He recopilado dos antologías junto con Alice Laurance (una trabajadora, inteligente y agradable mujer, con la cual es un placer trabajar). La primera fue una antología de misterio, la segunda una antología de ciencia ficción, y en ambos casos, las historias incluidas fueron escritas originalmente para los volúmenes en cuestión. Lo que es más, en cada caso, la identidad del autor estaba oculta y al lector se le pedía que intentara identificarla, si se veía capaz.
Yo escribí una de las historias de la antología de ciencia ficción, y esa historia era Los vientos del cambio. Me pregunto, sin embargo, si conseguí mantener oculta mi identidad. Una lista de los participantes estaba situada al inicio del libro, e imagino que todo el mundo que buscara una historia «asimoviana» no tardaría en tomar precisamente esta de entre todo el lote.
Pero eso no importa. Honestamente creo que esta historia (que los azares del alfabeto han situado afortunadamente al final de la lista) es la mejor del libro. Es por eso por lo que la he utilizado para el título de la recopilación, aparte del hecho que el título en sí me gusta. En realidad, considero esta última historia tan fuerte en sí misma que voy a eliminar esa «palabra final» que siempre pongo en mis antologías. No quiero añadir una coletilla anticlímax a la última página de este libro tal como queda ahora. (¡Y no la miren ahora! ¡Lean antes la historia!).