JANE LA LOCA EN LA MONTAÑA

Estoy cansada de maldecir al Obispo

(dijo Jane la Loca),

nueve libros o nueve sombreros

no harían de él un hombre.

He encontrado algo peor

sobre lo que meditar.

Un rey tenía unos primos hermosos,

mas ¿adonde se han ido?

Golpeados hasta morir en un sótano,

y él aferrado a su trono.

Anoche me acosté en la montaña

(dijo Jane la Loca),

y allí en un coche de dos caballos

sobre dos ruedas iba

sentada Emer la de la gran vejiga,

y su violento esposo,

Cuchulain, sentado al lado.

Entonces,

sosteniéndome de rodillas,

besé una piedra;

me tendí en el lodo

derramando lágrimas.