¡Punto de ignición!

Sucede que, además de ser un escritor profesional, soy también un orador profesional. Llevo hablando (por dinero) treinta años, y calculo que lo hago bastante bien.

Existe una organización que edita un anuario titulado Encuentre al orador adecuado, en el cual varias agencias de oradores anuncian a sus representantes (y pueden estar seguros que mi agente me menciona en su anuncio). La organización pensó que podía realzar su edición de 1981 con un relato, y naturalmente pensaron en mí.

Acepté, pensando que sería una agradable combinación de mis dos carreras; escribí ¡Punto de ignición! en enero de 1981, y apareció en el anuario. Puesto que estoy seguro que los lectores de dicho anuario son limitados, incluyo el relato aquí con placer, sabiendo que de este modo llegará a un mercado más adecuado a la ciencia ficción.