (el hombre de Pekín, como a veces se le llama).

Cuando se produjo el ataque de Gengis en el paso de la Boca del Tejón, Yenking había atravesado un periodo de crecimiento cuyo resultado fue una muralla de ocho kilómetros de circunferencia y una población de un cuarto de millón de hogares o, aproximadamente, un millón de personas. Es posible imaginar que hubiera medio millón más que no aparecieran en ningún recuento oficial. Entonces, la famosa Ciudad Prohibida en el interior de los muros y el Palacio de Verano del emperador (destruido por soldados británicos y franceses en 1860) todavía no habían sido construidos. En la actualidad, la ciudad posee una población de aproximadamente quince millones de personas y se puede cruzar con el coche por el paso que una vez fuera el escenario de una de las batallas más sangrientas de la historia. Ésa es también una fecha conocida: 1211. Para entonces Gengis había sido el líder de su pueblo durante cinco años. Su fuerza física estaba en un momento de plenitud y luchó junto a sus hombres. Es poco probable que tuviera mucho más de cuarenta años, pero puede que sólo tuviera treinta, como ya he mencionado anteriormente.

La batalla del paso de la Boca del Tejón es considerada una de las mayores victorias de Gengis. Viendo que su rival los superaba enormemente en número y que apenas podían maniobrar, Gengis mandó algunos hombres a flanquear al enemigo escalando unas montañas que los Chin consideraban infranqueables. Los jinetes mongoles hicieron que la caballería Chin regresara en desbandaba a sus propias líneas e, incluso diez años más tarde, el terreno que rodeaba aquel lugar seguía plagado de esqueletos por espacio de casi cincuenta kilómetros. Con el consabido problema de la pronunciación, el paso es conocido en obras anteriores como Yuhung, que viene a significar Tejón.

Al perder la batalla, el general Zhi Zhong regresó, en efecto, a la ciudad y dio muerte al joven emperador. A continuación, nombró a un nuevo Hijo del Cielo mientras él gobernaba como regente.

La ciudad de Yenking fue construida para ser inexpugnable y había casi mil torres de vigilancia en las murallas. Cada una de ellas estaba defendida por enormes ballestas que podían lanzar grandes flechas a una distancia de aproximadamente un kilómetro. Poseían asimismo catapultas tipo trebuchet (también llamadas catapultas de contrapeso) capaces de disparar cargas pesadas a cientos de metros por encima de las murallas. Tenían pólvora, que habían empezado a utilizar con fines bélicos recientemente, aunque se cree que en aquel momento formaba parte del sistema de defensa. Es posible que sus catapultas lanzaran vasijas de arcilla llenas de petróleo destilado, es decir; de gasolina. Asaltar una fortaleza de ese tipo habría destrozado al ejército mongol, por lo que decidieron devastar los campos que la rodeaban para hacer que Yenking se rindiera por falta de alimento.

El asedio se prolongó cuatro años y, para cuando abrieron las puertas y se rindieron en 1215, los habitantes de Yenking se habían visto impelidos a comerse a sus propios muertos. Gengis aceptó la rendición junto con un tributo de un valor inimaginable. A continuación, retornó a las praderas de su juventud, como haría a lo largo de toda su vida. Cuando se levantó el sitio, el emperador huyó al sur. Aunque él mismo no regresó, Gengis envió un ejército a la ciudad a vengarse. Hubo partes de Yenking que estuvieron ardiendo durante todo un mes.

Pese al odio que sentía por los Chin, no sería Gengis el que presenciara su ocupación y sometimiento definitivo, sino que ese triunfo recaería en sus hijos y su nieto Kublai. En la cúspide de su éxito, Gengis se marchó de China en dirección al oeste. Es cierto que los gobernantes islámicos se negaron a reconocer su autoridad, pero era un visionario demasiado firme para reaccionar sin pensar. Es un dato curioso, que normalmente se relata en las historias, que abandonara China cuando estaba a punto de caer a sus pies. Quizá se debiera simplemente al hecho de que el desafío del Sha de Jwarizm, Ala-ad-Din Muhammad, distrajo su atención y le hizo olvidarse de su odio. Gengis no era el tipo de hombre que deja un desafío sin respuesta. De hecho, parece que se deleitaba con ellos.

Gengis comprendió el concepto de naciones y de leyes y poco a poco fue desarrollando su propio código, llamado la Yasa.

Si los grandes, los líderes militares y los líderes de los numerosos descendientes del gobernante que nacerán en el futuro no cumplieran estrictamente la Yasa, entonces el poder del Estado quedaría destruido y llegaría a su fin. No importa cómo busquen a Gengis Khan, no lo encontrarán.

Gengis Khan

En este párrafo, vemos al visionario que fue capaz de soñar que podía crear una nación a partir de una serie de tribus dispersas y comprender lo que implicaba gobernar unas tierras tan vastas.

