Desde hace un par de años he estado escribiendo mensualmente una historia de misterio para Gallery, una revista de las que incluyen chicas «despelotadas» (aunque déjenme apresurarme a decir que mis historias de misterio eran completamente puras y sin mácula). Cada cuento tiene tan sólo un par de miles de palabras; se supone que tiene que resultar fácil de leer; y yo me lo paso en grande escribiéndolos.
El único problema es que escribí Una noche de canto, y Eric Protter, que dirige Gallery, lamentó enormemente tener que rechazarlo (el único que me ha sido rechazado por él, hasta hoy). La razón era completamente válida. Había patinado. En vez de escribir una historia de misterio, había escrito una historia de fantasía.
Le pedí a Eric si podía someter la historia a algún otro sitio, y me dijo: «Sí, siempre que hagas algunos cambios menores para que ya no forme parte de la serie…, que desearía mantener como una exclusiva».
Hice los cambios, y luego sometí la historia a Ed Ferman. Él la aceptó, y apareció en el número de abril de 1982 de F and SF. Francamente, me gustaba mucho más que cualquiera de las historias de misterio de la serie, pero Eric tenía absolutamente razón rechazándomela, de todos modos. Y puesto que ahora tengo la oportunidad de presentársela a ustedes aquí, ¿qué diferencia representa un rechazo?