TERCERA PARTE

«—¿Entonces tu idea es que debería vivir contigo como tu amante, ya que no puedo ser tu esposa? —preguntó.

La crudeza de la pregunta sobresaltó a Archer: era una palabra a la que todas las mujeres de su clase temían, incluso cuando su conversación revoloteara muy cerca del tema.

El joven notó que madame Olenska la pronunciaba como si estuviera en un lugar conocido en su vocabulario, y se preguntó si se usaría familiarmente delante de ella en esa horrible vida de la que había escapado.

La pregunta de la condesa lo estremeció, y perdió el hilo de su argumentación.

—Quiero… quiero de algún modo irme contigo a un mundo donde palabras como esa… categorías como esa… no existan. Donde seamos simplemente dos seres humanos que se aman, que son la vida entera el uno para el otro; y donde nada más en la tierra importe.

Ella lanzó un hondo suspiro que terminó en otra risa.

—Oh, amor mío, ¿dónde está ese país? ¿Has estado allí?»

—EDITH WHARTON, La edad de la inocencia

«A mí no me intimida nadie. Todo el mundo tiene dos brazos, dos piernas, un estómago y una cabeza. Pensad en eso.»

—JOSEPHINE BAKE