El sistema de la tienda blanca, la tienda roja y la tienda negra fue utilizado por Gengis tal y como he descrito. Era una especie de sistema de propaganda concebido para hacer que el miedo acelerara la rendición de las ciudades. Puesto que el pasto era siempre una cuestión difícil para los rebaños mongoles, era importante evitar en lo posible los asedios prolongados. No armonizaban ni con el temperamento ni con el estilo de guerrear de Gengis, en el que la velocidad y la movilidad eran factores centrales. De modo similar empujar a los enemigos hacia una ciudad para hacer que agoten sus recursos es una muestra de implacable sentido común. En ciertos aspectos, Gengis representaba el colmo del pragmatismo, pero merece la pena mencionar un rasgo de la forma de combatir de los mongoles: la venganza. La frase «Hemos perdido muchos hombres buenos» se empleaba a menudo para justificar un ataque total tras un revés.

También estaba muy dispuesto a probar nuevas técnicas y armas, como por ejemplo la lanza larga. El arco siempre sería el arma favorita de la caballería mongola, pero empleaban la lanza exactamente de la misma forma que los caballeros medievales, como un arma pesada contra la infantería y contra otros jinetes, con excelentes resultados.

El engaño es otra noción clave a la hora de comprender muchas de las victorias mongolas. Gengis y los hombres que servían bajo su mando consideraban que una lucha directa era casi deshonrosa y que las victorias obtenidas mediante la astucia brindaban un honor mucho mayor al vencedor, por lo que siempre buscaban una manera de engañar al enemigo al que se enfrentaban, ya fuera fingiendo la retirada, escondiendo sus reservas o incluso montando muñecos de paja sobre los caballos de repuesto para crear la ilusión de que tenían unas reservas de las que en realidad carecían. Puede resultar interesante recordar que Baden-Powell utilizó exactamente la misma estrategia en su defensa de Mafeking siete siglos después, con campos de minas falsos, enviando a sus hombres a tender un alambre de espino invisible y todo tipo de trucos y artimañas. Hay cosas que nunca cambian.

El incidente en el que Jelme succionó la sangre del cuello de Gengis es interesante. No ha sobrevivido ninguna mención al veneno, pero ¿de qué otro modo podría explicarse tal acción? No es necesario succionar la sangre coagulada de una herida en el cuello. No necesita ayuda para sanar y, de hecho, ese acto podría hacer estallar las paredes de la arteria que ya estarían debilitadas por el corte. El incidente histórico tuvo lugar antes de lo que yo lo he situado en el libro, pero era tan extraordinario que no podía evitar incluirlo. Es el tipo de incidente que tiende a ser reescrito a lo largo de la historia, aunque tal vez una tentativa de magnicidio parcialmente exitosa fuera considerada deshonrosa.

Un hecho recogido en las historias que no he utilizado es la ocasión en la que un miembro de la tribu que había sido desterrado y estaba muriéndose de hambre capturó al hijo menor de Gengis, Tolui, y sacó un cuchillo. No podemos saber qué pretendía porque fue asesinado enseguida por Jelme y otros. Ese tipo de hechos podría explicar por qué, cuando más tarde los mongoles entraron en contacto con los asesinos árabes originales, no cejaron hasta que consiguieron acabar con ellos.

Gengis distaba mucho de ser invulnerable y fue herido en multitud de ocasiones durante sus batallas. Sin embargo, la suerte siempre estuvo de su lado y sobrevivió una y otra vez… haciéndose quizá merecedor de la creencia que sus hombres tenían de que estaba bendecido y predestinado para la conquista.

Una nota sobre las distancias recorridas: una de las principales ventajas del ejército mongol era que podría presentarse prácticamente en cualquier sitio para un ataque sorpresa. Hay datos bien probados de que cubrían casi mil kilómetros en nueve días, a ciento diez kilómetros diarios, o jornadas más extremas de doscientos veinte kilómetros al día en las que el jinete aún era capaz de continuar. En las más largas se realizaban cambios de ponis, pero Marco Polo habla de mensajeros mongoles que cubrían cuatrocientos kilómetros entre el amanecer y la oscuridad. En invierno, los ponis, increíblemente resistentes, se dejaban libres. Comían suficiente nieve para satisfacer su sed y eran capaces de cavar en ella para encontrar su sustento debajo. Cuando el monje franciscano Juan de Plano Carpini cruzó las planicies para visitar a Kublai Khan, que en aquel momento se encontraba en Karakorum, los mongoles le aconsejaron cambiar sus caballos por ponis mongoles a menos que quisiera ver cómo se morían de hambre. Con los ponis no existía esa preocupación. Los caballos occidentales han sido criados por su fuerza bruta en razas como el caballo de tiro Suffolk Punch, o por su velocidad, para las carreras. Nunca han sido criados buscando que fueran resistentes.

El incidente de la lluvia de pétalos es verdadero: hasta sesenta mil muchachas prefirieron lanzarse desde los muros de Yenking antes que verla caer ante el invasor.

CONN IGGULDEN